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Mazefrek estaba abandonado

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Mazefrek estaba abandonado. Un pueblo triste a la deriva, lleno de tierra y polvo. Un lado lleno de árboles secos y plantas muertas, granjas con poca vida y la única salida obstruida; al otro, un bosque verde, pero enteramente maldito.

Era demasiado difícil salir de ahí, no imposible, pero su gente prefería su comodidad a lo incierto; demasiado difícil acceder como para que alguien lo intente, tampoco imposible, pero a nadie en Rutonia ni en ninguna otra parte podría darle importancia a un pueblo como Mazefrek.

La gente demasiado anticuada como para entender y las únicas personas capaces de entender, rechazados y recluidos. Incomprendidos y juzgados, sometidos a una vida de dudas y remordimientos.

Aunque, a pesar de que Mazefrek se vea estancado en el tiempo, no todo es malo. Sus tradiciones, rutinas y gentes tienen mucho por contar, aquel bosque maldito es tan interesante como el pueblo a su orilla.

Y todo comienza con una joven de cabellera dorada y sonrisa radiante.

Cielo, Luna y Sol no le han dado la espalda al pueblo, tal vez por ellos, de alguna forma, siguen prosperando. Cada Luna Llena el pueblo sigue honrando la tradición de contarle a Luna sus deseos y secretos, y la noche después se celebra una fiesta en el Centro del Oval con una enorme fogata, comida y leyendas del lugar, la única noche que tienen permitido hablar del Bosque Maldito.

Aquella noche de Luna Llena, mientras los habitantes de Mazefrek honraban las existencia de Luna, que brillaba encima de sus cabezas como una enorme pelota plateada, ocurría algo que les afectaría para siempre.

Algo en el interior de aquel Bosque Maldito que tanto temían.

Todos habían salido de sus hogares para contemplar a Cielo y confesarse a Luna. Había una fuerza única esa noche que los conectaba a todos, era imposible juzgarse los unos a los otros en aquel momento.

Todos estaban en silencio observando, todos menos Rowena, hija del aventurero Rolan Wölgub. Salió de casa con gran velocidad, atrayendo por un segundo la mirada de la gente, aquella noche nada importaba mas que Luna o Cielo; estiró el cuello para localizar a su padre entre la muchedumbre, un hombre de cabello canoso que se sostenía gracias a un bastón, pues su pierna izquierda le daba problemas.

Rowena admiraba a su padre como si fuese su Luna Llena, sólo quería ser como él. Igual de resiliente, aventurero e inteligente. Para ella su padre tenía todas las cualidades para ser la mejor persona, ella también quería llegar a ser su mejor versión.

Hasta ahora las únicas aventuras de Rowena ocurrían en su mente, en sus sueños donde era la princesa perdida de un lugar muy lejano, o donde podía ser una gran luchadora amiga de dragones; y cuando no, consistían en su rutina de día a día.

Solamente tenía a su padre, eran ellos dos contra su pequeño mundo. A su madre nunca la conoció, y el por qué siempre fue una pregunta que nunca Rolan supo responder. Sabía que su padre no odiaba a su madre, porque todas las tardes, cuando Rowena llegaba a casa y dejaba su cesta llena de flores sobre la mesa, y preguntaba con voz tremula, mientras sus uñas rasgaban las tosca madera del respaldo la silla:

—¿Cómo era mi madre?

Rolan le sonreía con sincerdidad y observaba las flores de la cesta, tratando de no pensar en lo cerca que estaba Rowena todas las mañanas el Bosque Maldito.

—Era una mujer buena, bondadosa y amable —siempre contestaba, esbozando una sonrisa al recordar la imagen de la madre de Rowena—, tan bella como tú —continuaba, alzando la vista a su hija, quien jamás dejaba de observarlo.

Desde muy niña Rowena fantaseaba con las razones de su desaparición, para no sentirse abandonada se contaba historias y hablaba con el único retrato que tenían de ella. Rowena hasta entonces, imaginaba que su madre era una reina muy, muy lejos de ella, y su deber impedía que estuviesen juntas.

Pero a pesar de todas esas historias, no podía evitar preguntarse: «¿Por qué mamá no está con nosotros? Si es tan buena, ¿por qué nos dejó? ¿Por qué?»

Tal vez Rolan Wolgüb conocía las respuestas, de tenerlas, nunca las compartía; quizá se preguntaba lo mismo porque desconocía la verdad, y al igual que su hija, prefería ocultarse del dolor.

Rowena por fin llegó junto a su padre, quien la rodeó con sus brazos y besó su frente. Ambos miraron a Cielo y confesaron en silencio sus sueños, pecados y temores.

Aquella noche de Luna Llena, algo acontecía en el interior del Bosque Maldito, algo tan grande que aplastaría al pueblo de Mazefrek, por el momento eran ajenos a todo ello.

Y todo esto comenzó con una joven de cabellera dorada que se adentró en las fauces del lobo.

🌕🌕🌕

Éste es, sin duda alguna, el mejor prefacio que he escrito, o al menos uno de los mejores. Estoy muy orgullosa con el resultado y la verdad estoy muy entusiasmada por comenzar esta historia con ustedes.

Por el momento es simplemente el Proyecto Lobo.

No tienen idea de lo que se avecina, la historia será fantástica y creo que tendrá de todo un poco. Es un poco diferente a lo que suelo subir a Wattpad, así que realmente espero que disfruten de esta historia tanto como yo estoy disfrutando escribirla.

Se vendrán cosas muy grandes, lo prometo.

Por el momento, eso es todo. Así que nos despedimos para vernos prontito.

Con muchos dedales y polvo de hada,
su Alteza Sirenísima.

Con muchos dedales y polvo de hada,su Alteza Sirenísima

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