CAPÍTULO 7

4.8K 658 47
                                    


Habían pasado cuatro días desde aquella noche con Nathaniel. Lo único que Savannah sabía de él, y por comentarios que Gianna dejaba caer por aquí y por allá, era que William Mortensen estaba acusándolo de utilizar, de nuevo, materiales de segunda mano y no tener asegurados a sus empleados.

Intentó meterse de cabeza en sus asuntos. Como en ese momento, por ejemplo, en que estaba esperando a su próximo entrevistado en una sala algo caótica en una de las zonas más bohemias de Louisville.

Scott Dielsen, el pintor de cuarenta y ocho años que, luego de una década de ausencia, empezaba a crear de nuevo era su personaje para edición del siguiente día. El hombre era toda una personalidad. Ella no creía que tuviera el más mínimo talento, pero dada la coyuntura que estaban manejando sus pares del área de cultura, no le quedaba de otra que darle también un espacio.

Meggie le había dicho que aunque Dielsen no fuese un artista importante, averiguar un poco más del hombre no le vendría mal y quizá lograra sacar un ángulo diferente. Así que eso era lo que Savannah pretendía hacer.

Scott le había postergado la entrevista varias veces. Y este era el último intento por obtener la nota. Tenía otras personas a las cuales podría darle un espacio más que merecido, pero no era de las que se daba por vencida.

Arthur estaba con ella. Después del incidente de la boda Lowell, le pidió disculpas. Los Lowell se habían mostrado encantados con la reseña, así que por ende, Daniel Sutton, también. La situación en el periódico continuable inestable, pero al menos los rumores de nuevos despidos no existían.

—Tenemos media hora aquí —refunfuñó el fotógrafo cambiando de una mano a otra la cámara fotográfica.

—Le pienso dar cinco minutos...

—Señorita Raleigh —dijo Scott apareciendo al fin. Con un andar desenfadado llegó hasta sus visitantes. Estiró la mano callosa para estrechar la de la muchacha. Luego se giró hacia Arthur—: Señor...

—Miles.

—Miles. Gracias por esperar. —Llevaba una camisa a cuadros pulcra y un pantalón celeste. Iba descalzo—. Estaba poniendo todo a punto en mi estudio para que pueda hacer una toma adecuada.

—Gracias —replicó Arthur escondiendo su irritación. Esperar no era su fuerte. Ni tampoco el de su compañera que, a pesar de que trataba de mostrarse animada, era evidente que tenía pocas ganas de continuar en ese cuchitril cuyas paredes eran de ladrillo. La sala parecía haberse perdido de la transición de los primeros años del siglo pasado—. Simpático lugar.

—Ah, solo trato de darle un toque vintage —contestó con orgullo.

«Sí, claro, muy vintage», pensó Arthur con burla.

Fornido y de cabello rubio, Scott era una fiel copia de Gérard Depardieu, pero con muchas libras de menos. Esa comparación hizo sonreír a Savannah, quien se preguntó si acaso el hombre se habría lucrado alguna vez del parecido con el actor francés.

Scott los hizo pasar a un saloncito pequeño que contrastaba totalmente con la sala desordenada en que los periodistas habían estado esperando.

Este era un espacio lleno de luz y varios caballetes dispersos en un orden que tenía forma de rombo. Las pinturas estaban tapadas con un manto blanco, y ocupaban gran parte del salón. El tumbado estaba pintado al estilo de la Capilla Sixtina. Era la primera vez que Savannah veía esa excentricidad. Tomó nota mental para dejarlo entrever en su texto.

Las paredes eran de un naranja chillón, y a pesar de la estridente combinación de colores, lo cierto es que, en perspectiva, parecía tener armonía. Quizá ese era el detalle que hacía diferente el trabajo de ese hombre, pensó Savannah. Aunque lo que llegó a continuación la hizo cambiar por completo de idea.

MIENTRAS NO ESTABAS - (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora