Elena
Me encontraba en mi habitación preparándome para mi gran día, mis damas de honor se empujaban peleando entre ellas para poder acomodar el velo, una colocaba el tocado de una manera pero otra la apartaba acomodándolo de otro modo, las miré de reojo y solté una pequeña risita. Las sirvientas se paseaban de un lado a otro por el cuarto parloteando sin parar mientras acomodaban algunos vestidos sedas y encajes, me senté en banquillo de mi tocador y saqué de mi joyero un hermoso conjunto de aretes y collar bañados de oro blanco, me levanté arreglando la falda del vestido con mis manos.
—¡luce preciosa señorita!— mencionó una de mis damas de honor admirándome con una gran sonrisa en el rostro.
Agradecí de igual manera.
Unos galopes a la puerta detuvieron el escándalo armado por la manada de chiquillas dentro de la habitación, la más joven del grupo se dirigió rápidamente a la puerta indicó silencio con un gesto de mano haciendo callar a sus compañeras, al abrir la puerta el mayordomo entró en la habitación informando que tenía que bajar antes de que se hiciera tarde, las chiquillas cuchicheaban entre ellas soltando leves risitas, asentí y él hizo una reverencia para después marcharse. Fabiola, mi dama de compañía se acercó a mi con pasos ágiles corroborando que todo mi atuendo estuviese perfecto de pies a cabeza, luego de un breve retoque a mi maquillaje y de acomodar el velo salimos de mi habitación.
Caminé por el pasillo siendo escoltada por mis damas de honor, en el recibidor ya me esperaban mis hermanos acompañados de sus novias ataviadas con sus mejores galas. Cecilia usaba un hermoso vestido azul marino collar y brazalete de perlas y su cabello recogido, Luciana sin embargo llevaba un lindo vestido color vino un par de guantes blancos su cabello recogido adornado con una tiara.
—Elena, estás preciosa— elogió una sonriente Luciana.
Agradecí devolviendo en gesto, el mayordomo apareció en el recibidor llegó hacia nosotros para avisarnos que ya era hora de irnos, Alan tomó la mano de Luciana dirigiéndose ambos a la puerta seguidos por Liam y Cecilia, yo sujeté las faldas del hermoso y pomposo vestido de novia dando un paso hacia adelante bajando un escalón y como si eso hubiese sido la señal el mayordomo se dirigió a mí a paso veloz ofreciendo su mano ayudándome a bajar las escaleras. Fuera del castillo yacían dos carruajes, uno llevaría a mis hermanos y sus novias mientras que yo me iría en otro, el cochero muy amablemente abrió la puerta ofreciendo su mano ayudándome a subir al carruaje, a medida que el vehículo avanzaba los nervios comenzaron a invadirme una atmósfera de intranquilidad he inquietud moraba a mi alrededor, muy en fondo temía que algo malo sucediera (y no es que yo fuese supersticiosa o algo por el estilo) solo no dejaba de sentirme inquieta y aquel velo de intranquilidad me ahogaba, me asfixiada... Quizá sea por el momento tan emotivo que tenia sentimientos encontrados... Ademas Gabriel y mis hermanos estarían ahí y ellos no permitirían que nada ni nadie arruinara el momento. Exhalé, acerque mi mano derecha donde yacía el anillo lo observé durante algunos segundos recordando las palabras de Gabriel "todo saldrá bien, tranquilízate" y así tenía que ser, tenia que estar tranquila eliminar los pensamientos negativos de mi cabeza y dejar que todo fluyera. Besé el anillo y acaricié suavemente mi mejilla esbozando una pequeña sonrisa.
El carruaje se detuvo frente a una gran puerta doble color caoba, el cochero me ayudó a descender del vehículo para después ser acompañada por el mayordomo y mis damas de honor al interior del salón. Caminaba por un largo pasillo de paredes oscuras decoradas por elegantes pinturas antiguas iluminado por pequeños candelabros de mano, me detuve frente a una segunda puerta igual a la primera custodiada por dos guardias quienes al verme hicieron una reverencia, las puertas se abrieron majestuosamente ante mi y casi al instante comenzó a sonar una bella melodía, caminé por el pasillo alfombrado, en el balcón sentados en elegantes sillas de espaldar alto yacían mis hermanos acompañados por sus respectivos cónyuges. Al mirar al frente una linda sonrisa apareció en mi rostro al verlo, Gabriel yacía al pie del altar aguardando por mi, a pesar de intentar guardar la compostura la emoción que emanaba de su persona era demasiado evidente como para pretender ocultarla. Al llegar al altar él extendió su mano hacia mi yo la tomé y ambos nos miramos creando aquel contacto visual que solo nosotros éramos capaces de hacer, nos sonreímos mutuamente vislumbrando a través de nuestros ojos la felicidad y alegría del otro.
