Gabriel
Desde que Luciana y el rey regresaron al castillo después de casi dos semanas ausentes las cosas habían marchado con normalidad y hasta podría decirse que en paz, al ver a Luciana bajar del carruaje con una hermosa sonrisa plasmada en su rostro otorgándole brillo a su mirada pude sentir la alegría que de ella emanaba.
Contemplaba la luna desde la ventana de mi habitación, divagaba en mis más internos pensamientos sin importarme si eran escuchados o no, inhalé hondo y poco después dejé escapar el aire acumulado en un profundo suapiro y volví a repetir esa acción, no sé por qué lo hago al fin y al cabo no es que lo necesite... Quizá solo quizá lo haga por inercia o para sentirme más humano. Sentirme vivo de nuevo.
Un exquisito aroma me llegó de repente sacándome de mi trance, desvíe los ojos de la hipnótica luna con el objetivo de buscar la procedencia de tan exquisito aroma que atrapó mi atención.
Y lo encontré, o más bien la encontré.
Ella se paseaba por el jardín los pliegues de su vestido negro ondeaban al compás del viento al igual que sus largos y ondulados cabellos rojizos, entonces la dama nocturna comenzó a bailar, sus movimientos eran delicados y elegantes dignos de una bailarina de ballet clásico, sus pies descalzos aterrizaban contra el suelo en cada salto y a pesar de no tener música ella continuó con su danza creando su propio ritmo.
La luz de la luna la iluminaba por completo resaltando muchas más su pálida piel.
Era tan hermosa.
Sin embargo la doncella notó de inmediato mi presencia y paró su baile para fijar sus ojos en mi persona.
Ella me sonrió he hizo un ademán y pude escuchar de sus labios escarlata proferir un tenue "ven" permanecí estático en la posición que tenía sin siquiera saber cómo reaccionar ante ello pero el deseo de ir hacia ella era tan fuerte que ignoré todos mis escrúpulos obedeciendo al llamado de la señorita.
Salté desde el balcón cayendo perfectamente de pie.
—buenas noches señorita Elena— hablé con respeto he hice una reverencia al estar frente a ella.
—buenas noches Gabriel— sonrió nuevamente haciéndome sentir vulnerable a merced de ella pero también maravillado al contemplarla —y deja de lado la formalidad, puedes tutearme.
Definitivamente eso me tomó por sorpresa, ¿De verdad me pedía que la tuteara?.
—discúlpeme señorita pero no puedo hacerlo, no es correcto además a su majestad le molestará y sería una falta de respeto hacia usted— ella negó con la cabeza mostrando un gesto de desagradado, tal vez lo llamen "timidez" pero no, no es timidez sino que no quiero faltarle al respeto a su persona.
Ella suspiró.
—no me importa lo que piense Alan, no estamos haciendo nada indebido solo somos amigos ¿o no?— me miró interrogante esperando mi respuesta.
Una vez más fui presa de los múltiples sentimientos que se amontonaban dentro de mi ser teniendo una lucha constantemente conmigo mismo ya que una parte de mi tenía que guardarse y permanecer al margen sin embargo la otra parte deseaba estar a su lado tenerla entre mis brazos acariciar ese sedoso cabello rojo besar aquellos seductores labios escarlata mientras me deleito oliendo su exquisito aroma. Y vulgarmente hablando hacerla mía.
¿Que eran estos sentimientos? ¿por qué razón me siento así? ¿será que habré encontrado a mi compañera? ¿es Elena mi alma gemela?.
Asentí.
Ella sonrió dejándome nuevamente fuera de si. Incapaz.
—entonces puedes tutearme— su voz sonó más animada y dió unos cuantos pasos hacia mi acortando nuestra distancia.
—está bien... Elena— su nombre escapó de mis labios como una exhalación y debo admitir que me sentí mucho mejor al romper un poco la barrera que nos impedía tener una conversación amena y más confiable.
—¿vez?, No era tan difícil— soltó una pequeña risita algo infantil pero de igual manera fue muy tierna —¿puedes repetirlo por favor?— pronunció ella en voz queda.
—Elena... — y su carita se iluminó al escuchar mis labios proferir su nombre.
Ambos nos miramos sin decir palabra alguna pues en estos momentos el silencio era lo más prudente, nuestros ojos se encontraron destellando ante el contacto visual, yo me veía reflejado en sus ojos y ella en los míos y entonces nuestra distancia se acortó aún más. Si mi corazón todavía paltitase probablemente estaría desbocado golpeandome el pecho exigiendo salir y huir despavorido a quien sabe dónde, nuestros labios se rozaron pero nos detuvimos sin atrevernos a hacer cualquier movimiento, mantuvimos esa cercanía durante un tiempo indeterminado esperando a que algo pasara.
Y pasó.
Nos separamos completamente avergonzados, carraspe quitándole tención al momento y Elena desvió la mirada un poco sonrojada.
Estuve apunto de besarla, estuvimos apunto de besarnos.
Le propuse a Elena pasear por los alrededores y ella aceptó, volvió la mirada hacia mi quedando ambos frente a frente otra vez, no obstante algo en mi interior estaba inquieto. Me sentía frustrado de no haber completado aquel beso... Estaba tan cerca, la tenía en mi poder y de repente todo se vió truncado gracias a estúpidos escrúpulos y al pudor, ¿que me pasa? ¿por qué quería besarla cuando hace apenas unos minutos me ruhsaba a tutearla?, Nunca antes había experimentado esa sencion ni mucho menos comportarme de una forma posesiva deseando tenerla conmigo a toda costa, me es imposible detener este sentimiento porque Elena a despertado un lado de mi persona que desconocía hasta ese momento.
Pero ella es una princesa y debe ser tratada como tal.
En la parte más recondita del jardín había un columpio decorado con hermosos arreglos florales Elena se dirigió a este y se sentó comenzando a balancearse ligeramente, no pude contener una risita, me acerqué a ella coloqué mis manos en su espalda y comencé a empujarla escuchando su risa brotar de sus labios.
Ella detuvo su balanceo y se giró hacia mi teniendo una vez más aquel contacto visual que solo nosotros éramos capaces de crear, nos miramos el uno al otro a través de nuestros ojos leyendonos el pensamiento, cada emoción, cada palabra dicha anteriormente, todo se veía reflejado en nuestras miradas. Su nariz rozó ligeramente la mía viendo los escasos centímetros que me separaban de sus labios ¿debía detenerme?... Mi mano derecha acarició su mejilla ¿debía hacerlo?... Ella colocó sus manos en mis hombros acercándose más a mi.
Y nuestros labios por fin se unieron en ese beso que ambos ansiabamos tanto.
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el alma del vampiro
Vampireella es una muchacha común y corriente, dulce, tierna de nobles sentimientos pero muy frágil el es el rey de los vampiros alguien frío, malvado y carente de cualquier tipo de sentimiento el está en busca de su alma gemela ella quiere una vida mejor...