Aquella tarde alrededor de las cinco, tres jóvenes —dos varones y una mujer— caminaban por el lúgubre y oscuro bosque, habían decidido salir de excursión ignorando por completo las leyendas sobre aquel sitio, dichos rumores citaban que en ese bosque habitaban seres sobrenaturales, sucedían cosas extrañas y las personas que osaban adentrarse desaparecían sin dejar rastro, razón por la que nadie se atrevía a poner un pie allí. O por lo menos nadie en su sano juicio. No obstante los muchachos no iban a creer en absurdos cuentos de ancianas supersticiosas solo para asustar niños y siguieron adelante guiados por la adrenalina y sangre juvenil corriendo por sus venas.
Luego de un buen tramo recorrido cargando sobre sus espaldas pesadas mochilas y escuchar las constantes quejas de Christine por fin llegaron a su destino, un hermoso lago rodeado de frondosos árboles, dejaron sus pertenencias en el suelo sentándose para descansar un poco después de haber caminado por horas, el sol comenzaba a ocultarse, sin embargo no pasó mucho tiempo hasta que una extraña sensación los acompañó, la sensación de ser observados. Christine se removió inquieta acurrucada bajo su lindo abrigo celeste mientras que Jonathan y Adrián se frotaban sus heladas y entumecidas manos calentándolas un poco, el viento soplaba con fuerza sacudiendo las copas de los árboles y el frío comenzaba a arreciar a la vez que esa incómoda sensación acrecentaba.
De pronto, aparecieron cuatro criaturas aladas de aspecto femenino surcando el cielo posando sus penetrantes ojos rojos en los jóvenes quienes se vieron rodeados por aquellos seres, los varones rápidamente desenfundaron sus armas comenzando a dispararles pero cada bala era fácilmente esquivadas por aquellas y si alguna llegaba a herirlas no eran más que daños menores.
—¡cuidado!— advirtió la pequeña Christine observando aterrada la escena pues ella nunca antes había presenciado algo parecido, no más allá de los relatos de sus abuelos padres y hermanos.
Uno de los gemelos rodó por el suelo antes de ser alcanzado por una de las vampiresas, esta gruñó rabiosa huyendo rápidamente divisando una bala venir hacia ella.
—¡Natalia, acaba con él!— ordenó Lira con agresividad.
—será un placer— la otra sonrió gustosa yendo tras el muchacho tomándolo del cuello antes de que este pudiese reaccionar, su arma de le cayó quedando completamente indefenso a merced del vampiro.
El otro trataba de liberarse pero al mirar hacia abajo supo que la caída sería fatal, no obstante Natalia soltó al joven a lo que sus hermanos palidecieron al verlo caer pero fue atrapado por Salomé quien mordió su cuello bebiendo un poco de su sangre, relamió sus labios saboreando ese elixir y deleitándose con su exquisito aroma varonil.
—¡ya dejen de jugar!— replicó impaciente la pelirroja dirigiéndose hacia las otras apartándolas bruscamente de su camino.
Jonathan corrió por el arma de su hermano pero antes de tomarla fue golpeado por Marishka dejándolo gravemente herido sin posibilidad de reincorporarse, Christine observaba horrorizada aquello, preocupada, angustiada de ver a sus hermanos mayores en problemas, uno preso bajo las garras de esos engendros y el otro malherido en el suelo con la impotencia y la cólera emanando de él. No obstante ella divisó el arma de Adrián tirada por ahí percatándose de que aquellas no la habían atacado ya que desde un principio venían contra los gemelos vislumbrándose el odio en esos refulgentes ojos rojos, la muchacha no les interesaba ese momento (al menos no por ahora) la otra aprovechó el ser ligeramente invisible para correr hacia el arma y recogerla, la miró dudosa por unos instantes pero el deseo de ayudar a sus queridos hermanos la dominó y con su nula experiencia comenzó a disparar fallando en todos sus intentos, el otro a verla batallar como pudo se arrastró hacia su hermana pero su lesión le impidió ir más allá terminando por rendirse vencido por el dolor acrecentándose y gritando dijo.