Entonces la ceremonia comenzó.
(...)
Los aplausos resonaron por todo el salón justo al instante de unir nuestros labios, al fin estábamos casados, ahora éramos marido y mujer juntos para siempre. Un amor que logró vencer la barrera de la vida y la muerte cuya esencia perdurará por la eternidad.
Los aplausos fueron opacados por la gran resonancia del enorme órgano de viento ubicado en un rincón del salón y una dulce voz comenzó a escucharse, una hermosa y privilegiada voz, inmediatamente reconocí aquel encantador sonido aterciopelado propio de una voz dulce y muy lírica, miré hacia arriba encontrándome con ese angelical rostro de facciones delicadas y mirada inocente, la voz de la Leiva resonaba majestuosamente a lo largo y ancho del salón, ella cantaba con tanta pasión atrapando a quien la escuchase por los bellos matisse y dinámicas que hacían sus cuerdas vocales logrando erizar la piel por el sentimiento que la soprano quería transmitir.
La voz de Luciana es preciosa y sobre todo incomparable.
(...)
—sueñas, con un amor puro
Sin condición
Fuerte, eterno como el sol
Por el que se dibuja una pasión.Cantaba la soprano parada frente a la mesa de honor, nuestra mesa, revestida por finos manteles blancos y decorada con pequeños ramilletes de flores, a mi izquierda yacían Liam y Cecilia ella sostenía con su mano enguantada derecha una copa de vino tinto llevándola a sus labios escarlata bebiendo de ella con elegancia, a mi derecha se encontraban Alan y Luciana ella balanceaba levemente su cuerpo al ritmo de la música esbozando una linda sonrisa otorgándole luz a su mirada mientras Alan la contemplaba con amor para después tomar un pequeño sorbo de su copa.
—Sueñas, con un amor puro
Con devoción
Libre, sacar las alas del corazón
Volar a donde anida la pasión.La pasión es como un viento inquieto
Que se convierte en libertad
Es saber qué hay alguien más que vive
Deseando poderte encontrar.Es viajar sin miedo entre las estrellas
Y la inmensidad
Son dos almas que se unen
Llegando hacia la eternidad.Vives, con un amor fuerte
Y sin condición
Libre, ponerle alas al corazón
Volar a donde anida la pasión.La cantante hizo una reverencia agradeciendo los aplausos de los presentes.
—te amo Elena— Gabriel me sonrió con esa alegría vislumbrarte a través de sus preciosos ojos de fuego —brindemos, por nosotros— levantó la copa.
Sonreí.
—si... Por nosotros, y por la felicidad eterna que nos espera— tomé mi copa.
Ambas copas chocaron generándose un leve sonido de tintineo al golpearse los cristales entre sí, Gabriel sostuvo su copa con su mano izquierda acercándola a mis labios y yo hice exactamente lo mismo tomándola con mi mano derecha bebiendo ambos del dulce vino que uno le daba al otro. Nuestros labios se unieron en un profundo beso desbordante de amor y pasión, la exquisitez de los labios de Gabriel mezclado con el dulce sabor del vino eran una combinación más que perfecta un delicioso elixir del cual quería probar hasta perder la conciencia, hasta embriagarme.
Ahora Gabriel es parte de mi así como yo lo soy de él, ahora él pertenece a los Iradier y Salaverri ya no es un simple subordinado al mando del rey sino un miembro honorable y responsable de la familia real.
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el alma del vampiro
Vampireella es una muchacha común y corriente, dulce, tierna de nobles sentimientos pero muy frágil el es el rey de los vampiros alguien frío, malvado y carente de cualquier tipo de sentimiento el está en busca de su alma gemela ella quiere una vida mejor...