28 | Un juzgado poco justo
Aquella mañana del 15 de destflor, el pueblo de Mazefrek se había despertado caóticamente. Los buenos días de cada despertar no eran alegres, eran interrumpidos, apresurados y cargados de dudas.
La señora Richardson estaba especialmente interesada en los sucesos, caminaba a gran velocidad mientras la falda de su vestido se sacudía levantando un poco de polvo. Se acercaba a las personas y les susurraba un par de frases al oído que los dejaba trastornados.
Esa mañana se estaba preparando algo grande.
El Sabio estaba sentado en una de las sillas de su casa, con las manos entrelazadas sobre la mesa mientras los integrantes de la Mesada platicaban entre ellos. Estaba inquieto y debía mostrarse sereno. No había forma de proteger, no estaba de acuerdo con los lineamientos ni lo que estaba ocurriendo, pero sabía que ya no había forma de evadirlo. Estaba ocurriendo.
Observó a través de la ventana y observó cómo el pueblo, recién despierto, comenzaba a alentarse con las noticias, en ese momento se preguntó cómo podían celebrar con lo que estaba ocurriendo.
Jamás había juzgado a Mazefrek, él pertenecía ahí, pero sí reconocía que a veces podían llegar a ser bastante extremistas.
—Bien —sentenció la señora Bishop— Entonces comenzaremos con los preparativos, daremos el informe en un rato —señaló a dos de sus compañeros y regresó al Sabio— y esperemos terminar con esto lo más pronto posible.
La sonrisa de aquella mujer se había alargado tanto como una culebra. Estaba tan contenta con algo tan malo.
Todos imitaron a la señora Bishop y se levantaron de sus asientos. El Sabio hizo una mueca antes de hacer lo mismo, observó a sus compañeros y, por primera vez, sintió náuseas al verlos. Sabía que podían ser fríos y que la señora Bishop podía llegar a hacer cualquier cosa con tal de ganar, pero jamás la había considerado una mala persona. Eran parte de la Mesada, veían por el bien de los demás, pero en ese momento estaban siendo demasiado extremistas.
El problema era que se había quedado sin armas.
—¿Es mi imaginación o estás viendo por una boba chica poseída en lugar de todo el pueblo?—le había recriminado la señora Bishop para que guardara silencio.
Y lo había logrado.
Todos salieron de la casa, dejándolo con su soledad. Soltó un suspiro que parecía haber tenido atorado y volvió a observar la ventana.
No creía que necesitaran anunciar formalmente lo del juzgado, el pueblo ya se estaba enterando.
Pero reglas son reglas...
⋆☽⋆
Los pasos eran pesados y rápidos. Heidi corrió sobre el camino, sus pasos eran firmes pero la velocidad hacía que quisieran enchuecarse y hacerla caer. Necesitaba todas sus fuerzas, llegar cuando antes.
Una rama rozó su pierna y sujetó su vestido, Heidi lo jaló hacia ella para zafarse y el trozo de la tela se rasgó, sin importarle, siguió su camino hasta toparse con la puerta.
La abrió con fuerza y gritó.
—¡Terrence! ¡Terrence! Rápido.
Terrence abrió la puerta de la habitación de Heidi, donde Casiopea estaba recostada y se asomó para encontrarse con los ojos desorbitados de Heidi. Frunció el ceño mientras observaba la desesperación apoderándose de ella.
Salió de la habitación completamente y cerró la puerta intentando evitar los rechinidos.
—¿Qué suce...?
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En las fauces del lobo | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO
FantasyHabía una vez una chica que entró en las fauces del lobo para salvarse de los mismos lobos. ⋆ ☽ ⋆ Mazefrek es un pueblo olvidado de Rutonia a orillas de un Bosque Maldito, un pueblo llen...