23. Rumores

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Bianca

Juego con Allegra, sentada a mi lado sobre la cama, mientras Carlotta se encarga de darle un baño al pequeño Alessandro.

La niña me mira mientras agito el sonagero y suelta un chillido seguido de un risa. Es agradable pasar momentos así, y no puedo evitar imaginar a una pequeña de rizos castaños y profundos ojos azules correteando por toda la casa.

Mi rostro se contrae en dolor cuando pienso que quizás Louis no va a ser testigo de la vida de nuestro hijo.

Sacudo mi cabeza apartando los malos pensamientos y me concentro en la pequeña niña sonriendo a mi lado.

-El niño de mis ojos ya está listo. Tu turno, preciosa mía -Carlotta deja a Alex sobre la cama y extiende los brazos hacia su hija.

La niña ríe y muerde su manita mientras su madre se la lleva hacia el baño.

Alessandro me mira y ríe y después gatea por la cama tratando de bajarse.

Consigo atraparlo antes de que se caiga al suelo.

-¿A dónde vas, pequeño granuja?

Nuevamente suelta una risa. Yo también río, porque realmente es inevitable no contagiarse de la alegría de mis sobrinos.

Lo acuesto a mi lado y le tarareo una canción para tratar de dormirlo, aunque parece no tener demasiadas ganas.

***

Me despierto sobresaltada en medio de la noche, tras haber oído ruídos en el piso de abajo.

Veo el reloj sobre mi mesilla. La una de la madrugada.

Intento volver a dormirme tratando de convencerme a mi misma que todo ha sido producto de mi imaginación, pero no pasan más de dos minutos hasta que vuelvo a escuchar voces.

-¿Carlotta?

No obtengo respuesta, por lo que a pesar de las recomendaciones de mi médico me levanto y salgo de la habitación.

Camino por el pasillo siguiendo rastro de voces y cuando llego al borde de las escaleras me detengo al ver luz en el despacho de Louis.

El corazón se me encoje en el pecho.

-¿Carlotta? -llamo nuevamente y me quedo allí, a la espera de una respuesta.

Estoy a punto de bajar las escaleras cuando mi cuñada sale del despacho de Louis y se acerca a las escaleras. Justo antes de empezar a subirlas, se detiene.

-Vuelve a la cama, Bianca. Debes descansar -su voz es a penas un susurro en la oscuridad.

-¿Quién está contigo en el despacho?

Ella mira por encima de su hombro y luego centra su atención en mi.

-Nadie -murmura.

Sé que está mintiendo, porque yo he escuchado al menos un par de voces masculinas.

-Si sigues mintiéndome bajaré yo misma para comprobarlo.

Ella sacude su cabeza, y unos segundos después, suspira.

-Dame un minuto. Subiré enseguida y te contaré todo.

Poséeme (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora