❛❛¿Qué pasa cuando el viejo profesor de historia decide que es tiempo de jubilarse?
Fácil: ¡le damos la bienvenida a un excelente, atento y excesivamente guapo profesor de intercambio!
No, ese no debería ser el orden de las cosas, por lo menos, no...
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❛❛Prólogo❜❜.
''Nada es real hasta que se experimenta, aún un proverbio no lo es hasta que la vida lo haya ilustrado''.
—John Keat.
El agarre en sus caderas era firme, cuán niño que sostiene su juguete favorito sin querer soltarlo, las embestidas siendo cada vez más constantes y certeras. En medio del acto pecaminoso, un gemido gutural abandonó la boca del pequeño pelirrojo, jadeando acabó por rasgar la espalda de su acompañante.
—Joder —un jadeo, otro gemido, que provocaron que el rubio incrementará el ritmo de sus movimientos, arremetiendo sin piedad contra el chico bajo suyo, en un total delirio—, te sientes tan exquisito.
—¡Hyung!
La noción del tiempo se había perdido por completo, las charlas triviales habían pasado a un segundo plano y, por supuesto, JeongIn nunca hubiese esperado verse a sí mismo en esa clase de posición, más que semidesnudo, en un mar de gemidos y lágrimas, y desesperado por más de ese hombre que por tanto tiempo afirmó odiar «tan siquiera creyendo hacerlo», aborreciendo sin excusas sus —realmente aburridas— clases de historia.
No, Yang JeongIn era un muchacho respetado, educado y descendiente de un núcleo prominente. El ejemplo a seguir de todos sus compañeros; un estudiante excelente, con un desempeño académico impecable, que jamás, ciertamente jamás, desobedecía a las reyes de sus mandatos. A punto de contraer matrimonio con un joven poco mayor que él, y el heredero de una de las empresas más destacadas en todo Corea del Sur.
Guapo, inteligente y con un futuro sumamente prometedor.
De ninguna manera, en toda su existencia habría podido aceptar algo tan audaz. Y es que, aún cuando su consciencia se destrozara, aún si sus padres declaraban esa una abominación y erración eterna, Yang JeongIn no podía simplemente seguirlo negando, ocultando el profundo amor que desde hace algún tiempo profesaba hacia su profesor de historia. Era irrevocable, inquebrantable y sorprendente, cuando, sin refutar, sus sentimientos del mismo modo también eran plenamente correspondidos.
Porque, como dicen; del odio al amor sólo existe un paso, y JeongIn rompería todos los estereotipos para estar junto a él.
•••
«—No todas las historias con un inicio trágico deben, deliberadamente, terminar de la misma forma».
•••
''¿Qué opinas si en lugar de esto, dejamos las diferencias de lado y hacemos algo más divertido?''.
''Vamos, petit, déjate llevar por mis caricias''.
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