LOUIS
Bianchi habla con algunos de sus hombres y después regresa hacia mi. En su mirada veo reflejado todo el odio que le tiene a Franco Rossini, el asesino de su madre. Y ahora, después de que ese hijo de puta se llevase a Bianca, estoy más seguro que nunca de que si lo tuviese frente a él lo mataría con sus propias manos sin dudarlo un segundo. Y eso me va a venir bien, porque si de algo estoy seguro es de que Rossini de esta no sale vivo. Va a pagar con creces todo el daño que nos ha hecho a mi y a mi familia.
-Vamos, no hay tiempo que perder -dice encaminándose hacia el coche.
Una vez estamos en marcha, el silencio nos rodea. Cada uno va sumido en sus pensamientos. Pensamientos sobre Bianca y el malnacido que la tiene en su poder.
Cuando nos detenemos en un semáforo marco el número de Niall y lo dejo en manos libres, mi amigo responde enseguida.
-Necesito que rastrees el número de teléfono que te voy a mandar -explico.
-Entendido -es la única respuesta por su parte antes de cortar la llamada. Veo hacia Bianchi quien asiente y coge el teléfono en sus manos para mandarle el número a Niall.
-Ni siquiera sé a donde vamos, no tenemos una dirección ni nada -murmuro.
-Ve a mi casa, allí podremos proveernos de armas y esperar noticias -tomo aire y piso el acelerador.
Ya en la Mansión Bianchi nos encerramos en el despacho. Mario pulsa un bontón rojo de un pequeño control remoto y el mueble de estanterías se hace a un lado. Entonces mis ojos comprueban que estamos frente a un búnquer lleno de armas.
Joder con el santito.
Nos abastecemos de munición y ambos nos sobresaltamos al oír un teléfono móvil. Un mensaje de Niall con la dirección que necesitábamos acaba de llegar.
-Demasiado fácil -dice Bianchi. Y estoy totalmente de acuerdo con él. Un hombre como Rossini no deja las cosas al azar.
-El hijo de puta quería que lo encontrásemos -respondo y mi mirada se cruza con la de él-. Nos está esperando.
Respondo al mensaje de Niall diciéndole que nos encontraremos en media hora en esa dirección.
Sin perder más tiempo nos ponemos en marcha.El lugar es una especie de fortaleza. La casa central está rodeada por muros de más de dos metros y hay cámaras y vigilancia y guardias en cada esquina.
-Necesitamos un plan para entrar ahí -murmura Bianchi apoyándose en el capó del coche.
Durante un buen rato pienso y pienso en algo que pueda servir para distraer a los jodidos guardias y poder entrar en la Mansión.-¿Tienes el número de algún burdel? -pregunto. Mario me mira como si hubiese perdido la cabeza.
-¿Tengo pinta de recorrer esos lugares? -ruedo los ojos y bufo.
-Eres policía. Seguro que tienes en los archivos de tu comisaría el contacto de algún club de señoritas de compañía que esté en líos por algo -digo. Bianchi frunce el ceño y suspira.
-Es posible, sí.
-Pues ya estás haciendo unas llamaditas para conseguir ese número -murmuro.
-De todas formas, ¿para qué quieres una prostituta? -sonrío mirando hacia el gorila parado frente al portón unos metros más allá. Entonces parece comprender mi plan-. Está bien. Veré que puedo hacer.
Bianchi hace un par de llamadas a alguno de sus compañeros y finalmente consigue el número que necesitamos.
-Llama tú -dice una vez cuelga. Ruedo los ojos y saco mi teléfono para marcar los dígitos que él me va dictando.
Me atiende una señorita de habla bastante vulgar, le pido por favor que envíe a cinco de sus chicas a la dirección en la que estamos y que se le recompensará con una muy buena suma de dinero. Ella promete tenerlas aquí en menos de media hora.
Después llamo a Niall y le encargo un maletín con dinero, y de paso le meto presión para que se de prisa en conseguir a esos hombres que me prometió.
Mientras esperamos, Mario y yo nos apoyamos en el capó del coche cruzados de brazos viendo hacia el interior de la propiedad.
-¿Crees que Bianca estará bien? -pregunta en un murmuro.
-Yo me preocuparía más por Rossini que por Bianca. Ella sabe defenderse -aseguro. Él asiente, pero su ceño sigue fruncido. Está preocupado por ella, y aunque no lo reconozca en voz alta, yo también.
BIANCA
Forcejeo con las cuerdas sentada en el sofá del salón de Franco Rossini. Él, al verme, se echa a reír y niega con la cabeza. Frunzo el ceño queriendo borrarle la sonrisita estúpida de la cara.
-Déjalo estar, querida. No lograrás soltarte -dice-. Y aunque lo consigas, no podrás salir de aquí.
-Louis vendrá y acabará contigo -murmuro. Él vuelve a sonreír.
-Y yo lo estaré esperando -dice.
Se sirve un vaso de whisky y después se sienta a mi lado. Posa una de sus piernas sobre la otra y apoya el brazo sobre el respaldo del sofá.
-Te diré una cosa, mi querida Bianca. Esta noche eliminaré a Tomlinson del mapa, y el siguiente será Bianchi. No creas que no sé que esos dos están aliados en mi contra -da un trago a su bebida y después posa el vaso sobre la mesa-. Pero ¿a que no sabes qué? Tengo el punto débil de ambos aquí frente a mi. Tú eres la perdición de esos dos hombres, eres la que los llevará al infierno.
No puedo evitar echarme a reír a pesar de que lo que me acaba de contar no me hace ni pizca de gracia. Me aparto el pelo de la cara con dificultad debido a las cuerdas que rodean mis muñecas.
-No te saldrás con la tuya y lo sabes. Si alguien va a morir esta noche, ese, eres tú.
-Pero qué valiente. Estando en la situación que tú estás no me atrevería ni a abrir la boca. Y tú no solo lo haces, sino que además te atreves a desafiarme. Ahora voy entendiendo por qué esos dos idotas han perdido la cabeza por ti -una de sus manos se paso en mi pierna y la aprato bruscamente-. Me gustan las mujeres como tú. Orgullosas, altivas y que no se amedrantan ante situaciones difíciles. Quizás después de que acabe con tu enamorados podramos entendernos.
-Antes que tener algo que ver contigo prefiero que me peguen un tiro.
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He decidido alargar un poco la historia porque si no se acaba con menos de veinte capítulo y bue... como que no tiene sentido.
Quizás el próximo capítulo sea el del muerto, o muertos...
Capítulo dedicado a @MiliStylinsonHood
Si queréis novelas de Louis entonces: Siénteme.
También tengo una de los chicos: Los ojos del Diablo.
Besos :)
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