Capítulo 10

125 9 1
                                    


Adaptación

Me removí en la cama por los rayos del sol que lograban entrar por la ventana.

—¿Conan? —llame tanteando a mi lado. Busqué entre las sábanas sin encontrar nada. —Conan… —volví a llamar abriendo los ojos, extrañamente no sentía los párpados pesados a pesar de que no había dormido exactamente bien los últimos días.

Me sorprendió ver un cuarto decorado con colores pasteles, una cama sencilla cubierta con una sábana rosada pálida.

—¿Eh? —solté extrañada con lo que me rodeaba. Repase mi memoria tratando de recordar si me había peleado con Conan y haya terminado en la casa del Profesor.

Pero nada, Al contrario nuestra relación últimamente está mejor, además ¿desde cuando tenía cosas de esos colores?

—Que raro que Conan no me haya llamado. —murmuré levantándome de la cama, al hacerlo el cabello se deslizó hacia adelante.

Tome la hebra en completo shock al ver el castaño oscuro de ella. —¿Eh? —murmuró extrañada empezando a tocar mi cabello como loca. 

¡¿Desde cuando me volví a dejar el cabello largo y que hay de este color?! Además estaba segura que me puse la camiseta de Conan ayer. —pensé reparando mi ropa, mire la hora del reloj al lado en la mesita de noche.

6:03 a.m. desperté temprano. —pensé dando un suspiro. —Espera… ¡¿dónde rayos está Conan a esta hora?! —pensé molesta saliendo de la habitación.

La molestia se esfumó una vez salí, no era mi casa para nada, y reconocí de inmediato el lugar.

La agencia del detective Mouri, el hombre que siempre insultaba a Conan cuando se encontraban, además de que han terminado trabajando un par de veces juntos por lo que había estado aquí.

Fue allí cuando recordé lo que pasó ayer en la casa de Akako, Por dios.

Resignada camine hasta la cocina, sabía que que Mouri-san le cocinaba a su padre así que tendría que hacerlo.

Una vez termine de hacer un desayuno balanceado y nutritivo, que siempre terminaba por hacer debido al Profesor. Volví a la habitación buscando el uniforme, necesitaba darme un baño para poder ir al colegio.

—¡¡Ran!! ¡¿Esto lo hiciste tú?! —exclamó Mouri-san una vez termine de cambiarme.

—¿Se sirvió? —pregunté calmada caminando hasta su voz, mientras me hacía una cola de caballo es tan raro tener el cabello largo después de tanto tiempo.

—¡Esto es una delicia! —afirmó fascinado, de su mirada casi salían estrellas mientras me extendía el plato. —¿Me sirves más? —me preguntó animado.

Era sorprendente ver a ese hombre de esa forma, no pude evitar sonreír antes de servirle más.

Cuando llegué a la escuela lo primero que escuché fueron los gritos de… Suzuki-san. Era obvio que era ella por sus gritos de loca.

Lo ignore por completo y seguí mi camino, necesitaba saber si mi "cuerpo" le entregó el trabajo de inglés a Tsubaraya-kun.

Al encontrarlos terminé siguiendo con la mirada a Conan. Bueno al menos Tsubaraya-kun ya tenía el trabajo. 

Al verlo acercarse a su casillero me dispuse a hablarle sobre todo este enredo, pero me quedé frente a él estupefacta.

¡¿Qué le iba a decir?! El no creía en este tipo de sucesos sobrenaturales. ¿Estará bien que se lo diga? Esto es tan extraño, pero… él me creerá, estoy segura que sí.

—¿Ran-san? —me dijo Conan con una mirada extrañada.

—¿Eh? —solté sin querer, su mirada de indiferencia me dio un golpe al pecho.

Sentí un agujero en la boca del estómago, era extraño después de darme tantas sonrisas y miradas de amor ayer.

—¿Estas bien? —me preguntó pasando su mano delante de mí, logrando su cometido de despertarme.

—¡Ah! Si. Emm, necesito decirte algo… —murmuré, por alguna razón me sentía avergonzada como cuando apenas comenzábamos a salir. —No, nada. —termine por decir antes de irme.

¡¿Estoy idiota o que?! —pensé molesta conmigo misma, dándome la vuelta para poder marcharme de allí.

—Hey, Ran-san. —me dijo tomando mi brazo y girandome para verme a los ojos. Sentí las mejillas arder ante esto, ¡¿Por qué demonios está pasando lo mismo que cuando empezamos a salir?! —Tu-Tu, no será que…

Por suerte para mí no terminó de hablar porque Sera o más bien Akako empezó a hablar por la radio. Era tan obvio que era ella.

Una vez terminó de hablar corrí lejos de Conan, lo que dijo era bastante obvio, además tenía que pensar que ella encontraría una solución para ese mismo día, por que si ese idiota hace algo con la persona en mi cuerpo, juro que lo descuartizó.

—Ran, Ran. —"me llamó" Hondou-kun. Pero estaba demasiado concentrada en mis pensamientos sobre Conan que olvide completamente que yo soy Ran-san. —Ran. —me volvió a llamar tomando mi mano, por acto reflejo le di un manotazo. La mirada de shock del joven torpe me hizo darme cuenta que lo que hice estuvo mal.

Tragué saliva, estaba consternada con todo lo que pasaba, bueno más bien me preocupaba poco estar en esa situación, estaba más preocupada por idiota detective. Aparte la vista de la mirada de dolor que me mostraba el joven.

—Yo… ¿hice algo mal? —me preguntó con la voz rota, sabía que tendría los ojos vidriosos también.

—Amm. —solté sin querer, sin siquiera saber qué decir. El timbre de la escuela me salvó de esa extraña conversación.

—Me voy a clase. —afirmé antes de marcharme de allí.

Se que debo disculparme y darle una excusa pero estoy demasiado incómoda y nerviosa como para lograr decir algo.

Sí ya sé, soy una persona fría que no le preocupa nada, pero no es así, ¡¿okey?! ¡No es así!

Conan fue la primera y única persona que lo notó, sinceramente todavía no sabía cómo pero aquí estoy nerviosa y asustada con lo que pasaba.

Rayos, solo quiero un abrazo de Conan. —pensé mordiéndome el labio caminando por los pasillos, como si realmente no pasara nada.

Las clases pasaron tranquilamente mientras ignoraba a Conan, no podía dejar que se me acercara a menos que supiera cuando se iba a solucionar esto.

Cuando el descanso llegó, entre a mi laboratorio, me senté tranquilamente ya me había tranquilizado.

Una joven que normalmente dirían que es una marimacho, pero por alguna razón se veía... ¿sexy? ¿Elegante? Entró por la puerta, al verme una sonrisa petulante surco sus labios.

—Hola, Akako...

¡¿Quién eres!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora