1. El reencuentro

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Finalmente de regreso mis queridos lector@s, luego de un largo camino para crear esta historia, decidí iniciar este mes retornando a la aventura de publicar. Así que al igual que con las historias anteriores, actualizaré semanalmente.

Fue todo un reto para mí en muchos sentidos, pero aquí está y espero lo disfruten capítulo a capítulo.

Kam ;-)


Capítulo 1.

Romina era una ortodoncista exitosa de 33 años. Físicamente, era una mujer bonita, aunque eso de ser coqueta, no era lo suyo, por lo que su tendencia era vestirse lo más sencilla posible. Su profesión le permitía esconderse atrás de su uniforme médico, sin embargo, no podía ocultar las curvas naturales de su cuerpo y sus senos bien formados que sobresalían de su pecho. Su piel canela, sus ojos negros con mirada profunda y cabello liso, hacían que por mucho que intentara pasar desapercibida, no lo lograba, por su estatura. Su 1,78 la hacía sobresalir del común denominador en la estatura femenina, así que era inevitable que al llegar a cualquier sitio, las miradas la siguieran.

Por otro lado, sus estudios constantes y la participación en cuanto congreso, taller o actualización en su área se presentaba, la hacía capaz de aplicar técnicas nuevas en su trabajo, por lo que nunca le faltaban pacientes satisfechos y nuevos por trabajar, por lo que en el ámbito laboral, tampoco le era posible pasar desapercibida. Sin embargo, esto último, ya no le representaba algo incómodo, pues dominaba su profesión y se apasionaba hablar sobre ello cuando la ocasión se lo permitía.

Aún y cuando le iba bien financieramente, prefería trabajar en consultorios no propios. Dos días a la semana, trabaja en un consultorio popular y el resto, en una clínica dental en una zona de gente bien. La división de la población que atendía, le permitía mantener los pies en la tierra y no dejarse llevar por la opulencia.

Su especialidad era costosa, pero aún y cuando un gran porcentaje de sus pacientes acudían por estética, existían muchos que acudían por mucho más que eso. Aceptación. Autoestima. Mejoramiento de sus vidas. Aspectos que no todos ven y que el arreglo de una dentadura defectuosa, pueden ser determinante para la evolución personal.

Romina conocía muy de cerca esta necesidad, sólo que su "defecto" era mucho más complejo y difícil de solucionar. No era imposible, pero era mucho más complejo para su salud, por lo cual, había tenido que aprender a aceptarse tal cual era y avanzar en su vida con las limitaciones que esto le ocasionaba.

Sin embargo, esa vivencia le había ayudado a comprender y entender las necesidades de sus pacientes, y al término de cada tratamiento, la satisfacción que sentía al recibir esas sonrisas sinceras y agradecimientos, era lo que la llenaba personal y profesionalmente. Al menos, una buena parte de ellas.

- Estamos listos por aquí Eduardo _ Le dijo a su paciente adolescente - Te veo en tres semanas ¿ok? _ Subió la silla para que pudiera levantarse.

- Sí doctora, aquí estaré _ Dijo sonriendo.

- Recuerda comer cosas blandas por esta semana.

- De acuerdo.

El chico salió hasta la recepción para marcar con la secretaria, la fecha de su próxima cita. Pero antes de que eso sucediera, Elena llamó a la siguiente paciencia y le dio la señal para que entrara.

Romina estaba haciendo anotaciones en la historia del chico cuando sintió la entrada de su próximo paciente.

- Buenas tardes _ Escuchó una voz suave y melodiosa que la hizo subir la mirada y quedarse atrapada no sólo por lo que escuchó, sino también, por esos ojos miel brillantes, una cabellera negra azabache grafilada, piel blanca como la nieve, labios bien contorneados y cachetes algo gorditos. No era una belleza típica de las que te hacía voltear donde quiera que llegara, pero definitivamente esa mirada intensa, tímida pero profunda, podía hipnotizar en tan sólo unos segundos. O al menos, ese había sido el efecto en ella.

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