Capítulo 60 regreso al castillo

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Luciana

Al día siguiente me encontraba sentada frente al espejo cepillando mi cabello, mi vampiro yacia recostado en la cama leyendo un libro no obstante al verlo por el espejo solo se reflejaba el libro flotando en el aire, una leve risita escapó de mis labios mientras mis mejillas se sonrojaban recordando los sucesos de la noche anterior.

—¿tus mordidas me harán vampira?— pregunté de pronto apartando el cabello de mi cuello llevando una mano hacia donde yacia la marca de sus colmillos.

Alan apartó la vista del libro para dirigirla hacia mi.

—no, primero tendrías que morir beber de mi sangre y posteriormente beber sangre humana— se levantó de la cama y caminó hacia mi abrazándome por detrás —pero no tienes por qué preocuparte por eso... Me gustas tal y como eres— me susurró al oído y besó mi cuello.

—¿de veras?— murmuré ilusionada recostando mi cabeza en su hombro, acarició mi cabello y luego me tomó de los hombros haciéndome girar quedó frente a frente.

Él aproximó sus labios a los míos sus manos recorrieron mi cuerpo hasta detenerse en mi cintura envolviendome entre sus brazos y acercándome aún más a él negándose rotundamente en separarnos mientras nuestros labios jugaban sin parar.

Al separarnos Alan me sonrió con cariño para después decirme que hoy regresariamos al castillo a lo que yo asentí y luego de depositar un fugas beso en sus labios me alejé de él disponiéndome a cambiarme. Al salir del carto de baño ya lista usando un vestido azul celeste guantes blancos y un sombrero con dos lazos atados debajo de mi barbilla, vi a mi vampiro elegantemente vestido con traje y capa negra un pañuelo de seda blanco cubriendo su cuello y su cabello negro atado en una coleta con un listón igual negro, sujetó mi mano llevándome fuera de la habitación.

En el recibidor se encontraban Matilde y los niños, el mozo ingresó en la estancia informando que el coche aguardaba por nosotros así que salimos de la mansión, me despedí de los niños con un beso en la mejilla como toda amorosa madre lo haría con sus hijos ellos se dirigieron junto a Matilde quien yacia parada en el umbral de la puerta, ella hizo una reverencia deseandonos buen viaje.

Ambos agradecimos y subimos al carruaje.

Miraba por la ventana el paisaje con cierto pesar de marcharnos tan pronto del lugar ya que la estancia aquí fue muy agradable y mavillosa sin embargo era tiempo de volver, al pasar por la plaza central se observaba el mismo bullicio del día de nuestra llegada, di un último vistazo admirando los majestuosos edificios coloniales hasta adentrarnos en el oscuro bosque alejándonos de Santa Marina.

Apoyé mi cabeza en su pecho y Alan me acunó entre sus brazos.

—el viaje será un poco largo ¿por qué no lo aprovechamos?... — murmuró de manera seductora comenzando a besar levemente mi cuello.

—n-no... Aquí no— musite nerviosa sintiendo el calor agolparae en mis mejillas. ¿En serio pretendia hacerlo aquí aún con el carruaje en moviendo?.

Él comenzó a besarme lenta y apasionadamente coloqué mis manos en sus hombros tratando de apartarlo pero fue inútil, él continuó besándome mientras sus frías manos acariciaban mi espalda levantó la falda de mi vestido acto seguido sentí que mi ropa íntima era retirada y entonces lo sentí dentro de mi, el calor en mis mejillas ahora se había expandido por todo el cuerpo mi corazón latía desbocado al compás de mi agitada respiración, mis manos se aferraban con fuerza al asinto del carruaje no pudiendo soportarlo más, sin embargo el vampiro lo disfrutaba en demacia ya que al parecer no tenía intención de detenerse, sentia que explotaría en cualquier momento hasta que finalmente llegué a mi límite y caí sobre el asiento con el corazón y la respiración acelerados.

—tranquila mi amor aún no quiero quedar viudo tan pronto— dijo con malicia mirándome coquetamente mientras yo agitaba de prisa mi abanico intentando disipar el ardiente calor que aún recorría mi cuerpo.

Al percatarse de mi estado él se acercó a mi con lentitud besando suavemente mis labios y entonces mi respiración disminuyó junto con el incesante palpitar de mi corazón como si mediante aquel beso se hubiese llevado el poderoso frenesí que me consumía quedando en un estado de relajación absoluta.

Al llegar al castillo fuimos recibidos por Gabriel Liam y Elena, esta última corrió hacia mi y me abrazó al tiempo que en su rostro aparecía una alegre sonrisa, no obstante Gabriel y Liam fueron más sobrios con un beso en la mejilla pero de igual manera felices de vernos. Mientras la servidumbre bajaba el aquipaje nos dirigimos al salón donde pasamos el resto de la tarde conversando y tomando el té mientras yo contaba las anécdotas vividas en Santa Marina.

—Santa Marina es un sitio precioso, ¿por qué nunca había oído hablar de el?— pregunté y bebí de la taza.

—es que al igual que Solonmia Santa Marina no aparece en los mapas— contestó Elena vertiendo un poco de azúcar a su té y mesclarlo con una pequeña cuchara.

—debí suponerlo— dije dejando la taza ya vacía sobre la mesa.

Luego de pasar una agradable tarde con quienes ahora consideraba mi familia me dirigía de la mano de mi marido hacia sus aposentos, al escuchar la puerta cerrarse trás de mi Alan quitó la venda de mis ojos y vi la habitación decorada con velas aromáticas y un camino hecho de pétalos de rosas, Alan tomó mi mano guiándome hacia una cama con sábanas rojas almohadas negras y cortinas rojas.

—espero que aún no estés cansada querida— murmuró en mi oído desabrochando mi vestido.

—Ay Alan de veras eres incontrolable— debo admitir que aún me invaden los nervios al tenerlo tan cerca y no puedo evitar sonrojarme ante ello.

Él quitaba mi ropa al tiempo que aprovechaba en repartirle caricias a mi cuerpo provocándome pequeños escalofríos, una vez con el camisón ya puesto me cargó recostandome cuidadosamente en la cama contemplandome durante un tiempo, extendí mis brazos hacia él atrayéndolo a mi hasta unir nuestros labios.

Quizá para la mayoría de personas el amor es color rosa, sin embargo para mí el amor es rojo como la sangre y la pasión.

el alma del vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora