❛❛¿Qué pasa cuando el viejo profesor de historia decide que es tiempo de jubilarse?
Fácil: ¡le damos la bienvenida a un excelente, atento y excesivamente guapo profesor de intercambio!
No, ese no debería ser el orden de las cosas, por lo menos, no...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capítulo 5: ❛❛Tentación❜❜.
[ ¡Estado de vulnerabilidad! ]
"No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor".
—Alejandro Dumas.
La primera vez que JeongIn sintió miedo tenía cinco años.
El sol se asomaba desde el horizonte, escasos rayos de luz se colaban por el umbral de las ventanas. JeongIn jugaba solo en su habitación. Era el día libre de su Noona, la señorita Shin, por lo que en el momento, solo contaba con la compañía de su madre.
Bueno, si es que eso podía seguir siendo considerado "compañía".
Tan pronto como llegó, la mujer se había encerrado en el despacho, concentrándose únicamente en su trabajo. El silencio no tardó en apoderarse por completo del lugar, y el menor no podía sentirse menos agobiado.
Dejando su carrito de lado, el niño se apoyó para levantarse del piso, caminando en medio del desorden de juguetes y saliendo de la habitación. Siendo todavía tan pequeño, toda la casa se le hacía inmensa —incluso más de lo que ya era—, aunque, no permitió que aquello se convirtiera en un impedimento para conseguir su objetivo. Se detuvo frente una de las puertas, y dio un par de golpecitos antes de adentrarse por completo, sus pasos resonaron suavemente en el interior.
—¡Mami, mami, estoy aburrido!
Dando un respingo, la mujer levantó la vista; una mueca de disgusto formándose en sus labios, claramente molesta por haber sido interrumpida.
—¡JeongIn!, ¿¡cuantas veces tengo que decirte que no entres de esa manera!?
El infante se encogió en su lugar, apenado: —Lo siento, mami, ya no quería seguir jugando.
Chaeyoung resopló, regresando su atención a la computadora, —¿Entonces qué quieres? —soltó desinteresada.
JeongIn vaciló, jugando con sus deditos y balanceándose suavemente sobre sus pies.
—Quisiera... que hiciéramos algo juntos, quizás podríamos ver una peli, o lo que tu prefieras —propuso, alzando la vista para verla. La mujer, por su parte, ni siquiera lo miró.
—JeongIn, siempre pides lo imposible. Como puedes darte cuenta, en estos momentos estoy muy ocupada.
El menor hizo un puchero, —Entonces podemos...
Esta vez no terminó, su madre se giró hacía él abruptamente, interrumpiendolo.
—¡Ahora no, JeongIn!
Los ojos del pequeño se aguaron, conteniendo las ganas de llorar. No le gustaba cuando su mamá se enfadaba.
