Capítulo IV: Dudas

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-Me quieres explicar...-el peligris soltó un suspiro en un intento de calmar todo el enojo y frustración reflejados en su rostro. Efectivamente, no lo logró- ¿Qué estupidez está pasando? -preguntó mirando directamente a su amigo, quién estaba del otro lado del escritorio sentado en una silla de manera extraña.

-Lo que oíste, todos olvidaron el suceso, menos a quienes ves en las foto. No sé por qué, no sé cómo, solo eso- contestó el rubio con la misma confusión que el contrario.

-Y cómo lo sabes- cuestionó nuevamente el pálido- Cuando fui ahí con Hoseok para comprobar no hubo nada extraño, todos por alguna razón lo habían olvidado- confesó.

-Yo pensaba lo mismo hace unos minutos- aclaró el rubio acercándose a su amigo para susurrarle- Jungkook se hizo amigo de ambos, eran omegas normales. Pero, cuando acompañamos a uno de ellos a casa, al de cabello marrón, habló de lo sucedido como si nada, como si todos lo supieran. Dijo que su maestro fue golpeado como un costal de huesos y que aquel tipo le impuso mucho temor- Namjoon frunció el ceño al recordar la narración del omega.

-Todo esto no me da confianza. Por qué diablos iría a una Universidad a golpear a un maestro ¡No tiene sentido! -gritó el de cabellos grises frustrado. Nada de lo que oía tenía lógica- ¿Y el otro omega? ¿Recuerda algo? -preguntó.

-No lo sé, pero no me sorprendería si lo hace- simplificó Namjoon- Yoon, lo peor de todo esto, es que...él...lo hiciera personalmente- acusó.

-Eso es lo que no tiene sentido. Y lo peor, hacer que todos olviden eso, excepto dos niños de universidad- analizó Yoongi. Iba a darle un gran migraña si seguía pensando en eso.

-Tal vez, él tampoco planeaba que los dos niños lo recordaran-acotó el rubio.

-¡Eso tiene menos sentido que antes!¡ESE MALDITO DE JI...

-¡No pronuncies su nombre! -se alteró el rubio.

-No me da miedo su maldito nombre -aclaró Yoongi con una grave voz, dejando en evidencia su frustración- Y pensé que a ti tampoco.

-No me da miedo, solo evito decirlo, es más fácil así- contestó con cautela.

-Bien, tú habla con el alto y yo con el rosadito. Veremos qué podemos averiguar- soltó por último Yoongi saliendo de aquella espaciosa habitación a la que comúnmente llamaba "oficina casera".

-¿Rosadito? -se preguntó Namjoon estando solo- Al parecer tú y yo nos volveremos a encontrar- sonrió satisfecho mirando la fotografía de aquel joven alto, delgado y de cabellos marrones.

Al día siguiente el ánimo en la casa de Min no era de los buenos, considerando que Yoongi era el único viviendo ahí. Toda la noche se la pasó pensando en qué planeaba el hombre de ojos rojos que ahora le pasaba factura: tenía una migraña de horrores. En estos momentos es cuando agradecía que su sistema fuera un tanto más fuerte de lo normal en su especie.

-¿Qué tendrá el rosadito de especial? -se cuestionó al recordar el porqué de su separación tan temprana del calor de su cómoda cama.

Después de terminar todo lo que su sombría mañana requería salió de su muy acomodada casa. Ingresó al asiento piloto de su coche con un rostro no muy amigable, fruto de su noche en vela, y sonrió al sentir el calor de la calefacción de su auto. En esos momento le da las gracias al tonto de su amigo por convencerlo de gastar su dinero en un muy ostentoso y llamativo auto.

-¿Cómo es que soporté cinco años de esto?- preguntó a la nada recordando los años que estudió en la Universidad.

En todo el camino solo tuvo una vista neutra en el tráfico y soltó un par de maldiciones al verse atrapado, llegando así a las grandes paredes del recinto.

『 𝑶𝒍𝒐𝒓 𝒂 𝑺𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora