Capitulo 68 la ciudad del amor

125 8 0
                                    

Elena

Me encontraba en mi habitación arreglándome, mis nervios y emoción acrecentaban a pasos agigantados. Ya nos vislumbraba a ambos paseando tomados de la mano mirarnos a los ojos comunicándonos todos nuestros sentimientos a través de nuestras miradas, para finalizar con un lindo beso rebosante de amor.

—¡Ay estoy tan emocionada!... Pero confieso también que estoy un poco nerviosa— comenté.

—usted no se preocupe, todo saldrá maravillosamente bien ya verá— decía Fabiola mientras ajustaba mi corsé —además el joven Gabriel la cuidará... Y... Si me permite mencionar, él es tan caballeroso correcto y bien parecido. Usted es muy afortunada— murmuró lo último pero pude oírlo claro y perfectamente.

Gabriel

Todos estábamos en el recibidor... Bueno con excepción de Liam y Cecilia, esa pareja fugitiva aprovecha cada mínima oportunidad para escapar y estar juntos a solas, miraba constantemente mi reloj suspirando con impaciencia, la servidumbre subía nuestro equipaje a la parte trasera del carruaje. Solo faltaba Elena para podernos ir, el mayordomo entró en la estancia informándome que ya todo estaba listo a lo cual agradecí asintiendo con la cabeza.

—solo esperaré a que Elena baje y nos iremos de inmediato— contesté mirando por enésima vez las escaleras, al parecer a la doncella no le importaba tenerme aquí aguardando impacientemente por ella.

Se escucharon unos pasos frenéticos corretear por el pasillo suspiré aliviado creyendo que mi larga espera había terminado pero estaba equivocado porque quienes bajaron la escalera fueron Liam y Cecilia.

—lamentamos la demora—habló Liam acomodandose el cuello de su camisa.

—descuiden, ahora solo falta Elena— dije con la impaciencia haciéndose notar aún más en mi voz por mi forma de hablar y actuar ya que mi novia no se dignaba en aparecer —una novia que no aparece.

—calma Gabriel, mi hermana es muy meticulosa y más cuando se trata de arreglarse— dijo el rey con tranquilidad sujetando la mano enguantada de Luciana.

Nuevos pasos se escucharon, al dirigir la vista hacia donde provenía el sonido allí estaba ella ataviada en un hermoso vestido color vino de escote poco pronunciado recubierto por encaje y la falda amplia repleta de olanes, una gargantilla negra con un rubí rojo sangre, su cabello prolijamente recogido y entre sus manos enguantadas tenía un abanico, dirigió su mirada hacia mi persona brindándome una de sus encantadoras y bellas sonrisas. La quedé mirando como un idiota contemplándola de pies a cabeza admirando su belleza, luego de unos instantes distraído, perdido en su mirada, por fin reaccioné enderecé la espalda adoptando una postura adecuada tratando de parecer impávido sin embargo eso no evitó que una pequeñita sonrisita tonta apareciera en mi rostro. Se veía tan hermosa.

Elena

Al bajar las escaleras siendo seguida por Faviola todos yacían reunidos en el recibidor esperando mi llegada, mis ojos se pasearon analizando los rostros de los ahí presentes hasta encontrarse con aquellos pasionales ojos de fuego, nos miramos mutuamente por algunos segundos en los cuales el tiempo se detuvo y todo lo anejo a nuestro alrededor desapareció, personas, miradas externas, sonidos. Todo absolutamente todo se esfumó para nosotros, no hubo necesidad de hablar porque nos comunicábamos a través de nuestras miradas leyendo los pensamientos del otro.

Gabriel carraspeó levemente al tiempo que acomodaba su corbata.

—ya estoy lista— musité en voz baja apenas moviendo los labios.

Y como si esa hubiese sido la señal Gabriel se acercó a paso apresurado, tanto que llegó a mí con tan solo dos zancadas.

—estás preciosa mi lady— dijo ayudándome a bajar los últimos escalones sin dejar de observarme con su encantadora sonrisa capaz de robarme el aliento, de matarme —ya podemos irnos— lo tomé del brazo, pero antes de abandonar el recinto fuimos detenidos por Alan.

el alma del vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora