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Joaquin
Hundí la cuchara en el pote de telgopor, agarrando mas del helado que me estaba bajando yo solo. Un kilo para mi y mis ganas de llorar.
Había llegado de la casa de Ivo hace 2 horas. Desde el segundo que pise mi departamento, me había tirado en la cama, no sin antes agarrar el helado. Mientras comía, veía la película del titanic.
— ¡No le creas, Rose! - grite molesto. - No te ama, miente.
Bufe, viendo como se daban un beso.
— Todos los hombres son iguales, primero te seducen, te usan y después cuando les decis un simple "te quiero", lo unico que hacen es irse y despues decirte que fue una pelotudes. - Murmure enojado, clavando mi cuchara con bronca en el helado, para despues empezar a sollozar. - Soy un mounstro, perdon heladito.
Si fuera mujer meteria la excusa de que estoy en mis dias.
El timbre sonando me saco de mis pensamientos, me tense. Mi mente empezó a maquinar un sin fin de cosas. Entre ellas estaba la idea de que era Ivo.
Con el culo fruncido, me levante de la cama y camine hasta la puerta de entrada, parecía un robot. Mire por el orificio de la puerta, relajándome al ver que era solo Julieta.
¡Es verdad que la había llamado, que pelotudo soy!
Abri la puerta y la pelirroja se me tiro encima nada mas verme.
— Decime que te hizo y le corto las pelotas. - Murmuro.
Rei levemente por su comentario, pero los recuerdos de lo que sucedio volvieron a mi mente, haciendo que empiece a llorar de nuevo.
Dios santo, ¿que tanto me importaba Khea, como para estar llorando como si alguien que quiero hubiese muerto?
Al parecer mucho.
— Bebé, no llores. - Juli acaricio mi espalda, mientras que yo me escondía en el hueco de su cuello.
Cerro la puerta y me hizo caminar hasta el sillon, donde se sento y yo tambien.
— Contame que paso, dale. - Me separo lentamente de ella.
Pase mis manos por mi cara, tratando de limpiar las lagrimas. Con mi mirada en el piso, me dedique a relatarle lo que sucedió hace 2 horas, obviamente la escena +18 que paso en la ducha.
— Dios, que pelotudo que es Khea. - Se paso las manos por la cara, molesta. - Te juro que lo veo y lo mato.
— Juli, ya fue. - Negue con mi cabeza, la pelirroja me miro sin entender.
— "Ya fue" nada, el te lastimo y... - la frene.
— No es su culpa no quererme. - Murmure. - No esta obligado a hacerlo, es el corazon el que decide a quien querer y a quien no. - Sonreí triste. - Y si su corazón no me quiere, esta bien.
