EL DIARIO MAGNE PARTE 1

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Al día siguiente en su oficina en su tiempo libre para ser más exactos Alastor se encontraba leyendo el diario de Lucifer Magne.

Día uno

Debo escribir por la razón más sencilla, quiero dejar un legado en contra de la iglesia que ahora se rige bajo el nombre de la gran Roma, Soy hijo de Perseuss y Felicia Magne, mi familia siempre ha sido una de las más acaudaladas de Roma, el nombre que mis padres habían elegido para mí sería Samael Magne, desde pequeño me han sido inculcadas las doctrinas religiosas de la poderosa Roma.

Al cumplir mi edad de 16 años me encontraba en una celebrada ceremonia de Natividad en la que la vi, su belleza gótica de una de las Familias más poderosas del este del país llamado Francia Lilith Lacroix, esbelta figura, cabellos rubios, unos hermosos ojos color miel casi parecían de un color ambarino, los finos rasgos del contorno de su rostro, toda una belleza, su altura y esas pronunciadas curvas me incitaban a cometer el pecado, sus hermosos labios pintados de un rojo fuego, el rojo de la pasión juvenil que comenzaba a encenderse en mí.

Mi padre ya me había comprometido varios años antes con una fina dama de la sociedad romana, virgen, pulcra y "santa", una dama totalmente pura y hermosa, pero su belleza no era nada comparada con aquella hermosa mujer, mi curiosidad y mi instinto me empujó a tratar de conocerla, prontamente otro hombre se interpuso en mi camino hacia la bellísima mujer.

Mi padre prontamente me detuvo, presentándome al miserable imbécil del varón Eduard Dubois, ese hombre era el afortunado esposo de la dama de nombre Lilith Lacroix, fuera de lo que su apariencia lo decía ella ya rondaba sus 23 años de edad, ¿Qué podía ofrecerle yo?, un vil chiquillo de 16 años, ella era un suspiró robado de un sueño fantasioso del que no quería despertar, pronto la oportunidad de oír hablar a tan fina dama se enmudeció con el ruidoso sonido de las copas y hombres ebrios.

Pronto las noticias de mis nupcias tomaron la atención de los presentes, todos felicitándome por desposar a tan hermosa dama de nombre Gnaea Lucano, la cual se encontraba aun pura y casta, sin conocer varón, guardándose para lo que sería nuestras prontas nupcias.

Mis padres me decían que bajo mi nombre existía una profecía que me condenaba a algún día ser perseguido por la gran roma, era sabido que la profecía la dictó un romano ya que mi nombre estaba maldito, como era de esperarse muchos me llamaban el renegado Lucifer.

Estaba decidido por mis padres contrajera nupcias con esa dama para evitar asi la profecía se cumpliere sobre mí y mi simiente, pero me había enamorado a primera vista de la esposa del Varón Dubois, era exquisita y por lo que pude ver a lo largo de aquella reunión muchos allí concordaban conmigo, pronto seductora e imponente la dama llegó a mi lado.

-Un placer conocer al celebrado en esta noche, joven Samael- Quedé impactado por su seductora y encantadora voz, acompañada de aquellos movimientos gráciles y naturales de ella, era toda una diosa de la belleza y la seducción, allí me llamarían hereje por crear tan disparatada conclusión.-Un honor es para mis ojos observarla encantadora sra Dubois- Dije con una voz temblorosa, era poderosa y no lo sabía, podría conquistar el mundo si ella asi lo quisiere, ¿Qué hombre no haría lo que fuera por verla sonreír.-Oh me alaga joven Magne, al contrario el honor es todo mío, a veces desearía volver a tener tu edad, eres tan joven y atractivo, cualquier hombre con tu jovialidad buscaría mujeres por montón, pero aquí estas esperando a la Gnaea, es hermosa ¿cierto?-Sabía que se refería a ella pero no pude evitar que la verdad saliera de mi boca de esa manera tan imprudente y poco precavida, ella era un sol en esa noche y yo como polilla revoleteaba alrededor de su luz.-No tanto como usted, podría dar fé que usted es la dama más hermosa del universo, su esposo debe estar agradecido por ello.-Noté un rubor apoderarse de sus hermosas mejillas, con aquellos ojos casi felinos abiertos por la impresión, acabo de unos minutos vi sus labios abrirse para dejar salir el canto de su risa, era hermosa hasta su risa, ¿Qué hombre no pagaría por oírla reír?, yo incluso me hubiese propuesto a ser su payaso solo para escuchar su hermosa risa, en el momento que iba a responder su esposo hizo acto de presencia.-Buenas noches joven Magne, veo que le agrada la compañía de mi adorada esposa, no le culpo ella es una mujer hermosa ¿cierto?-no mentiría, no diría que no era así, ella me miraba con la expectativa de mi respuesta.-Es hermosa en efecto, muy hermosa, debe sentirse muy afortunado de tener a tan agradable y hermosa mujer a su lado, escuchar su risa es casi el mismo honor de escuchar el coro de los ángeles aquí en la tierra.-La noté ruborizarse nuevamente, el hombre frente a mi río como un desquiciado.-Claro, pero ella es una mujer solo debe preocuparse por complacerme a mí, por lo que no tiene que decirle palabras bonitas, ella sabe que solo debe estar dispuesta para mí cuando llegue a su encuentro esta noche, así que por su bien y el de mi renombre no busque lo que no se le ha perdido joven Magne, ella es mi esposa y como tal solo me pertenece a mí- Me dijo para luego tironearla del brazo con rudeza llevándola hacia los jardines, si ella fuere mía jamás le hubiese tocado en contra de su voluntad, la tendría en un altar donde sería el blanco de todas mis palabras finas y hermosas, ella merecía que la amarán, que le hicieran ver lo única y hermosa que era, la extraña belleza que emanaba, pero no, jamás desistiría de conquistarla, yo jamás renunciaba asi fuere ajena, asi estuvieres desposada, la quería para mí, para nadie más que mi persona."

