Capítulo 39

4.1K 243 9
                                    


Julie.

Me quedé mirando a ese hombre, que era la razón por la que mi vida no era como yo quería que fuera. ¡Un infierno! Nadie merece estar atrapado en el tipo de problemas en los que estaba ahora, sino fuera por él.

—Hola —mi voz sonó más cortante que nunca.

—¿Está todo bien, cariño? —Preguntó haciéndome mirarlo.

—Absolutamente —le respondí mientras acercaba su silla de ruedas un poco más a mi sitio.

—Bueno, sí, es verdad... ustedes dos parecen estar disfrutando de su vida —dijo y noté que se había debilitado un poco más desde la última vez. Su voz tenía más difamación que antes.

—Conoces el lugar, así que no tendré que acompañarte a todas partes —dije y no esperé su respuesta. Era muy difícil para mí mirar a este anciano y ser grosera con él, pero no podía olvidar lo que hizo. Destruyó toda mi vida por mí.

Ahora mismo podía ver cómo se vería Matteo en su vejez con solo mirarlo.

En el momento en que entré a la habitación, Mateo ya estaba saliendo del baño. Parecía ansioso por llegar a su oficina después de pasar un día entero sin tener ningún control sobre su trabajo.

—Lo conseguiré... —dije antes de tomar su camisa y su bóxer mientras ambos estábamos parados en el armario. Busqué su reloj, abrigo, maquinilla y cinturón.

—Tomaré dos huevos en el desayuno...

¿Realmente me pidió que lo hiciera por él?, me pregunté.

—¿Me estás pidiendo que haga ...? —Quería confirmarlo, pero su cara molesta me miró.

—¿Quién más está parado aquí? No eres buena en la cama. ¡Si eres buena cocinando, al menos hazlo por mí! Por esta ropa elegante... por poner un techo sobre tu cabeza... —Su voz fue suficiente para amargarme la boca.

Habría saltado si no hubiera estado ya muy alerta en su presencia.

—¡Vete! —Gritó. Me pregunté si estaría enojado con el Sr. Lucca—. Y dile a Peter que me vea en mi estudio si ya están esperando —Lo escuché antes de llegar a la puerta.

Al entrar en la cocina, encontré a alguien barriendo el piso mientras su chef estaba ocupado preparando el desayuno.

—¿Está todo listo? —Le pregunté al hombre haciéndolo mirarme con sospecha. Sabía que no le agradaba. Todos en esta casa ya sabían que realmente no tengo un estatus.

—Empezando... pero solo serán cinco minutos señora Lucca. Tengo mi base cubierta —Me respondió haciéndome decir:

—Lo terminaré, —Y, sabiendo que no retrocedería, agregué—: ... Él me lo ha pedido —Esta era la palabra mágica.

Le preparé dos huevos y café. Estaba poniendo la mesa cuando lo encontré bajando con Peter caminando a su lado. No tenía las gafas puestas. Me di cuenta de que todavía estaba enojado y nada sereno. Fue suficiente para hacerme darme cuenta de que sin mi conocimiento me estaba acostumbrando a él. Bueno, por ahora, era necesario.

Puse mi mano en mi vientre. Ojalá, cuando llegue el momento, deje que mi bebé viva sin pelear. O... no sé lo que haré.

Ya había terminado con su desayuno cuando los dos encontramos a Sasha entrando. Tenía un vestido exquisito.

—Quiero preguntar algo. ¿Es este un buen momento? —Por supuesto, yo no era la única que sabía cuándo ese hombre estaba enojado.

—Habla... —dijo mirando hacia arriba con indiferencia, pero sus ojos estaban enfocados en su cuerpo en el momento en que la miró terminar de vestirse.

Un Rostro CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora