The One

10. Las dudas

Capítulo 10.

Desde temprano, Isabel y Romina se habían estado mensajeando. En un principio, conversando sobre la noche con Nancy, pues Isabel estaba curiosa por saber qué le había dicho sobre su relación. Sabía que no estaba en contra, pero después de todo, Nancy era la más cercana a Romina y sabía que su opinión, le era de gran valor, así que era importante lo que dijera sobre lo que pasaba entre ellas.

Y por otro lado, sobre la posibilidad de que Isabel viajara ese fin de semana a la isla de Margarita a visitar a sus padres. Isabel había regresado de Londres 15 días antes de la boda de Nancy, había estado con ellos semana y media antes de viajar a Caracas para buscar trabajo, así que desde la boda, no los había vuelto a ver. Le había pedido a todos que no dijeran nada sobre la reciente relación, pues quería ser ella misma quien se los dijera, así que hasta ese momento, ellos estaban ignorantes sobre lo que sucedía entre ella y Romina.

En el fondo, Isabel deseaba que Romina la acompañara, pero no quería abrumarla con el hecho de hacerle frente a sus padres. Durante la boda, su padre le había reprendido disimuladamente por su actitud hacia Romina, así que sabía la noticia, tal vez, no le haría tanta gracia como a los demás. De hecho, algo que nadie sabía era, que su padre había tenido serios problemas para aceptar su lesbianismo, así que el tener que enfrentar que su hija no sólo estaba con una mujer, que en teoría era como su prima y que además, tenía una parte masculina en su anatomía, no sería fácil de digerir para él. Así que por mucho que lo deseara, la idea de que Romina fuera con ella, como que no era tan favorable.

Por su parte, Romina se debatía entre la idea de ofrecer ir con ella o no. Una cosa era ir de visita nada más y otra muy distinta, ir a decirles que estaba con su hija. Ámbar y su madre, siempre habían sido muy especiales con ella, sin embargo, su padre, aunque había sido muy receptivo y cariñoso dentro de los estándares, siempre sintió que la aceptaba porque sabía que su condición no había sido de su elección, pero que en el fondo, no se sentía del todo cómodo con ella. Incluso, ahora que hacía memoria, recordaba que, mientras Isabel era una bebé, él estaba tranquilo de que la atendiera, pero cuando fue creciendo, siempre las vigilaba o procuraba que no se quedaran totalmente a solas. En ese entonces no entendía el por qué, pero cuando la propia Romina vio lo que su presencia podía producir en Isabel, la actitud de su padre cobró sentido y fue una razón más para alejarse de ella. Ahora, no estaba segura de que a él le hiciera gracia saber que después de tanto nadar, Isabel terminara en sus manos de todas todas. Eso era algo que no le había contado a nadie, pues sabía que, de decirlo, podía afectar las relaciones familiares y eso era lo último que quería, así que lo guardó para sí.

En la tarde noche cuando Isabel salió de la clínica, pasó por casa de la tía Mery para recoger ropa e irse a casa de Romina, sin embargo, cuando llegó, Luisana estaba allí con Mery conversando como solían hacer de tanto en tanto, así que se abstuvo de decir que se iría. No era secreto para nadie la relación, pero trataban de respetar las formas delante de todos, así que le avisó a Romina que iría en cuanto su mamá se fuera, pero sin confirmarle que se quedaría.

- ¿Te ayudo en algo de la cena tía? _ Preguntó al sentarse con ellas en la mesa de la cocina.

Ese era el lugar de costumbre de ambas para hablar sobre todo o sobre nada. No hacía falta algo especial para quedarse hablando horas y horas mientras Mery cocinaba. Le encantaba hacerlo y a Luisana, ayudarla, así que aún y cuando ya sabía la respuesta, se ofreció a ayudar con la comida.

- No mi niña, ya está todo hecho. Si quieres, puedes servirnos un poco más de limonada.

- Claro, ya las sirvo _ Fue de inmediato a hacerlo.

- ¿Cómo te fue en la clínica? _ Preguntó Luisana.

- Bien tía. Hoy no hubo nada delicado de atender gracias a Dios, sólo casos de rutina.