El joven Alastor terminó la lectura, se quitó los lentes masajeándose el puente de la nariz, en efecto había leído más de lo que debía, hermosa era la palabra que rondaba en su cabeza, extraña belleza, sabía que algo habría heredado la joven Magne de su madre era en efecto, su belleza, su elegancia, no podía evitar repasar una y otra vez en los labios negros de aquella joven, en su piel blanca cual porcelana, no la había visto sonreír genuinamente, ¿Cómo sería su risa?¿sería como la de su madre o sería estrepitosa? De todas formas ¿Por qué venía ahora esa pregunta a su cabeza?, tenía que poner su cabeza en orden nuevamente, estaba a unas cuantas semanas de casarse por fin con Claire, pero lo que hacía era confundirse más, dudar más si eso que estaba por hacer sería lo correcto, lo que él quería.

-Debe de serlo Alastor, céntrate-

Dijo mientras guardaba aquel libró, el cual se veía muy antiguo, su cubierta era de cuero, teñido en azul con letras color dorado que decía, El Diario Magne, luego de entrar del receso, retomo su trabajo de redacción solo para concentrarse en algo más que no le llevara a la hermosa señorita Magne.

-Vaya ¿Qué te sucedió?, parecías muerto allá adentro ¿Qué tanto leías?, seguro una novela romántica para saber cómo conquistar a la srta Magne-

Dijo Husk quien recién llegaba al lado de Alastor, el castaño sabía que era con la idea de burlarse de él, algo que el castaño ya estaba acostumbrado, simplemente suspiró con fastidio y se centró en su trabajo, el día pasó rápidamente, lo único que deseaba era volver a su casa pero para desgracia suya debía ir con Claire a una cena con los padres de esta, fue en dirección a la casa de su prometida, la misma estaba simplemente alegre y emocionada, parecía que ella si disfrutaba de aquella farsa, la cena fue tan aburrida como era de esperarse, a pocas cuadras de su casa observó algo que le molestó en demasía, Niffty estaba como de costumbre coqueteando pero con nada más y nada menos que con Pentious, apresuró el paso y antes de que este se inclinara a besar los labios de su hermana, este la alejo del joven de cabellos largos y negros, sin dar ninguna explicación la llevó jaloneada de la muñeca cual padre que regaña a su hija, ya en su casa, la gatita los recibió con un lindo maullido, el joven castaño miro molesto a su hermana mientras esta se cruzaba de brazos.

- ¿Ahora que hice? -

Dijo la joven sin comprender del todo el enfado de su hermano hacia ella, él sabía lo fácil que era ella para cualquier hombre, ella gustaba de la atención masculina.

-Niffty, puedes coquetear con quien quieras, pero no con ese imbécil, es decir ¿Qué no te gustaba Baxter? –

La misma suspiró, ella quería a Baxter, pero también quería a Pentious, se le hacía inocentemente encantador.

-Al, mira me gusta Baxter, pero para que quedarme con uno solo si puedo tener varios, por eso no soy de relaciones y lo sabes, me gusta tener un hombre distinto en mi cama, y Pentious pues se me antojó-

Alastor tenía un tic en el ojo, ¿Cómo podía hablar de hombres como si hablara de comida?

-Niffty, cuando es comida puedes usar el término se me antojó, pero estamos hablando de personas, simplemente no andas por allí diciendo se me antojó. –

Dijo el joven exasperado, su hermana arqueo una de sus cejas incrédula, por lo que tomo valor para decirle a su hermano una cuantas verdades.

-Sí, asi como a ti se ten antojaron los labios de la tal "princesa", créeme siempre que pueda te lo voy a recalcar, es más si es posible hasta que despiertes y dejes a esa ramera que tienes por prometida-

Al joven no le importaba que insultaran a su novia, nisiquiera se molestaría en defenderla, pero no le agradaba que Niffty usara esas palabras. -Antes que digas nada, lo sé, yo no puedo juzgarla, pero almenos yo no me ando revolcando con otros mientras espero cogerme a mi prometido, esa chica no me la hace Alastor, asi que hasta que tengas una relación de la que puedas alardearme, no vengas a darme sermones de cómo debo o no vivir mi vida, a diferencia de ti a mi si me gusta divertirme. – Dijo la fémina de baja estatura sin dejar a su hermano tan siquiera replicar.

BAJO LA LUZ DE LAS SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora