Capítulo 58 compensación

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Alan

Luciana se marchó, permanecí de pie durante unos minutos más en el umbral de la puerta aún sintiendo la furia a flor de piel porque gracias a un estúpido inútil una velada que pretendida ser maravillosa terminó siendo un completo desastre, regresé al salón aunque sinceramente no sé por qué volví ya que no tenía caso seguir ahí.

Miraba desde el balcón a las parejas danzar al ritmo de un vals de piano, la gente intentaba disimular la bochornosa situación ocurrida hace unos instantes, sin embargo lo hecho hecho estaba y no había manera de remediarlo, fruncí el ceño y me levanté del trono dándole con indiferencia la copa de vino a una criada quien yacia parada a mi costado como buen perro fiel, abandoné el salón ignorando los comentarios de la criada no tenía humor de permanecer un minuto más en esa estúpida fiesta.

Luciana

Cerré la puerta trás de mi seguido de soltar un gran suspiro de alivio, procedí a desvestirme quedando solo en camisola me senté frente al espejo del tocador y comencé a cepillar mi cabello. Al terminar me levanté del banco dirigiendome a la cama.

Entre el sueño y la vigilia logré escuchar la puerta abrirse seguido de unos pasos dirigiendose hacia la cama, sentí una mano gélida pero cálida a la vez acariciar con suma delicadeza mi rostro, yo sin embargo no me sobresalt ya que sabía perfectamente a quien pertenecía ese frío tacto, no obstante sentí sus labios contra los míos en un tierno y apasionado beso el cual duró unos pocos segundos.

Por la mañana desperté con una extraña pero agradable sensación así que me levanté de la cama caminando hacia el armario para elegir un vestido lindo acorde con ese día.

Salí de mis aposentos bajé las escaleras dirigiendome hacia el comedor donde yacia mi vampiro en la cabecera de la mesa.

—buenos días cariño— me acerqué a él y besé su mejilla casi apunto de tocar sus labios.

—hola mi cielo— se levantó y besó mis labios por unos breves segundos seguido de recorrer la silla para poderme sentar.

Durante el desayuno entró al comedor uno de los niños quien le informó a Alan que unas personas solisitanban hablar con él urgentemente a lo que ambos nos dirigimos al recibidor donde se hallaba Matilde junto a un grupo considerable de personas, todos los ahí presentes hicieron una reverencia ante nosotros.

—¿que desean?— preguntó Alan fijando su autoritaria mirada hacia las inesperadas visitas.

—de veras lamentamos lo sucedido ayer así que en compensación desistimos hacer esta pequeña resección— habló una mujer dando un par de pasos al frente.

—es muy gentil de su parte— agradecí mostrando una pequeña sonrisa.

En cuestión de tiempo ya se había organizado la resección, algunas personas conversaban animadamente en la sala de estar las parejas bailaban al compás del piano, un tenor cantaba con el alma una alegre canción italiana mientras que los sirvientes iban y venían trayendo botellas de los más caros y exquisitos vinos.

En un momento de la fiesta Alan tomó mi mano guiándome al centro del recibidor teniendo todas las miradas sobre mi entonces el piano comenzó a sonar y yo comencé a cantar. A estas alturas el cantar frente a un público ya no representaba ningún temor para mi permitiéndome hacer ademanes o leves gestos con el fin de agregarle más sentimiento a la canción.

Al terminar de cantar los aplausos no se hicieron esperar, sonreí he hice una elegante reverencia.

La gente de Santa Marina a sido muy atenta y agradable, es sorprendente el respeto y lealtad que le tienen a su amo a pesar de que él nunca demuestre afecto hacia sus súbditos aún así ellos le son fieles.

el alma del vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora