Cuando comienzas una aventura, a veces no eres muy consciente de ello, aunque el mismo viento de lo sople cerca del oído o las mismas sombras te empujen a ella. No, a veces no existe esa acerteza... pero otra veces eres completamente consciente de lo que está ocurriendo.
Conmigo fue así. Cuando salí de Mazefrek y emprendí mi camino montado a un caballo con ya algunos años, estaba bastante seguro de no solo tendría una aventura: me enfrentaría a miles de ellas. Pero eso sí. Una fue mi más grande aventura.
Si te relatase todas las aventuras que tuve, seguramente te cansarías de tu padre, además de que sé que una es la que más te importa y, ciertamente, es la más importante de todas porque te concierne a ti. Te he contado muchas de mis aventuras y aún recuerdo cómo una pequeña Rowena, de ojos grandes y azules, me observaba expectante y con sentimientos a flor de piel.
Sí, quisiera regresar ahí, pero me gusta mucho nuestro presente. Tenerte cerca siempre ha sido una virtud, querida.
Recuerdo que el camino para alejarme de Mazefrek fue duro y pesado, deberás imaginarlo, porque el pueblo está totalmente olvidado y los turistas son plenamente escasos. El camino era austero, por decirlo de alguna forma irónica, porque era todo lo contrario. En el camino, el Rolan de aquel entonces se topó con más plantas de las que se podían ver en Mazefrek, plantas específicamente muertas.
Rolan se había rasguñado la piel y ésta le ardía al tacto. Fue una batalla abrupta que, sinceramente, duró horas y, cuando logró salir de aquel hoyo infestado de alimañas y plantas secas que raspaban la piel, ya había caído la noche y no tuvo de otra más que acampar.
Mazefrek ya estaba oculto, no podía verse ni una luz. Hasta ese momento, Rolan pudo ver cuán abandonado estaba su hogar y sintió aún más tristeza por eso.
Por eso Mazefrek tenía costumbres arraigadas y maltrechas. Por eso la comida era difícil de conseguir y tenía que ir a buscarse, no como otros lugares de Rutonia; también era por eso que las noticias de los reinados y de otros lugares jamás llegaban.
Rutonia había olvidado por completo la existencia de Mazefrek.
Rolan se había dicho a sí mismo que durante su viaje practicaría aún más el idioma olvidado, ése que ya casi nadie hablaba por toda Rutonia. Llevaba consigo un libro que su padre había dejado mucho tiempo atrás y parecía que no tenía el afán de regresar por él.
Aunque he de decirte que Rolan estuvo muy cerca de botarlo por el simple hecho de pertenecerle a su padre, pero se trataba de un libro y los libros son sagrados. Lo terminó conservando y se volvió un tesoro.
Sí, es el libro que siempre está en mi habitación y te enseñé algunas veces. Ahora es tuyo, Rowena, es un legado que te dejo.
A la luz de las llamas, el joven Rolan comenzó a estudiar. Su vista se cansaba rápido, pero de todas formas intentaba mantener su concentración en vilo, repitiendo algunas palabras en voz alta. No tenía un instructor, él solo se entrenó para recuperar la armonía de un leguaje completamente olvidado. Un lenguaje sorprendetemente hermoso y puro, tan perfecto que prefirieron ocultarlo, taparlo con tierra.
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En las fauces del lobo | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO
FantasyHabía una vez una chica que entró en las fauces del lobo para salvarse de los mismos lobos. ⋆ ☽ ⋆ Mazefrek es un pueblo olvidado de Rutonia a orillas de un Bosque Maldito, un pueblo llen...