11. Regreso a casa

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El viaje a la isla había tenido su retraso como era de esperarse, sin embargo, dado que no era una fecha habitual de mucha afluencia de turistas, el retraso fue de una hora nada más, entonces al llegar, recogieron el equipaje y rentaron un auto para el fin de semana. 

La visita era sorpresa, así que a medida que se iban acercando a la urbanización donde estaban sus padres, los nervios de Isabel afloraban cada vez más. Romina se percató de ello y tomó su mano para llamar su atención.

- Todo estará bien cariño _ Trató de transmitirle calma. Ella misma estaba un poco nerviosa, pero debía permanecer fuerte para Isabel.

Isabel no respondió verbalmente, sólo le sonrió y entrelazó sus dedos con los de Romina, volvió la mirada hacia la ventana y siguió observando su tierra, esa donde había nacido y que sin importar cuánto la conocía, siempre la maravillaba, sólo que en esta ocasión, ni siquiera esos paisajes lograban calmar su ansiedad. 

Sabía que su padre aceptaría su relación, a pesar de su incomodidad con el tema, la respetaba, el detalle era que ahora que sabía su actitud hacia Romina de pequeña, sentía una especie de resquemor en su interior que no lograba aplacar. Sabía que no debía sentirse así, al final, Romina no lo resentía, pero ella era otro cuento. Tal vez no había sido bueno viajar en ese momento sin tener el tiempo de asimilar aquella información.  

Al estacionar frente a la casa, se quedó sin reaccionar, a lo que Romina respondió haciendo que se volviera hacia ella.

- ¿Qué pasa princesa? _ Preguntó preocupada. Al ver su expresión, Isabel le sonrió ligeramente, sabía que si le contaba lo que sentía, Romina se culparía por ello, así que decidió dejarlo pasar por los momentos. 

- Nada vida, un poco ansiosa pero, nada más _ Le aseguró.

Romina la miró a los ojos unos segundos y supo que había algo más, pero ya habían llegado, así que no insistió. Después de todo, intuía lo que pasaba, pero ya no podía echar el tiempo atrás y no contarle a Isabel la historia con su padre. Debía buscar la manera de resolver eso porque sí. 

Se bajaron del carro y de inmediato, la madre de Isabel, Marlene, salió de la casa emocionada. Había estado cerca de la ventana cuando vió las luces del auto frente a la casa, de allí que al asomarse y ver a Isabel bajarse del carro, corrió para recibirla.

- ¡ISAAAA! _ Gritó mientras caminaba rápido para abrazarla - ¡Hija que sorpresa! _ Agregó sin dejar de abrazarla y besarla.

- Hola mami _ Le correspondía de la misma manera. 

- ¿Por qué no avisaste que venían? _ Preguntó al tiempo que abrazaba a Romina también - Diooossss tanto tiempo sin tenerlas aquí a ambas _ Las miró con emoción para luego apurruñarlas en un mismo abrazo - Que alegría verte Romi 

- Igual digo tía _ Sonrió con emoción también, pues aunque la última vez que se habían visto había sido en la boda de Nancy, antes de eso, tenía varios años sin ir a la isla a visitarla.

- Vamos, entremos _ Las agarró a cada una por una mano y las arrastró hasta la casa - ¡Viejo, mira la sorpresa que llegó! _ Las llevó hasta el fondo de la casa, donde estaba el taller de trabajo de Óscar y él, lijando una de las piezas de madera que tenía.  

Se dedicaba a hacer muebles de madera o de MDF por encargo, así que ocupaba gran parte de su tiempo en ello cuando recibía solicitudes. Le gustaba entregar rápido sus pedidos, de allí que su cartera de clientes lo mantenía ocupado. Bien fuese para hacer nuevos pedidos o para reparar o restaurar piezas de tiempo. 

Marlene entró primero con Isabel, haciéndole señas a Romina que se quedara atrás momentáneamente para sorprenderlo aún más. Romina sonrió de manera irónica mentalmente, pues estaba segura que Óscar ciertamente se sorprendería. 

The OneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora