Capítulo 8

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La confianza es una de las cosas mas valiosas que tenemos las personas y, es por eso, que es lo que mas nos cuesta entregar. En ocasiones, no somos capaces de entregarnos al cien por cien con alguien porque no nos creemos capaces de confiar, ya  sea por miedo, por una mala experiencia, por precaución, sea por lo que sea es lo mas difícil de regalarle a una persona. Porque sí,  confiar en alguien es un regalo para esa persona porque si alguien te dio esa confianza es porque a esa persona le importas, porque a los ojos de esa persona vos sos merecedor de su confianza y eso termina siendo uno de los mejores regalos que se te puede dar. Es por eso también que, cuando alguien a quien le confiaste algo, por mas pequeño que sea, te falla o decepciona, te duele. Duele como si te clavaran un puñal en el pecho o como si sintieras que literalmente tu corazón se rompe en pedazos. Y esa confianza no le entregas de nuevo a esa persona que te falló porque el escudo que formaste te impide hacerlo ya que si te fallo una vez, ¿qué te garantiza que no lo hará de nuevo? 

Samantha y Flavio eran de esas personas que no les regalaban su confianza a cualquiera, en mas de una ocasión les habían fallado y, su escudo, se había vuelto cada vez mas fuerte. Sin embargo, Flavio volvió a confiar. Confío en Madison como hace mucho que no lo hacía. Se entregó en cuerpo y alma a ella porque cuando la conoció, algo dentro de sí lo hizo querer confiar en ello. Por años, esa confianza se mantuvo intacta, el amor que sentían mutuamente no había hecho mas que crecer, incluso un día antes que el regresara a Madrid estuvieron hablando de sus planes, de trabajar, comprarse una casa, tener hijos, eran planes que habían surgido con el correr del tiempo. Y, si no hubiera sido por esa tragedia, esos planes seguirían en pie, pero Flavio no culpaba a ello por lo que sucedió con Madison, sino que lo agradecía porque terminó conociendo una parte de ella que había estado oculta todo ese tiempo. Se lamentaba, claro que se lamentaba y sentía impotencia por la manera que lo había hecho, por llamada, terminar tantos años de relación por una simple llamada le resultaba tan frío de su parte que la odió por ello. Ahora se preguntaba a si mismo: ¿seré capaz de confiar en alguien luego de esto? 

Se preguntaba eso a la vez que recordaba lo que había vivido con Samantha el día anterior. Con su jefa. Nunca llegó a pensar que algún dia podría permitir que ella lo viera totalmente quebrado y haber hablado con ella tan abiertamente como lo hizo, haberle contado sus sentimientos que tanto le costaba verbalizar. Tampoco se imaginó que eso sería recíproco y Samantha le contaría a él todas esas cosas. Lo sorprendió saber que una persona como Samantha sea tan humilde. Ella era famosa pero conservaba una humildad que no a todos les dura con el pasar de los años y el crecer de la fama. Pero a ella sí.  Cuando hablaron ayer no sintió que hablara ni con su jefa, ni una famosa ni nada por el estilo. El sintió que hablaba con una amiga de toda la vida. Quizás ese sufrimiento que ambos llevan dentro los unió, aunque él aún no sepa que es lo que hizo apagar la sonrisa y la mirada de esa persona que finge ser feliz para evitar preguntas que la incomoden. 

Samantha por su parte también le daba vueltas al asunto. Si bien no le había contado a Flavio su historia, le había  confesado algo que solo Maialen y Eva sabían.  No sabía si era para que, de esa manera, el sintiera que ella lo comprendía. No entendia por qué pero lo hizo. Como tampoco entendía ese grado de preocupación que sintió al saber que algo malo sucedía con el y la necesidad de ayudarlo, como si ella fuera buena dando consejos. Lo cierto es que, en tan poco tiempo, se había acostumbrado a él,  a su presencia en la academia, a esa sonrisa que le dedicaba cada vez que le deseaba buenos días y cada vez que se despedía, esos pequeños detalles que hacían que si día comenzara y terminara diferente. 

También le daba vueltas a esa última frase que le había dicho "Mereces ser feliz", ¿de verdad lo merecía? 

- Tierra hablando a Samantha. Sam, ¿estás ahí? - preguntó Eva luego de un largo rato que le hablaba a su amiga sin obtener respuesta. Ambas se encontraban en la oficina de ella, que ahora utilizaba Flavio, porque habían acordado desayunar ahí. 

Nada Es Lo Que PareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora