❛❛¿Qué pasa cuando el viejo profesor de historia decide que es tiempo de jubilarse?
Fácil: ¡le damos la bienvenida a un excelente, atento y excesivamente guapo profesor de intercambio!
No, ese no debería ser el orden de las cosas, por lo menos, no...
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Capítulo 20: ❛❛Romper las reglas❜❜.
“Amar a alguien es una cosa. Que alguien te ame es otra. Pero que te ame la misma persona que amas, lo es todo”.
—Paulo Coelho.
La palabra "No" siempre tuvo mucho poder sobre JeongIn, le aterraba la simple idea de desobedecer y deber atenerse a las consecuencias de sus actos, por ello siempre fue correcto en todo, obediente, pero sobretodo, condescendiente con sus padres.
"No puedes salir".
"No hagas esto".
"No es el momento".
Toda su vida estaba rodeada de no's.
No, no, no y no, ¿por qué? Simplemente porque así era y así se debía hacer, de esa manera lo decretaban sus superiores, cada día de su existencia era un mar infinito de negaciones.
Era algo complejo, pero JeongIn había prendido a sobrellevarlo, siempre se caracterizó por ser un niño inteligente y poseer una buena conducta no tenía el más mísero misterio. Cosas como: "No puedes hacerlo" o "No está bien aquello", solo eran piezas de un crucigrama, si las ubicaba todas bien, entonces no habría ningún problema.
Con el pasar del tiempo, JeongIn había aprendido a vivir de esa forma, atesorando los pequeños y buenos momentos.
Y todo iba bien.
Todo estaba perfectamente equilibrado.
Pero hubo un declive, y en este caso aquel declive tenía su propio nombre y apellido: Hwang HyunJin.
¿Quien iba a pensar que su profesor de historia iba a ser el responsable de poner su mundo patas arriba?
La respuesta: inimaginable.
Era absurdo el simple pensarlo.
¿Un profesor y su alumno? Realmente él no terminaba de procesarlo.
La vida de JeongIn no siempre fue la mejor, no era feliz, pero tampoco un infeliz en absoluto, digamos que se hallaba en un nivel fácil de sobrellevar, era como había sido siempre, de la única manera que siempre tuvo que ser.
Pero pasó, quizás solo maduro, o se canso de todo.
Oh, Dios, su cabeza daba muchas vueltas, su cuerpo se sentía pesado, y era cada vez más difícil mantener una línea recta. Su rostro caliente.
La cara de ChaerYoung más que furiosa y expresiones anonadadas continuaba repitiéndose con furor en su mente, necesitaba pensar, necesitaba tranquilizarse, necesitaba algo de paz por un momento.
La brisa fría que golpeaba su cara no hacía otra cosa más que desestabilizarlo, sus pasos siendo lentos pero constantes, sin un rumbo exacto.
-—Soy un tonto... —pensó, o más bien murmuró, entre delirios a causa del exceso masivo de alcohol.
