Capítulo 36

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Julie.

—Ven aquí —me miró abriendo los brazos. Caminé hacia él y la sonrisa en su rostro me decía que disfrutaba haciéndome escandalizar. Solo podía esperar que no supiera lo asqueroso que me parecía. Un niño... estaba secuestrando a un niño. ¿Cómo puedo esperar que sea un padre? Pero supongo que no debo esperar que sea un padre. Mientras me dejé ser solo la madre, estaría bien para mí.

—¿Quieres hablar de algo? —Preguntó haciendo que se me secara la garganta...

—No... —dije haciendo que me sujetara la mejilla izquierda.

—Fue un día tan frustrante hasta ahora... pero encontrarte aquí hace que todo sea tan bueno —Me tomó y me hizo sentar en la mesa. Sabía que no era yo quien lo hacía feliz. Estaba feliz por haber encontrado una solución malvada a su problema. Pero no era la primera vez que lo escuchaba hablar de un secuestro, sino que esta vez lo estaba haciendo con un niño pequeño.

Mis manos se crisparon cuando se acercó a besarme, pero lo abracé. Y, eso solo me hizo caer sobre su mesa. Me chupó el cuello mientras frotaba su cuerpo vestido contra el mío. Hacía frío en su habitación y con su piel pegajosa y la misma ropa de ayer podía decir que no se había duchado o que no había llegado a casa ni nada por el estilo.

—¿Qué podría ser mejor que tener que follar este hermoso cuerpo después de un día estresante? —Comentó deshaciéndose de sus pantalones.

Sonreí y le devolví el beso cuando esta vez se acercó a mí. Su boca viajó hasta mis pechos y esta vez cuando los mordió me di cuenta de lo tiernos que se habían puesto. Empujando mi vestido hacia arriba me quitó las bragas. Gruñí cuando me penetró y empezó a empujarme hacia arriba con cada embestida.

Se enderezó y me separó los muslos. Sus ojos eran oscuros y estaban concentrados en la acción.

—Cualquiera puede excitarse mirando aquí... ¡Joder... eres sexy! —Pellizcó mis muslos y aceleró haciendo insoportable la tensión de mi cuerpo—. No te corras, Julie, aguanta —Mis labios empezaron a temblar—. Di que me amas... —Susurró muy bajo, pero yo ya estaba frustrada.

—Te amo —Mi gemido salió bajo y él aceleró gruñendo.

—¡Dilo lo suficientemente alto y te dejaré ir! —Mi respiración se agitó cuando se acercó a mí para morder mi pecho.

—¡Te amo! —Esta vez me retorcí más fuerte y sentí que él deshacía en mí. Jadeé y traté de controlar mi cuerpo tembloroso bajo él hasta que sentí que me chupó el lóbulo de la oreja y siguió profundizando su embestida mientras se corría.

—Estos dos días iremos a mi playa privada. No habrá nadie que nos moleste. Y tendrás todo el tiempo para demostrarme lo mucho que me quieres —Se rio y se bajó.

Me quedé tumbada mientras él se ponía sobrio. Mis piernas se desmoronaron cuando intenté moverme. Me bajé el vestido y encontré mis bragas en su silla.

Todavía estaba tratando de normalizar mi respiración cuando lo encontré de pie muy cerca de mí. Me miró profundamente a los ojos durante unos minutos, pero me di cuenta por su cara que solo estaba emocionado mirando algo que le pertenecía y confirmé mis pensamientos cuando trazó su dedo en mi vientre.

—Esto es de Matteo De Lucca... tú eres mía... la chica que no toca nadie antes que yo... —Me levantó la barbilla—, y, nunca será probada por ningún otro. ¿Estoy en lo cierto? —Se acercó a chupar mi boca y gemí asintiendo.

Cerré los ojos mientras él sujetó mi mejilla.

—¡Qué esposa tan obediente! Todo lo tuyo... tu corazón, tu cuerpo y tu alma, me pertenecen... este cuerpo perfecto y joven es mío... esta piel donde esta la marca, ya no es tuya —Esto me hizo mirar a sus ojos.

Un Rostro CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora