Capitulo 67 Paris

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Gabriel

—propongo un brindis, por los recién casados— habló el rey de pie con su copa en alto, cosa que me sorprendió en demasía viniendo de su persona dado que él no es precisamente alguien tan esplendido ni de carácter acomedido con sus subordinados. Miré a Elena quien al igual que yo parecía sorprendida pero supo como disimularlo esbozando una sonrisa para sí misma —Gabriel, acompáñame por favor— dejó la copa sobre la mesa, caminó unos cuantos pasos alejándose de nosotros, me miró indicándome con un ademán que le siguiera.

—como usted ordene su majestad— sin protestar ni repelar me levanté de mi asiento yendo tras él.

Salimos del salón, caminamos en completo silencio por el pasillo. ¿Para que quería el rey hablar conmigo?, ¿cual era el motivo de una conversación a solas?, ¿será acaso que pretendía reprocharme por mi matrimonio con su hermana?. Miles y miles de preguntas se atribulaban inquietas en mi cabeza provocándome una leve punzada la cual acrecentaba con cada paso que daba, froté mis sienes con mis manos tratando de apaciguar el dolor, ni uno ni el otro pronunció palabra alguna sólo seguimos con nuestra caminata él por delante y yo siguiéndole los pasos, en silencio, callado, hasta detenernos frente a la puerta negra de manijas doradas que conducía a su despacho.

Abrió la puerta, se giró hacia mi indicándome entrar con otro ademán.

—señor... ¿Puedo preguntarle el motivo de esta conversación?— inquirí cerrando la puerta tras de mí para que nadie ajeno a nosotros pudiese escuchar o entrometerse.

—verás Gabriel, ahora que te has casado con mi hermana ¿estás consciente del alto puesto que ocuparás?— decía con suma seriedad dirigiéndose a su escritorio, tomó asiento mirándome fijamente, asentí —tu muchacho, has sido el más fiel de mis subordinados, leal a mi. Es por ello y gracias a esa fidelidad es que he decidido... Otorgarte el título de príncipe.

¿Que?, las palabras del rey me tomaron por absoluta sorpresa y desconcierto...¿yo, un miembro de la familia real?... Desde que estoy a su disposición nunca pensé o llegué a vislumbrar un "aprecio" por parte de su persona ni mucho menos al conocer a Elena, quien diría que una dama tan distinguida y fina como ella se fijaría en un simple sirviente al mando de las órdenes de su amo. Y sin embargo aquí estoy, ante su majestad frente a frente, cara a cara, otorgándome un título nobiliario.

—¡que!...— musite incrédulo.

—así como lo oyes...— se levantó y caminó rodeando su escritorio sin apartar en ningún instante su mirada clavada totalmente en mi persona.

—p-pero majestad y-yo— no pude concluir la frase ya que el rey no me lo permitió.

—bienvenido a la familia Gabriel— dijo con determinación colocando una mano sobre mi hombro —salgamos ya.

Entonces ambos salimos del despacho, sin embargo al abrir la puerta nos encontramos a todos tras ella quienes al ser vistos trataron de huir rápidamente.

—¿que hacen ustedes aquí?— la voz autoritaria del vampiro mayor los detuvo en seco evitando que ellos se dieran a la fuga.

Los otros se giraron a verlo.

—¿acaso estaban escuchando?— inquirió aquel, molesto cruzando de brazos fulminando a todos con una mirada severa.

—¿como se te ocurre pensar eso?— habló mi amada Elena dirigiendo su hermosa mirada hacia mi persona, ella me sonrió juguetona, a pesar de que luchaba por mantener la compostura una leve risita amenazaba con escapar. Cubrí mi boca con mi mano derecha evitando que aquella risa saliera y espoleara en una estruendosa carcajada.

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