𝕮apítulo 27: La Recompensa de Dobby

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-Apóyate en Ron y en mí

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-Apóyate en Ron y en mí.-Me indicaba Harry mientras él y Ron tomaban mis brazos, uno de cada lado.

-Harry, si puedo caminar. No soy de cristal.-Me queje mientras me ayudaban a pararme de la camilla, ¡por fin!

-Lo sé, es solo que te... ¡No sé, te moriste!-Me regaño Harry y yo rodeé los ojos.

-Luego discuten, vámonos a la oficina de Dumbledore, ya nos estarán esperando.-Nos pidió Ron para empezar a caminar a la oficina de Dumbledore, noté que los chicos y yo estábamos igual que cuando entramos a la Cámara de los Secretos, (sucios, con cicatrices y lodo). Al doblar la esquina nos topamos con Ginny y los cuatro nos dispusimos a caminar hacia la oficina, entramos y nos topamos con el señor y la señora Weasley, Lockhart, la profesora Mcgonagall y el profesor Dumbledore.

-Ginny.-Lloro la señora Weasley acercándose hacia su hija. El profesor Dumbledore estaba ante la repisa de la chimenea, sonriendo, junto a la profesora Mcgonagall, que respiraba con dificultad y se llevaba la mano al pecho. Fawkes pasó zumbando para después posarse en el hombro del profesor Dumbledore. Sin darnos cuenta, Ron, mi hermano y yo nos encontrábamos atrapados en un abrazo de la señora Weasley.

-Auch.-Solté sin pensarlo, haciendo que nos soltará. Puede que haya descansado 6 horas pero no estaba completamente sana.

-¡La han salvado! ¡La han salvado! ¿Cómo lo han hecho? ¿Hilary qué te pasó?-Pregunto y por instinto mío voltee a ver a Ginny, quien había agachado la cabeza mientras lloraba.

-Creo que a todos nos encantaría enterarnos todo sobre lo que pasó anoche.-Dijo con un hilo de voz la profesora Mcgonagall.

Harry y yo nos acercamos hacía la mesa y depositamos encima el Sombrero Seleccionador, la espada de plata y rubís incrustados y el diario de Tom Ryddle.

Mi hermano y yo empezamos a contarles todo. Hablamos durante casi un cuarto de hora, mientras ellos nos oían en silencio. También contamos lo de la voz que oíamos antes de cada ataque, que Hermione había comprendido que lo que nosotros oíamos era un basilisco que se movía por las tuberías; que nosotros seguimos a las arañas por el Bosque, la respuesta de Aragog nos había dicho dónde había matado a su víctima el basilisco. Que nosotros habíamos unido los hilos de que se trataba de Mytle la llorona que había sido la víctima y que la entrada a la Cámara de los Secretos podía encontrarse en el baño...

𝕳ilary 𝕻otter 𝖄 𝕷a 𝕮àmara 𝕾ecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora