Capítulo 12.
En cuanto las chicas salieron de casa, Marlene se fue directo al cuarto para hablar con Óscar, pero al no encontrarlo allí, sabía dónde se había ido.
Marlene llegó al taller y se paró frente a Óscar con las manos en la cintura en forma de jarra.
Óscar, que había escuchado los pasos acercarse, cerró los ojos momentáneamente, pues sabía que no se salvaría de Marlene, aún y cuando no estaba listo para hablar.
- Ahora no vieja _ Le dijo en tono de ruego.
- No te preocupes que no tienes que decir nada, porque la que hablará soy yo _ Dijo sin darle tregua - Durante todos estos años te he apoyado y entendido Óscar, aunque no estaba de acuerdo contigo, entendí que para ti, era mucho más difícil aceptar la homosexualidad de Isabel. Para mí, tampoco fue fácil asimilarlo ¿Sabes? Me cuestioné muchas veces pensando en si había hecho algo mal o si había dejado de hacer algo para que eso sucediera, pero aún así, siempre tuve claro que sin importar el cómo sucedió o el por qué, seguía siendo mi hija y la apoyaría en su decisión... Y pensé que con el tiempo, tú también lo entenderías. Pero aquí sigues con tu estupidez _ Óscar la vio con asombro, pues nunca le había hablado de esa manera - Sí Óscar, eres un grandísimo estúpido si permites que tú machismo no te deje ver, que por primera vez, tu hija está realmente feliz. ¿Eres tan ciego que no lo ves? .
- Yo no... _ Quiso defenderse, pero Marlene se lo impidió.
- ¡Por supuesto que lo eres! Sólo eso explicaría la actitud que tienes. Definitivamente aún no te das cuenta que Isabel se fue de casa por ti, para no tener que lidiar con tu rechazo y poder vivir su vida. Y definitivamente no te das cuenta que la puedes alejar de nosotros otra vez, si te empeñas en seguir cuestionando su elección de vida.Óscar se mantenía en silencio porque no sabía qué decirle. Isabel ya le había dicho lo mismo minutos atrás, pero no sabía cómo aceptar todo aquello y menos, con Romina de por medio.
Ella era un tema delicado para la familia y esto, lo ponía entre la espada y la pared. Quería a Romina. Era su sobrina y había vivido, igual que todos los demás, su difícil crecimiento y desarrollo, pero Isabel era su hija. Su pequeña. Y aunque sabía que Romina era un ser extraordinario, su lado racional, no le permitía aceptar de buena manera aquella relación.
Cuando Isabel nació y Romina se había emocionado tanto por ello, lo enterneció sobre manera. Miraba y trataba a la bebé con un cuidado y delicadeza, que ni Ámbar había tenido. Pero a medida que Isabel fue creciendo y la unión entre ellas se hizo más fuerte, le preocupó que ese conflicto interno de Romina, afectara a Isabel.
Ámbar y Nancy eran muy fuertes y más bien, servían de apoyo para Romina, pero Isabel, era muy vulnerable cuando Romina estaba. Era como si se olvidara de quien era cuando estaban juntas. Hacía todo con Romina y dejaba que ella decidiera absolutamente todo lo relacionado con sus cosas.
Por otro lado, cuando Romina tenía sus días malos, Isabel se entristecía también aún sin saber el por qué, así que eso era algo que no le gustaba. Sabía que la condición de Romina no era su culpa, sino de sus padres por no haber tomado una decisión cuando ella nació. Eso siempre lo había tenido claro y por ende, había protegido a Romina como a una hija. Pero al sentir que todo ese drama podía afectar a su pequeña, lo había hecho levantar las defensas ante la situación y vigilar que no se saliera de control.
Sin embargo, la solución vino de la misma Romina al decidir no tener más contacto con Isabel y así, protegerla de su secreto. El alivio que sintió lo remordió por algún tiempo, pero se trataba de su hija, así que no tenía porqué reprocharse nada.
Pero ahora, la vida lo enfrentaba con el hecho de que Isabel estaba profundamente enamorada de Romina y viceversa. Si ya había sido un schok pensar en su hija con una mujer, pensar en ella con Romina, le hacía explotar la cabeza. Sí, a los ojos de los demás simplemente eran dos chicas, pero él sabía que no era así, y eso, lo estaba volviendo loco.
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The One
RomanceLa vida es un constante caer y levantarse. Reír y llorar. Ganar y perder. Cada experiencia te enseña y te hace tomar decisiones. ¿Pero qué pasa cuando esas experiencias te hacen renunciar a ser feliz? ¿Qué pasa cuando te conformas con vivir y de p...