LOUIS
Me revuelvo en la cama en busca del calor familiar que desprende su cuerpo, pero lo único que encuentro son las frías sábanas de seda. Abro los ojos incorporándome rápidamente. ¿Dónde está Bianca?
Estoy completamente seguro de que no soñé lo de anoche, y también estaba seguro de que lo sucedido había cambiado las cosas, para bien. Pero al encontrarme solo en esta habitación de hotel que anoche me parecía el paraíso y hoy me parece el mismísimo infierno, me doy cuenta de que en lugar de avanzar con Bianca, he retrocedido. No debí haberme dejado llevar por la pasión.
Me froto la cara con las manos, y me levanto de la cama sintiéndome totalmente hundido, pero aun así me adentro en el baño con la esperanza de encontrar a Bianca allí y me hundo todavía más al darme cuenta de que se ha ido.
Arranco las sábanas de la cama en un ataque de rabia. Me tiro del pelo y finalmente, me siento en el suelo escondiendo la cara entre mis manos.
Quisiera mandar todo a la mierda, largarme de aquí y rehacer mi vida de antes, pero no podría. Acabaría volviéndome loco, porque la sola idea de tocar a otra mujer que no sea ella me asquea, y todavía me asquea más la idea de que ella pueda ser de otro. Cuando estamos juntos estoy completo, pero cuando ella me falta solo soy medio hombre.
Mi teléfono móvil suena en alguna parte de la habitación y me levanto corriendo a buscarlo con la esperanza de que sea ella, un suspiro se me escapa al ver el nombre de mi hermana en la pantalla. Últimamente la he tenido demasiado olvidada.
Trato de disimular mi estado para no preocuparla y la escucho hablar sobre lo maravilloso que es ser madre y lo contenta que está con Harry. Además me informa de que ya han puesto fecha para la boda, cosa que en otras circunstancias reprocharía, pero hoy no tengo fuerza para ello.
Después, me ducho y me visto y bajo al bar del hotel. Pido un whisky y el camarero me mira como si estuviese loco, pero de todas formas me lo sirve.
Me paso horas allí metido, bebiendo y bebiendo, creyendo que así podría sacarme a Bianca de la cabeza, pero lo único que logro es sentirme todavía peor y creo que en algún momento termino por echarme a llorar sobre la barra totalmente borracho.
Me despierto cuando ya ha anochecido sin tener ni la menor idea de cómo llegué a la habitación cuando horas antes ni siquiera podía andar. Un fuerte pinchazo me atraviesa la sien cuando trato de reincorporarme, lo que hace que me vuelva a tumbar inmediatamente.
Me siento como la mierda.
Abro el cajón de la mesilla de noche en busca de algo que calme el jodido dolor de cabeza, pero mi mano encuentra otra cosa. Saco la pequeña caja de terciopelo y juego con ella entre mis dedos. Termino abriéndola y bufando ante la vista del anillo de diamantes que hay dentro.
Cierro la cajita y la arrojo al suelo para después llevarme las manos al pelo. Ahora no solo me duele la cabeza. Un profundo dolor se extiende por mi pecho, y eso es todavía peor que el otro.
Durante los días siguiente deambulo por la ciudad como u muerto viviente, emborrachándome por las noche y sufriendo los efectos de la resaca durante el día. En algún momento de sobriedad me pongo al día con los negocios y después vuelvo a sumirme en un estado deplorable.
Me llego a plantear la posibilidad de regresar a Verona y tomarme un tiempo para recapacitar y pensar en lo que es mejor para mi. Y decido, tras una nueva llamada de mi hermana, que es hora de volver a casa.
Por primera vez en la via Louis Tomlinson se va a rendir y a aceptar la derrota.
BIANCA
Tras pasarme varias semanas pensándolo por fin tomo una decisión, y llamo a Mario para pedirle que venga a casa. Necesito hablar con él urgentemente.
Desde el encuentro con Louis semanas atrás no he sido capaz de verle a la cara, me sentía -y me siento- como la peor basura del mundo por haberlo engañado cuando él se ha desvivido en atenciones hacia mi.
A las seis de la tarde, tras haber salido de la comisaría, se pasa por mi casa. Es mi madre la que lo recibe y, por petición mía, lo lleva hasta mi habitación, dónde lo estoy esperando completamente nerviosa.
Él se acerca a mi con una sonrisa en el rostro, feliz porque, después de tanto tiempo evitándolo, he decidido llamarlo y quedar con él. Pero su sonrisa se borra y su ceño se frunce al ver mi expresión.
-¿Qué ocurre, bella? -pregunta agarrando mi cara entre sus manos. Suspiro mirando hacia el suelo.
-Debemos hablar -murmuro. Entonces en un acto de valentía empiezo a narrarle todo lo sucedido con Louis desde que llegó a Roma, incluída la noche en aquel hotel. Mario aprieta los puños, pero me escucha sin intervenir, cosa que agradezco.
-Lo siento mucho -susurro mientras las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas-. Lo amo.
Mario me seca las lágrimas y besa mi frente, levanto las vista para mirarlo y en sus ojos se refleja compasión y tristeza. Le he hecho daño y es algo que nunca podré perdonarme.
-Está bien, bella -murmura-. No llores.
Escondo la cara en su pecho. Cualquier otro hombre en su lugar se hubiese vuelto loco de furia y me habría gritado un montón de improperios, pero él se limita a abrazarme y consolarme.
-Te quiero mucho, Mario, pero...
-Pero lo amas a él -termina la frase por mi-. Lo sé, y lo entiendo.
-Mi intención nunca ha sido hacerte daño -digo mientras me seco las lágrimas que continúan cayendo por mis mejillas-. Eres un hombre increíble y te mereces a alguien que te ame de verdad.
Es entonces cuando me doy cuenta de que nunca seré capaz de amar a nadie más después de Louis, porque él está gravado en mi como un tatuaje.
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¡Hola! aquí tenéis un nuevo capítulo. No lo he subido inmediatamente después de que se llegó al límite de votos porque he tenido una semana un poco ajetreada, espero que me diculpéis y disfrutéis del capítulo.
12 y subo