Un mundo libre de dolor, pérdidas y tragedias es una utopía, una ensoñación en la que Rowena quisiese vivir aunque siempre hubiese sentido una ferviente añoranza por los romances trágicos. Comenzaba a preguntarse si era su culpa. ¿Lo había deseado con mucha fuerza sin medir las consecuencias? ¿No había utilizado las palabras correctas?
Su padre siempre le había advertido de las palabras, que tuviese cuidado con lo que dijese porque tenían un poder extraordinario, que uno tenía que desear con extremo cuidado. Y a ella se le había hecho fácil desear.
Era tan fácil pedir algo sin saber si se hará realidad.
Dejó la margarita silvestre sobre la tierra seca y observó la lápida de piedra grabada con el nombre de «Beltaine Airlia Brighton» y la información de su nacimiento con el año y la posición de la Luna.
Rowena y Yen observaron la piedra en silencio. Había mucho por decir, mucho por contar y mucho por agradecer que Rowena no encontraba las palabras, se sentía llena pero también vacía.
Abrió la boca un par de veces, pero la voz no salió de ella.
Yen dirigió su vista a Rowena cuando ésta dio una grande y lenta bocanada al aire. Quería poder decirle todo lo que su corazón sentía en ese momento, pero parecía ser demasiado.
Así que Rowena cerró los ojos y trató de ser una con la naturaleza que le rodeaba. Inspiró profundamente y soltó el aire, al igual que las lágrimas que le habían impedido hablar. En ningún momento abrió los ojos, quería quedarse ahí.
Porque en ese momento no tenía miedo. No había podido conciliar el sueño después de los sucesos, ni había podido cerrarlos sin que su cuerpo reaccionara como si la estuviesen ahogando.
Sintió cómo una mano helada le acarició las mejillas y una voz femenina y suave, arrebatada por el viento, le decía: «tranquila, mi niña.»
Aquello sí la hacía sentir en paz.
—Lo encontré —susurró Rowena, y vio a la mujer que le acariciaba las mejillas.
Era la señorita Brighton, la reconocería sin sus arrugas. Era bella, joven y radiante. Pero como la mujer y el niño del Bosque Maldito, no podía verla definidamente.
El espíritu le sonrió.
—No pudo regresar a ti... el Demonio lo tenía en una jaula casi muerto, lo siento —las lágrimas se deslizaban por sus mejillas—. No estaba muerto, pero por mi culpa ahora lo está.
Rowena sintió que no encontraba el aire, y la mujer le sujetó las manos, dándole un corto beso en la frente. La hizo que la mirara detenidamente para arrullarle con ayuda del viento: «Ahora podemos estar juntos.»
Rowena se permitió sonreír sin poder detener sus lágrimas.
—He cumplido mi promesa.
El orgullo se expandió por el pecho de Rowena como un vendaje con crema con aroma primaveral, como los mágicos tés de Odette... sintió que, después de mucho tiempo, podía respirar. Había logrado algo positivo.
Había cumplido su promesa, aunque no como hubiese querido. Cuando se la había hecho a la señorita Brighton había imaginado la escena repetidas veces. Encontraba al hombre que había estado buscando a su amada por mucho tiempo, perdido en algún lugar porque Mazefrek estaba oculto... tal vez una bruja lo había dejado ciego, o había perdido el camino porque le lanzaron una maldición. Y Rowena lo encontraría, lo llevaría con la señorita Brighton y serían felices, comerían perdices...
Aunque todo había sido diferente. Había una bruja, Rowena lo había encontrado, él no había encontrado el camino de regreso y su última palabra había sido el nombre de su amada. Ocurrió de una manera mucho más cruda de lo que habría deseado.
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En las fauces del lobo | PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO
FantasyHabía una vez una chica que entró en las fauces del lobo para salvarse de los mismos lobos. ⋆ ☽ ⋆ Mazefrek es un pueblo olvidado de Rutonia a orillas de un Bosque Maldito, un pueblo llen...