Cuento 27

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Doña Emelina tiene las mejores sopaipillas del centro. Es por eso que todos los días al pasar manejando cerca de su puesto, bajo mi ventanilla y digo lo mismo.

-Soa Eme, dos sopaipas, por favor.

Ella como siempre cumplía su parte del trato y en un pestañeo yo ya tenía en mi boca una de sus delicias fritas. Pero hoy fue distinto, tanto que las terminé botando.

No me quedaría con la duda, así que a la siguiente vuelta le hablé.

-Soa Eme, las sopaipillas que me vendió tenían un sabor distinto, ¿qué les hizo?

-Lo mismo de siempre, quizás porque me lavé las manos -respondió.

No pude evitar reírme tras el volante, hasta una lágrima tuve que secarme. Volví a ver a doña Emelina. Ella me miraba serio, ella no se rio.

365 Cuentos Cortos De BusesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora