CAPÍTULO 5

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©Kristel Ralston 2016

©Kristel Ralston 2da Edición 2021.

Mientras no estabas.

Todos los derechos reservados.


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Jennifer era una de las primas más allegadas de Nathaniel. A él no le sorprendió encontrársela en el matrimonio de Brendan Lowell, pues su prima era muy amiga de la novia y había viajado desde Beijing para el enlace de Connie. Jen, como le decían en la familia, estaba trabajando en calidad de consultora delegada y diplomática de la Embajada de Estados Unidos en la capital de China.

—Me alegro mucho de haberte encontrado por aquí, Nate —dijo mientras bailaban. Jennifer llevaba un vestido rojo precioso que resaltaba su cuidada figura y el cabello dorado. Era la hija mayor de Tianna, la hermana de la madre de Nathaniel. Tenía treinta años—. Mi misión diplomática acaba el próximo año y quiero regresar a Louisville. Vine a esta fiesta por Connie, y bueno aprovecharé para terminar algunos asuntos personales.

—Me alegra tenerte por estos sitios.

—He venido dispuesta a encontrar un buen espacio para construir una casa.

Giraron al compás de la música.

—¿Y esto me lo dices porque...?

—Ja- ja-, muy gracioso. Resulta que mi primito tiene problemas de comprensión. —Él esbozó una sonrisa—. Quiero que sea tu compañía la que construya mi casa. Los planos están hechos, por si intentas poner reparos.

Nate hizo un gesto de negación sin perder el buen ánimo.

—Debes saber que solo trabajo a gran escala —comentó para pincharla. Jennifer había estado con él luego del accidente. Fue gracias a la tozudez de su prima que la depresión no lo consumió; ella, y Natasha, siempre estuvieron animándolo a ir a rehabilitación. Aún cojeaba, sí, pero podía bailar un poco con ritmo lento sin que sufriera la pierna—. Aunque podría hacer una excepción.

Jen sonrió de ese modo taimado que era la firma de la familia materna de Nathaniel.

—Más te vale... por cierto... —le dijo al oído— ¿quién es esa mujer a la que no dejas de mirar?

—No tengo ninguna mujer en mi horizonte visual.

Ella le dio una palmadita en el hombro, riéndose.

—Ahora resulta que no solo eres gruñón, solitario y terco, nooo, también eres un consumado mentiroso. —Nate soltó una carcajada queda—. A mis doce en punto, es decir, a tus seis en punto, está una mujer con un vestido turquesa. Conversa con... ¿Acaso no es ese el bobo de Edward? Pufff, cuando no está coqueteando... En fin, el asunto primito es que si continúas dando vueltas conmigo, aunque pretendas que crea que se trata solo de la música, me vas a dar un mareo que no respondo lo que salpique en tu traje.

—Toda una diplomática hablando de vomitar. Qué falta de educación, Jen.

—¿Qué diría la gente si supieran que Nate Copeland disfruta haciendo angelitos sobre la nieve? ¿Y que cuando era pequeño le gustaba buscar gusanos para asustar a su pobre prima Jen?

—No te creerían...o podrían llevarte presa por pensar que hablar de gusanos de tierra es algún código terrorista.

Jennifer puso los ojos en blanco.

—¿Quién es? —insistió.

En el momento en que Nate iba a replicar con uno de sus sarcasmos fue testigo de cómo Ed plantó un beso en los labios de Savannah, e inconscientemente agarró con demasiada fuerza la mano de su prima.

MIENTRAS NO ESTABAS - (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora