13. Se la llevaron

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BIANCA

Lo que me acaba de contar Louis es algo que me deja completamente sorprendida, nunca hubiese creído que Mario estuviese involucrado con la mafia. Él que siempre ha defendido la justicia.

-¿Ya sabes quién te enviaba esas cartas? -pregunto cuando creo haber recuperado el control de mi voz. Louis alza la mirada hacia mi.

-Sí -murmura. Una parte de mi quiere saber quién era la persona que estaba tratando de separarnos, pero por otra parte tengo miedo de que no vaya a gustarme la respuesta.

-¿Y qué vas a hacer? -mi voz sale en un susurro asustado.

-Acabar con él -el odio reflejado en los ojos de Louis hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. Me abrazo a mi misma en busca de calor o de protección. No lo sé. Se pone en pie y me rodea con sus brazos. Me abraza durante largos minutos haciéndome sentir protegida.

El calor que desprende su cuerpo me reconforta y escondo mi cara en el hueco de su cuello. Su mano acaricia mi espalda durante el tiempo que dura nuestro abrazo, y cuando nos separamos, me besa.

Duermo entre sus brazos sintiéndome de nuevo en casa. Estar con él es como estar en casa.

Por la mañana me pide que regrese con él a Verona, no puede quedarse más tiempo en Roma y menos después de haber estado detenido. Le digo que me iré con él encantada, porque no quiero que continuemos separados, y además estoy deseando ver a mis amigos. Los echo mucho de menos a todos.

Pero también le digo que primero he de ir a ver a Mario, se lo prometí el día anterior en la comisaría y no puedo faltar a mi palabra. Él, a regañadientes, acaba aceptando, pero cuando me dice que me acompañará me niego rotundamente, Mario quiere darme su versión de la historia y sé que con Louis delante no lo hará.

Cede nuevamente a mi petición, y dice que me llamará en un par de horas y que si no contesto irá y le dará la paliza de su vida a Mario. Lo beso y le digo que no será necesario.

Tras haber desayunado juntos, me subo a un taxi y me despido de Louis. Le doy la dirección de la Mansión Bianchi al conductor y durante el viaje me dedico a mirar por la ventana. Creo que llevamos diez minutos en la carretera cuando me doy cuenta de que el taxista parece nervioso por algo.

-¿Se encuentra bien? -le pregunto. Su mirada se encuentra con la mía por el espejo retrovisor.

-No quiero asustarla, pero... creo que nos está siguiendo un coche desde que salimos del hotel -ruedo los ojos al darme cuenta de que Louis no ha sido capaz de quedarse quietecito y ha decido seguirme para asegurarse de que no me pasa nada.

Entonces se escucha un fuerte estruendo. El coche nos acaba de golpear desde atrás, mi cuerpo sale disparado hacia adelante, pero el cinturón amortigua el golpe. El conductor hace una maniobra brusca para tratar de no salirse de la carretera, pero un nuevo golpe hace que terminemos chocando contra un muro. Las puerta des taxi se abren y dos hombres encapuchados nos apuntan con un arma. Uno de ellos dispara al conductor que acababa de sacar un pequeño revólver de debajo del asiento.

Abro los ojos sorprendida mientras veo como el cuerpo del taxista cae inerte sobre el asiento. Entonces, el segundo hombre me agarra del brazo y me saca del coche. Forcejeo tratando de soltarme, pero recibo un golpe en la cabeza que me deja inconsciente.

LOUIS

Llamo por segunda vez a Bianca y nuevamente me salta el buzón de voz. Maldigo nuevamente y me digo que simplemente se quedó sin batería, que no hay nada de qué preocuparse, pero la presión que siento en mi pecho me dice que nada está bien. Algo le ha pasado.

Marco el número de Mario y creo que la sangra abandona mi rostro cuando dice que ella no ha llegado. Han pasado dos jodidas horas ¡claro que tendría que haber llegado!

Tiro mi móvil sobre la cama y bufo repetidas veces, entonces lo único que se me ocurre es llamar a Niall y pedirle que reúna a unos cuantos hombres para salir a buscar a Bianca. Él me asegura que será pocos los hombres que pueda conseguir porque aquí en Roma no tiene muchos contactos.

Busco mi arma en la maleta y asegurándome de que está cargada, la escondo en la cinturilla de mis pantalones y salgo corriendo. me subo al coche y hago el recorrido que debería haber hecho el taxi desde el hotel a casa de Mario.

Escucho las alarmas de los carabinieri y cuando veo una aglomeración de curiosos y un par de patrullas, detengo el coche y me bajo enseguida. Veo que hablando con uno de los policías está Mario y me acerco apresurado hacia él, pero me detengo bruscamente cuando veo un taxi estampado contra un muro, los paramédicos sacan un cuerpo tapado por una sábana.

Me llevo la mano al pecho y esquivo a los carabinieri que tratan de detener mi avance. Grito su nombre, pero cuando me acerco al coche veo que no hay ni rastro de ella.

Entonces Mario me agarra del brazo y me aparta del taxi.

-Ella no está -dice-. Se la llevaron.

Me llevo las manos a la cabeza y suelto maldiciones contra todo el mundo, los ojos se me llenan de lágrimas y mi desesperación aumenta a cada segundo. Mi móvil suena atrayendo mi atención y la de Mario.

-Tomlinson, ¿cómo estás? -su asquerosa vez resuena a través del teléfono. Debí matarlo aquel día, debí matarlo en lugar de huír tratando de no morir en aquella explosión.

-Hijo de puta. Como le toques un pelo te juro que te mato. Te mataré ¿me oyes? -amenazo. Mario frunce el ceño al mismo tiempo que escucho una risa al otro lado del teléfono.

-No estás en posición de amenazar, recuerda que podría hacer un montón de cosas con tu chica si me diese la gana. Apuesto a que lo disfrutaría como la zorra que es -aprieto el teléfono en mis manos y antes de que me de tiempo a responderle, cuelga.

-La tiene él ¿verdad? -mi silencio confirma su suposición. Mario maldice y entonces sé que juntos acabaremos con Franco Rossini, el asesino de nuestros padres.

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Ya falta muuuuuy poco para el final. Y es posible que haya un muerto o dos.

Poséeme (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora