3. El Paseo

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Capítulo 3

La cita de Isabel transcurrió lo más normal posible. Después del impacto de la canción, Romina logró concentrarse en su trabajo y dejar a un lado todas esas emociones que la habían embargado sin poderlo evitar, así que realizó la limpieza sin mayores contratiempos.

Para sorpresa de Isabel, todo fue bastante aceptable dentro de lo molesto que era una limpieza bucal. No estaba segura si era porque era Romina quien lo había hecho o porque tenía una mano de seda que hizo que todo fuera casi sin molestia alguna. El pensamiento que le cruzó luego de que le anunciara que había terminado fue "¿Así de suave tendrá la mano para todo?". Internamente se había sonrojado con ese pensamiento, pues lo que vino después, fue imaginar cómo sería si la acariciara de esa misma manera, pero en otras partes de su anatomía y eso, le produjo un escalofrío por todo su cuerpo.

Esa noche, a pesar de salir juntas y que Romina la llevó hasta casa de su tía Mery, Isabel reprimió las ganas de invitarla a cenar. Se moría por hacerlo, pero notó lo cansada que Romina estaba, así que prefirió posponerlo.

Sin embargo, Romina la sorprendió dos días después, llamándola para que la acompañara a una caminata dominguera. Romina la llevó a las faldas del parque Cerro el Ávila, a la vía express llamada cota mil, vía que la cerraban durante la mañana cada domingo para que los caraqueños pudieran caminar, correr, disfrutar de la vista de la ciudad y los más activos físicamente, subir por las diferentes entradas a la montaña.

Al llegar, hicieron un primer recorrido caminando, respirando el aire puro con aroma a naturaleza que se sentía allí. Isabel estaba fascinada, especialmente por la energía que sentía, el ambiente sin estrés, sin apuros de todos los visitantes. Era como hacer un stop al ritmo atropellado de la semana y donde por un lapso de tiempo, el único propósito era desconectarse del mundo y disfrutar solo, o acompañado.

Sin embargo, la salida tenía otro propósito, además de la caminata en sí. Cuando Isa pensaba que darían otra vuelta, Romina se acercó a un par de hombres que estaban apostados a un lado de la vía. A leguas se notaba que eran hermanos por su parecido físico y además, era más que evidente que se ejercitaban muchísimo, pues no tenían ni un gramo de grasa en el cuerpo. Trigueños, cabello negro, rasgos bastantes masculinos y muy buen mozos, a pesar, de una cicatriz bastante notoria en la quijada de uno de ellos. Estaban haciendo algunas rutinas de calentamiento, pero en cuanto Romina se les acercó, la saludaron con mucho cariño e intercambiaron algunas palabras, antes de invitar a Isabel para que se uniera a ellos.

- Isa, te presento a Jorge y Santiago. Son pacientes míos _ Los presentó y se estrecharon las manos - Ellos me ayudarán con algo que tengo pendiente contigo _ Se sonrió de lado.

- ¿Algo pendiente conmigo? _ No entendía.

- Ujuuuu _ Dijo antes de hacerle señas para que viera hacia un lado.

Isabel volteó y vió un par de bicicletas. Las había visto antes, pero no las relacionó con Jorge y Santiago, así que se sorprendió.

- Eeehh no entiendo bien _ Sonrió un poco confusa.

- ¿Recuerdas que te dije que buscaría la manera de ayudar a reconciliarte con las bicicletas?

- Sí, lo recuerdo.

- Bueno, Jorge y Santiago nos prestarán sus bicicletas muy amablemente, mientras ellos suben a la montaña a dar su vuelta dominguera _ Le explicó.

- ¿En serio? _ No se esperaba aquello.

- Sí _ Le sonrió ampliamente - Quise que me las alquilaran... _ Empezó a decir, pero Santiago, la interrumpió.

- Pero nos negamos rotundamente. La doc ayudó muchísimo a mi hermano luego de un accidente que sufrió y le estamos agradecidos de por vida, así que faltaba más _ Sonrió.

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