—¡apunta al corazón!.
La otra sujetó el arma con fuerza entrecerrando los ojos ubicando mejor la mira del objetivo y con la mano temblorosa pero más decidida que nunca disparó acertando milagrosamente en el corazón de uno de los vampiros quien cayó por cielo gritando de agonía hasta finalmente desvanecerse en cenizas.
—¡Natalia!— exclamaron las restantes dolidas el nombre de la desgraciada para luego emprender el vuelo marchándose llorando lágrimas de sangre.
El ambiente quedó nuevamente en calma y en silencio salvo por el canturreo de los grillos.
—Christine, ¿que hiciste?— inquirió Adrián llegando hacia ella aparentemente sano y salvo, sin embargo la marca en su cuello aún yacía ahí roja e irritada.
—yo... yo...— balbuceaba aquella dificultosamente todavía consternada por lo anterior, dejó caer el arma arrugando su abrigo con sus manos temblorosas esperando una reprimenda.
—no puede ser...— soltó el otro incrédulo apoyándose en el hombro de su gemelo sin saber exactamente cómo continuar —Christine... Mataste a una doncella, ¡hermanita mataste a un vampiro!— replicó alegremente ignorando el dolor que le acongojaba.
—felicidades— dijo Adrián besando con cariño la frente de la muchachita, él estaba feliz pero también sorprendido porque a pesar de que Christine era una novata logró matar a un vampiro y eso le hacía sentirse realmente orgulloso de ella —a partir de ahora serás entrenada, acabar con un chupa sangre no es sencillo, se requiere mucha valentía cosa que tu demostraste. Ya verás, serás la mejor cazadora de la familia, ¡la mejor!.
Christine los miró confundida pero aún así esbozó una pequeña sonrisa.
*****
—¡perdimos a Natalia, amo!— exclamó Lira entre sollozos para enseguida romper en llanto cubriendo su rostro con sus manos siendo abrazada por Salomé, ella se apoyó en el regazo de su hermana escondiendo su rostro en su pecho.
Ahora de las cinco sólo quedaban tres quienes regresaron a su hogar buscando el consuelo de su maestro, el otro no hacía nada más que mirarlas sin reacción alguna ante los abrumadores llantos y lamentos de sus doncellas, ¿cuánto más tendrían que soportar?, ya habían perdido a la pequeña Sarah y ahora a Natalia, si perdían a otra sus corazones no lo resistirían. Sería demasiado doloroso para ellas.
—que pena— soltó aquel mostrándose indiferente y hasta cierto punto aliviado, liberado, pues Natalia tenía las mismas actitudes de Sarah pero multiplicadas el doble haciéndola inclusive mucho peor que la otra. Alan se sentía agradecido de no tener que soportar más a ese par de chiquillas rebeldes y malcriadas.
—¿como puede ser tan insensible?— cuestionó Salomé levantándose del sofá aún con lágrimas en los ojos acercándose unos cuantos pasos hacia su amo.
—soy como debo ser— dijo el otro dándole la espalda caminando por la estancia.
—¡usted es tan cruel!— replicó Lira, las tres se acercaron a Alan desatándose entonces un torrente de reproches protestas y voces lloriqueando queriendo hablar una por encima de la otra.
—¡A CALLAR!— el grito del vampiro las asustó tanto haciéndolas retroceder inmediatamente agazapándose en un rincón abrazándose entre ellas mientras lloraban —vengan, no me teman— extendió los brazos invitándoles a acercarse a él sin temor alguno, las otras fieles y en su ciega lealtad abandonaron su pequeño sitio yendo donde su maestro quien las recibió y luego las consoló —oh mis doncellas, mis pobres y desgraciadas doncellas.
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el alma del vampiro
Vampireella es una muchacha común y corriente, dulce, tierna de nobles sentimientos pero muy frágil el es el rey de los vampiros alguien frío, malvado y carente de cualquier tipo de sentimiento el está en busca de su alma gemela ella quiere una vida mejor...