Capitulo 24 ¡déjame en paz!

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Alan

La maldita bruja de Sabrina casi nos mata al dejar entrar la luz del sol a la casa.

—te lo advierto, vampiro, tienes que cambiar tu actitud— fue lo último que dijo aquella para después marcharse.

Con ayuda de mis poderes la puerta se cerró y las gruesas cortinas cubrieron las ventanas, al levantarnos del suelo Liam y Elena no me quitaban la mirada de encima pero a mí me dió igual y me dirigí hacia la habitación donde se encontraba Luciana. Ella se hallaba sentada en la cama dando la espalda así que me acerqué a ella y coloqué mi mano sobre su hombro a lo que ella se giró bruscamente clavando sus ojos en mi.

—qué hace aquí?— preguntó ella.

—quería saber cómo estabas— respondí tratando de sonar calmado.

—mal, ahora que lo sabe váyase— sus palabras fueron frías y cortantes —... ¿cómo pudo hacerme esto?— murmuró ella mirándome con interrogación.

—tu no lo entiendes pero todo lo hice por amor— tomé sus manos y las besé.

—tiene usted razón, no lo comprendo— apartó sus manos de las mías y se levantó de la cama yendo hacia una esquina del cuarto —... Por amor no obligas a alguien a estar a tu lado, por amor no lastimas a quien dices querer.

Los ojos de Luciana comenzaron a llenarse de lágrimas, no soporto verla llorar es como si me clavaran una estaca.

—no mi ángel, por favor no llores, no soporto ver tus lágrimas— me acerqué a ella tomándola de los hombros.

—... Váyase Alan, ¡déjeme sola!— soltó entre sollozos.

Salí de la habitación y para mí desagrado me encontré con Liam y Elena quienes seguían mirándome inquisidoramente.... Si mi corazón aún latiera y aquellas miradas fueran estacas estaría muerto.

—déjala en paz— habló Elena cruzada de brazos.

—Elena tiene razón, lo mejor será dejarla sola por un momento— agregó el otro a favor de Elena, él tomó del hombro a Elena y ambos se marcharon haciendo menos mi presencia.

Luciana

Lloraba en silencio con el rostro oculto entre las almohadas evitando así que mi llanto se escuchara.... No se que pensar.... Alan nunca me dejará tranquila hasta no obtener lo que quiere. El amor no es una disciplina la cuál se rige o se obliga, el amor es un hermoso sentimiento el cual nace desde lo más profundo del corazón.

—te sientes afligida ¿cierto?— al oír aquella voz me levanté de la cama y miré al espejo, ahí pude ver a un muchacho asomarse por el espejo.

Me gire y para mí asombro no vi a nadie detrás de mi, además no pudo ser Alan ni sus hermanos ya que ellos no se reflejan en los espejos, dirigí nuevamente mi vista hacia el espejo y ya no vi más a aquel joven.... Quizá aquel fantasma sea el alma de Alan, el alma del vampiro.

Alan

Durante todo el día mi presencia fue ausente para Elena y Liam pues ellos no se molestaron en dirigirme la palabra, sin embargo eso a mi poco me importaba, lo único en lo que pensaba era el bienestar de mi Luciana.

Caminé por el pasillo y escuché una sollozos provenientes de la habitación en donde se encontraba Luciana, me acerqué a la puerta pero Liam apareció y se colocó frente a mi impidiendome el paso.

—¡quítate!— amenacé para posteriormente tomarlo del cuello de su camisa y apartarlo de mi camino.

—¡oblígame!— ahora yo quien me encontraba contra la puerta sometido por Liam, no iba a seguir perdiendo el tiempo con estos ridículos juegos de chiquillos.

—¿por qué te preocupas tanto por Luciana?... ¡¿a caso ella te interesa?!— me solté de su agarre, el solo echo de imaginar que aquel pretendía a mi Luciana me llenaba de furia, tanta que casi me revive.

El otro solo se limitó a reír por lo bajo y después se retiró, más sin embargo a mí no me engaña se perfectamente que mi hermano está interesado en mi Luciana, pero no lo voy a permitir. Ella es mía y estaremos juntos por toda la eternidad.

el alma del vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora