Bianca
En mi sexto mes de embarazo ya no me permiten moverme de la cama. El estrés y la preocupación por la desaparición de Louis han logrado llevarme al límite y mi bebé se está resintiendo por ello.
Si antes me ocultaban ciertas informaciones que podrían afectarme, ahora, directamente no me cuentan nada. Carlotta se pasa el día entero a mi lado, viendo películas y distrayéndome con sus absurdas ocurrencias. Niall, Harry y Mario evitan pisar la casa lo máximo posible. Y Zayn y Liam se andan con pies de plomo a mi alrededor, tratando de no meter la pata con sus comentarios.
Me he pasado las últimas semanas buscando en internet información sobre Francesca Marinelli, pero lo único que he encontrado es que es hija de un megamagnate siciliano que, se rumorea, está relacionado con la mafia del sur de Italia. Y, adjuntas a los artículos, se mostraba un par de fotos.
En ambas salía del brazo de su padre, Dominico Marinelli. Un hombre de avanzada edad, pero que todavía seguía imponiendo respeto.
Tuve que dejar de lado mi pequeña investigación cuando Carlotta me descubrió observando detenidamente una de las fotos en las que Francesca aparecía y me quitó mi teléfono móvil.
De eso hace dos días.
-Harry no vendrá esta noche así que me quedaré aquí, contigo, y veremos una película -la voz alegre de Carlotta hace que vuelva a la realidad. Frunzo el ceño.
-¿Por qué no viene? -a pesar de evitar estar por los alrededores durante el día, Harry siempre viene a dormir con ella.
-Porque... uh... pues no le he preguntado, la verdad. Solo me dijo que tenía cosas que hacer -se encoje de hombros y trata de quitarle importancia al asunto, pero sé que oculta algo.
Dirijo mi vista hacia la ventana, inundándome nuevamente de pensamientos trágicos, mientras mi cuñada se encarga de encender la televión para ver la dichosa película.
No presto atención a la trama. No me interesa. Mi mente está a años luz de aquí, imaginando futuros escenarios en los que me veo sola y con un pequeño -o pequeña- en brazos, porque la esperanza de volver a ver a Louis se va marchitando en mi interior.
Acaricio mi vientre, al sentir las patadas de mi bebé. Entonces cierro los ojos y me doy cuenta de que, si no fuera por él o ella hace tiempo que habría dejado de luchar.
Estoy viva. Sí. Pero una parte de mi hace tiempo que dejó de estarlo. La otra se mantiene fuerte sabiendo que una criatura inocente depende, por completo, de mi.
-Se ha ido Kiev.
No creo haber entendido bien las palabras de Carlotta, por lo que paso a centrar mi atención en ella y le pregunto en susurro qué es lo que ha dicho.
-Querías saber por qué Harry no vendrá esta noche -dice. Un suspiro se escapa de entre sus labios-. Ha cogido un vuelo esta mañana. No sé cuándo volverá.
-¿Por qué...? -las palabras se quedan atrapadas en mi garganta.
-Se supone que no debería habértelo mencionado, pero entiendo tu dolor y... -frunzo el ceño y levanto la mano interrumpiéndola.
-Alto, alto, alto. ¿Qué diablos tiene que ver esto conmigo?
Su mirada se clava en el suelo mientras, creo, se queda unos segundos escogiendo las palabras exactas para responderme.
Mi corazón comienza a latir a mil por hora cuando la posibilidad de que haya noticias nuevas sobre Louis aparece en mi mente.
-Han encontrado a Francesca, en Kiev. Ellos creen que si le siguen la pista a ella... quizás le encuentren.
A pesar de que no pronuncia su nombre se que se refiera a él. A Louis. Y entonces la esperanza que minutos atrás creía perdida renace en mi interior.
Quizás encuentren a Louis. Quizás vuelva a verle pronto. Quizás, después de todo mi hijo sí va a criarse al lado de su padre.
-No hay nada asegurado. Pero creí que debías saberlo.
-Gracias -mi voz suena en un susurro ahogado.
***
Tres días después todavía no hay noticias.
Carlotta trata de no verse afectada y disimula frente a mi, pero la preocupación -no solo por Louis, sino también por Harry- se refleja en sus ojos.
No saber nada de ellos la está matando.
Nos está matando.
El doctor que Liam me recomendó acude a mi revisión semanal.
Debido a que no puedo moverme de la cama, Harry se encargó de contratarlo para que estuviese pendiente de mi salud y de la de mi hijo.
Durante un rato se entretiene haciéndome preguntas rutinarias mientras me examina y, después se encarga de recordarme que mi estado de ánimo afecta al bebé, por lo que me aconseja -nuevamente- tratar de olvidarme de las preocupaciones.
Cómo si eso resultase tan sencillo.
Cuando éste se va Carlotta se sienta en el borde de la cama y juega con sus dedos. Creo que quiere decir algo, pero no sabe cómo.
-Solo dilo.
Entonces me mira y suspira. Después sacude la cabeza repetidas veces.
-Harry no me ha llamado -se frota los ojos, rojos por la falta de sueño y por, seguramente, haber estado llorando-. Estoy preocupada.
La miro, en silencio. Porque, en realidad, no sé que decir. No sé cómo consolar a alguien cuando ni tan siquiera soy capaz de infundirme ánimos a mi misma.
No sé cómo acabar con el dolor de alguien que se está rompiendo en pedazos cuándo yo hace tiempo que estoy deshecha.
-Un poco de fé no nos vendría mal...
