BIANCA
-La ambulancia ya está aquí. Aguanta un poco más, por favor -le pido a Mario. Él mantiene una mueca de dolor al sentir mi mano presionar la herida. Con la otra, acaricio su pelo, echándoselo hacia atrás.
Los paramédicos sacan una camilla de la ambulancia y corren hacia nosotros. Me apartan de Mario mientras presionan la herida y hacen un torniquete para que deje de sangrar hasta que llegue al hospital. Después lo suben a la ambulancia. Él susurra mi nombre y entonces alguien me pide que suba yo también.
De camino al hospital se encargan de él, pero también aprovechan para hacerme preguntas sobre lo ocurrido y se lo explico un poco por encima.
Cuando llegamos al San Filippo Neri unas enfermeras se llevan a Mario y no lo vuelvo a ver durante horas. Un médico me informa que van a operarle y que debo tener paciencia así que me siento en la sala de espera y llamo al padre de Mario.
Lorenzo llega junto a su esposa y su hija Isabella al mismo tiempo que la policía. Todo el mundo me pide explicaciones, me agobian a preguntas y yo no puedo dejar de llorar. Isabella se compadece de mi y los manda callar a todos, me pide que me siente y acaricia mi espalda hasta que consigo dejar de llorar. Entonces explico lo acordado.
-Está bien, Bianca. Ya pasó todo -Isabella dice y aprieta mi mano tras haber terminado con mi explicación.
-Lo que no entiendo es qué interés tenía ese hombre en ti -murmura Lorenzo y uno de los policías asiente en acuerdo.
-Ese hombre es... es quien mató a su primera esposa, Lorenzo. Sabía que Mario y yo teníamos algo y decidió hacerle daño a través de mi -explico. Y no es ninguna mentira, simplemente omito la parte en la que aparece Louis.
El padre de Mario cierra los ojos y maldice, después se sienta y lleva las manos a la cabeza mientras su esposa acaricia su espalda tratando de reconfortarlo.
Esperamos durante horas en aquel lugar, y, cuando está casi amaneciendo, un doctor aparece vestido de verde y nos explica que la operación ha sido un éxito y que solo nos queda esperar a que despierte.
Suspiro de alivio y doy gracias a Dios porque Mario se pondrá bien.
Mi teléfono suena avisándome de que me ha llegado un mensaje. Es de Louis queriendo saber como estoy y como está Mario, le respondo rápidamente y después me levanto a por un café. No he dormido nada y lo necesito, pero cuando estoy a punto de llegar a la máquina expendedora un fuerte dolor atraviesa mi vientre y me doblo por la mitad jadeando.
Rápidamente una enfermera se acerca a preguntarme que pasa, pero el dolor no me permite hablar. Ella llama a alguien y segundos después estoy sentada en una silla de ruedas y me están llevando a algún lugar, y mientras tanto no dejo de pensar que algo malo le está pasando a mi bebé.
LOUIS
Doy vueltas y vueltas por la habitación de hotel. Niall, sentado en la cama, me pide que me tranquilice, pero no puedo, necesito a Bianca conmigo.
Contengo las ganas de ir a ese hospital tanto como puedo, pero entonces alguien me llama avisándome de que algo le ha pasado a Bianca y salgo pitando hacia allá. Niall me sigue y se sube en el asiento del conductor impidiéndome conducir con la excusa de que estoy demasiado nervioso y acabaríamos por comernos un muro.
Tan pronto el coche se detienen frente al San Filippo Neri salgo del coche y me echo a correr hasta que me cruzo con los Bianchi.
-¿Dónde está? -pregunto desesperado-. ¿Dónde está Bianca?
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