CAPÍTULO 21

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Nate no había esperado toparse a Rommy la noche anterior. Él se lo pasó muy bien en la fiesta y fue bastante agradable —para un lobo solitario en rehabilitación— saludar a ciertos amigos con quienes solo solía verse cuando se trataba de negocios. Aunque la parte comercial jamás estaba fuera de las conversaciones, Nate encontró amena la reunión.

En un momento en que todos parecían enfrascados en temas políticos, Rommy se le acercó. A pesar de su belleza era evidente que el maquillaje no lograba cubrir las ojeras. Incluso en ese momento, sentada en uno de los sofás del jardín interior de su casa, Rommy lucía hermosa, aunque nerviosa.

Le habría gustado tratar el tema que ella le planteó durante la fiesta, pero ahondar en algo tan personal le pareció inapropiado en una reunión social. Menos cuando el anfitrión era muy dado a los cotilleos. Aquello no era novedad, así que Nate no se sorprendió cuando su Natasha lo llamó a preguntarle qué había ocurrido con Rommy porque su foto apareció en el periódico de cotilleos, y ella quería saber si acaso se habían reconciliado. Obviamente, Nate no le dio explicaciones. Él no se las debía a nadie.

—Gracias por recibirme, Nate... lamento exponerte un problema como este, pero no conozco a nadie en quien pueda confiarme —dijo Rommy con su voz melodiosa, mientras tomaba la mano del guapo empresario entre las suyas.

Llevaban media hora conversando en el jardín interior de la mansión de Nate. Con una piscina temperada, un jacuzzi burbujeante y una jardinería de primera, ese espacio era perfecto para contemplar el cielo. El techo estaba compuesto de vidrio, y en momentos en que el firmamento estaba despejado, las estrellas, la luna, los copos de nieve o la lluvia, eran muy visibles.

—No hay problema. Te dije que si alguna vez necesitabas algo...

—Oh, no me mal interpretes, nada tiene que ver con nuestra relación de antes. No vengo por eso... lo hago en mi calidad de empresaria. Mi negocio es todo lo que poseo. Ya sabes que después de mi divorcio tuve que empezar de cero.

Él asintió.

—Entonces, de empresario a empresaria, ¿qué puedo hacer por ti? —preguntó de buen humor.

Vestida con unos pantalones negros ajustados, botas de punta y tacón alto, una blusa roja de seda que resaltaba sus curvas, y el cabello rojo ondeando sobre los hombros, Rommy era toda una visión. Sin embargo, por más tentadora que pareciera, en la única persona en que podía pensar Nate era en Savannah.

Nate nunca se había inquietado o interesado por contar el número de días en que una mujer desaparecía de su radar. Pero en el caso de Savannah era la mujer que tenía su corazón en las manos. Nada le estaba costando tanto como no ir por ella. Incluso, dejando de lado su parte posesiva, había retirado los guardaespaldas. No quería informes sobre ella. Quería respetar su tiempo y su decisión de pensar lo que sentía —si acaso sentía algo más que lujuria— por él.

—Quiero que me ayudes y alejes a Petrov de mi vista. Haz una oferta que el dueño del resort no pueda rechazar. Cómpralo, y cuando lo consigas véndemelo a mí por el valor justo... o podemos ser socios... si quieres ingresar al negocio de las vacaciones de lujo.

Nate suspiró. Esa mujer pensaba que él era alguna suerte de gángster con tentáculos en todos los círculos altos corporativos. Tenía ganas de reírse... aunque sus negocios eran muy limpios, lo cierto es que poseía influencias a todo nivel. Mijail Petrov era un miembro distinguido de la mafia rusa, y residía en Kentucky. Quería expandir su cadena de resorts de vacaciones de invierno, y una de las propiedades más codiciadas estaba en Carolina del Norte.

Mala suerte que Rommy estuviera pujando para poder hacerse con la propiedad, cuya ubicación era fantástica para visitantes propios y europeos. Al parecer Petrov había conseguido indagar en la vida de la pelirroja y encontrar algo con qué chantajearla. En este caso eran fotografías de Rommy desnuda cuando trabajó, quince años atrás, como modelo de una revista de desnudos para un público masculino. Rommy estaba saliendo con un hombre de valores tradicionales, y ella sabía que si veía esas fotografías no tardaría en dejarla.

MIENTRAS NO ESTABAS - (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora