11. ¿Qué te han hecho?

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BIANCA

Mario se acuclilla frente a mi y agarra mis manos. Las lágrimas se acumulan en mis ojos al darme cuenta del tremendo lío en el que Louis está. Si esta gente sabe la mitad de lo que él ha hecho hará todo por no dejarle marchar.

Seca mis lágrimas con sus dedos y espera a que me tranquilice, entonces me pide por favor que le cuente lo que está pasando. Le cuento que estaba con Louis cuando unos carabinieri llegaron y nos esposaron a ambos, para después traernos aquí y encerrar a Louis en un calabozo. Sin darnos ninguna explicación. Él me escucha atentamente con el cejo fruncido. 

-Necesito verlo -digo-. Necesito saber que está bien.

-Tranquila, me encargaré de averiguar qué está pasando -murmura. Se pone de pie, beso mi frente y después llama a uno de los hombres uniformados que hay en la comisaría y juntos desaparecen en una sala.

Bruno se acerca a mi y me pide que lo siga, lo miro con desconfianza, pero acabo por ponerme de pie y yendo tras él. Entramos en una sala oscura, por la pinta una de interrogatorios. Me pide que me siente y cuando lo hago me esposa a la silla nuevamente.

-Bien, Bianca. Te daré la oportunidad de confesar todo lo que sabes sobre Tomlinson y su mafia o ambos acabaréis entre rejas.

-No pienso decir nada, porque yo no sé nada -respondo. Haré lo que sea por evitar que Louis vaya a la cárcel. 

Da una vuelta alrededor de la mesa y se para justo detrás de mi, aparta me pelo y se agacha hasta rozar mi oreja.

-Ambos sabemos que conoces todos los negocios sucios de Tomlinson -susurra, pero no es cierto, en realidad lo único que sé es que forma parte de la mafia, pero no tengo ni idea de qué clase de negocios tiene aparte de la casa de modas, que ahora supongo que es una simple tapadera.

Voy a mandarlo a la mierda cuando la puerta se abre y el hombre que se fue con Mario antes, entra, llama a Bruno y este se acerca a él. Hablan durante un par de minutos en bajo, tratando que no los oiga.

-El jefe ha dicho que la soltemos, que ella no tiene nada que ver en esto -murmura el hombre. Bruno frunce el cejo y niega.

-No, la necesitamos. Si amenazamos a Tomlinson con implicarla a ella estoy seguro de que acabará confesando, sino... no nos quedará más remedio que soltarlo. No tenemos pruebas en su contra, joder, y no nos podemos permitir que siga burlándose de nosotros -Bruno susurra y apenas puedo oírlo.

Cuando el otro hombre se va Bruno camina hacia mi nuevamente y se sienta, me mira durante un rato con las manos entrelazadas esperando que comience a hablar, pero está muy equivocado si piensa que voy a hacerlo y mucho menos después de lo que acabo de oír. No tienen pruebas contra Louis. 

Apoyo la espalda contra el respaldo y me cruzo de piernas mirándolo desafiante, no pienso decir ni una palabra. 

Mario entra hecho una furia y lo agarra de la camisa. Le reclama el tenerme aquí retenida cuando él mismo dió la orden de dejarme ir. Bruno le explica que soy necesaria si quiere conseguir una confesión por parte de Louis además de que soy una testigo. Mario lo empuja y le dice que como no me suelte ahora mismo se encargará personalmente de que lo expulsen del cuerpo. Bruno traga saliva y asiente, para después sacar de su bolsillo las llaves de las esposas y soltarme.

Mario me conduce hasta el centro de la comisaría, me pide que me siente y va a buscarme un vaso de agua. 

-¿Has llamado a tu padre? -pregunta. Niego con la cabeza y frunce el cejo-. ¿Por qué?

-Porque no me han dejado.

-Tanto tú como Louis tenéis derecho a una llamada, y si Bruno no os ha permitido hacerla entonces está incumpliendo el reglamento -dice. Me acerca un teléfono-. Ten, puedes llamar a quien necesites.

-¿Puedo ver a Louis primero? -pregunto esperanzada. Mario parece pensárselo pero acaba asintiendo. 

Me ayuda a ponerme en pie y después me guía a través de unos pasillos, hasta que llegamos a los calabozos. En un de ellos distingo a Louis sentado con la cabeza entre las manos. Cuando escucha pasos se levanta y al verme se acerca agarrándose a los barrotes.

-Bianca, ¿estás bien? ¿qué te han hecho? ¡joder! van a pagar por atreverse a tocarte -dice. Me acerco a él y le acaricio la mejilla, él cierra los ojos ante el tacto.

-Bueno, os dejo solos un momento -dice Mario-. Cinco minutos nada más, Bianca.

Asiento y. cuando él se va, beso a Louis. Sus manos se cuelan a través de los barrotes y agarran las mías para después besarlas con mimo.

-No entiendo por qué te tienen aquí -dice-. Tú no tienes nada que ver esto.

-Quieren obligarte a confesar haciéndote creer que me van a implicar si no lo haces -respondo en un susurro. El cierra los ojos con fuerza y maldice.

-¿Y qué está haciendo el imbécil de Bianchi? 

-Él está haciendo lo posible por ayudarnos, de hecho ya ha mandado que me dejen ir -digo. Louis asiente-. Me ha dicho que puedo llamar a alguien y...

-A Niall -responde-. Él es mi abogado y sabrá como sacarme de esta, no es la primera vez que lo hace.

Asiento y lo beso nuevamente, pero los cinco minutos han pasado y Mario vuelve por mi. Me lleva de regreso al sitio de antes y me vuelve a tender el teléfono.

-Confío en que sabrás a quien llamar -dice dejándome totalmente confundida.

Me deja sola para que pueda hablar y marco el número de Carlotta porque el de Niall no me lo sé. Ella se alegra mucho de oírme pero se preocupa mucho cuando le pido que me pase a Niall. Tarto de tranquilizarla diciéndole que es una tontería, que solo necesito hablar con él porque mi padre necesita el consejo de una abogado. Poco después estoy hablando con Niall. Le explico la situación por encima y promete que estará aquí en unas horas.

Poséeme (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora