BIANCA
Me siento al lado de la camilla donde descansa un dolorido Mario. Hace más o menos una hora que me llamaron sus padres para avisarme de que estaba en el hospital. Al parecer, dos hombres lo agarraron al salir de la comisaría y lo golpearon brutalmente. Lo más extraño de todo es que nadie vio nada. No hay ni un solo testigo de lo que pasó y eso me da mucho que pensar.
Veo al pobre Mario respirar con dificultad, porque tiene un par de costillas rotas, mientras pienso en lo vivido durante los últimos meses. No he sabido nada de Louis, en cambio, Mario ha estado conmigo todo el tiempo, y, a pesar de no haber olvidado todavía a Louis, he decidido darle una oportunidad, porque él de verdad se la merece, porque es una gran persona y porque me ha ayudado mucho. Porque ha estado conmigo cuando lloraba por el idiota de Louis, y porque... creo que he empezado a sentir algo por él. No amor, pero si cariño.
El señor Lorenzo entra en la habitación y se sienta en el sofá frente a la cama. Se frota los ojos y suspira. Se ha pasado toda la tarde tratando de averigüar quién le ha hecho eso a su hijo.
-¿Alguna novedad? -pregunto. El niega con la cabeza.
-No, nadie sabe quien ha podido hacerle algo así a Mario. Él no tenía enemigos, es un buen chico. En la comisaría piensan que pudo ser alguna banda callejera que ha detenido hace poco y quería vengarse.
-Quizás debemos esperar a que despierte y preguntarle si conocía alguno de los hombres que lo atacó -digo. El señor Lorenzo asiente en acuerdo.
Agarro la mano de Mario y la acaricio. Y así me paso media hora más. Simplemente observándole. El señor Lorenzo sale de la habitación y vuelve poco después con un café entre sus manos. Me lo tiende y le sonrío agradecida. Cuando termino el café, me levanto con la necesidad de ir al baño. Y cuando salgo de este, Mario tiene los ojos abiertos y está hablando con su padre, de mí.
-Quiero que pongas un par de guardaespaldas para que la cuiden -le dice Mario a su padre. Y se calla cuando me ve.
-Mario, ¿qué pasa? ¿por qué necesito guardaespaldas? -pregunto acercándome a la cama. Agarro la mano de Mario y este me la aprieta.
-Bianca...
-Habla Mario, por favor -le suplico. El suspira, y tras hacer una mueca se dispone a contármelo.
-Uno de los tipos, mientras me golpeaban, me dijo que todo esto era para que aprendiera que tú ya tienes dueño -dice Mario-. Tengo miedo de que alguien quiera hacerte daño.
-¿Qué? -lo miro sorprendida. ¿Quién cojones se cree con el derecho de decir que es mi dueño? En estos momentos solo se me ocurre una persona, pero... no sería capaz ¿o sí? No, no puede ser. Él ya está fuera de mi vida hace tiempo.
-Hermosa, mírame -me pide Mario-. No dejaré que nadie te haga daño.
-Por Dios, ¿es que no te das cuenta de que el problema no soy yo? al único al que quieren hacer daño es a ti, sino mírate. Y todo por mi culpa...
-No, Bianca, no es tu culpa, ¿Vale? -dice dándole un ligero apretón a mi mano.
-Yo... lo... lo siento, necesito tomar un poco de aire -digo, y me giro hacia la puerta y salgo de la habitación.
Camino por los pasillos del hospital a paso ligero. Y me meto en el primer baño que encuentro. Cierro la puerta con seguro y saco mi móvil del bolso. busco en la lista de contactos y llamo. Un, dos, tres toques y por fin responde.
-Has sido tú ¿verdad? -lo acuso.
-¿Bianca? ¿de qué demonios estás hablando? -me pregunta haciéndose el desentendido.
-No te hagas el idiota, Louis. Tú mandaste golpear a Mario -digo tratando de no alzar la voz.
-¿Quién demonios es Mario? ¿y por qué supones que yo lo mandé golpear? -pregunta.
-Porque eres la única persona de este mundo que se cree con derechos sobre mí -respondo.
-Mira, Bianca, yo no he mandado golpear a nadie, y ahora si me disculpas, estoy ocupado -me dice. ¿Ocupado? Quisiera saber yo con qué está ocupado. Seguramente andará con alguna de esas guarras que tanto le gustan.
-¿Me juras que no has sido tú? -se hace el silencio durante unos segundos y finalmente respondo.
-Te lo juro -suspiro. Volver a oír su voz me está doliendo en el alma. Lo extraño más que nunca. Cómo quisiera que fuese él el que estuviese a mi lado-. ¿Estás... estás saliendo con ese tal Mario?
-Y eso que más da, después de todo hace tiempo que dejé de importarte -y sin poder resistirlo más, corté la llamada.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, rápidamente me las sequé con las manos. Me había prometido a mi misma no volver a llorar por Louis.
Después de esperar unos minutos para tratar de recuperarme, salí del baño. Una señora estaba esperando fuera. Volví de nuevo a la habitación de Mario preguntándome si no fue Louis ¿quién mandó golpearlo?
Un doctor estaba revisando a Mario cuando entré. Su padre ya no estaba allí. Me quedé en una para no molestar y cuando el doctor salió del cuarto me acerqué.
-Has estado llorando -dice-, ¿por qué?
-No he estado llorando -miento.
-Bianca, no me mientas, dime por qué has llorado.
-Yo... estaba asustada, por ti -vuelvo a mentir, aunque bueno, no es del todo una mentira, sí estaba verdaderamente asustada por el.
-Oh, hermosa, no tienes por qué estarlo, yo estoy bien. Anda, ven aquí -me acerco a él y me inclino sobre la cama para abrazarlo, me da un pequeño beso en los labios y después no apartamos.
La puerta se abre y esta vez es Isabella la que entra. Se acerca a la cama abraza a su hermano. Mario se queja de dolor y ella se aleja rápidamente.
-Lo siento -se disculpa por lastimarlo-. ¿Cómo te encuentras?
-Mejor.
Otra vez vuelvo a apartarme, para que ellos puedan hablar tranquilos, y mientras, me siento en el sofá pensando nuevamente en él. En Louis. Lo extraño demasiado. He sido una grandísima tonta por haberme enamorado del hombre equivocado.
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¡Hola! ¿qué tal? espero que os guste capítulo y me regaléis algún comentario y algún voto. Muchas gracias por leer. De verdad.
Siento que mis notas sean tan aburridas, nunca sé que decir.
Me gustaría que me dieseis vuestra opinión sobre el capítulo y que me digáis que opináis sobre Mario y Bianca.
PD: ¿de dónde sois?
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