El muchacho

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La niña creció con las enseñanzas de los narnianos. Le mostraban el bosque, le enseñaban a defenderse, a encontrar alimento, sitios seguros donde esconderse y le contaban las historias de la antigua Narnia, aquellas batallas de los reyes de antaño contra la bruja blanca, e historias del león legendario, Aslan.

Diecisiete años pasaron ya. La joven había crecido lejos de todas las preocupaciones y labores de doncella que le habría tocado por herencia de su madre. Aunque la chica tuviera dudas acerca de dónde procedía, no las manifestaba.

Una noche como otra cualquiera, los enanos, el tejón y Lyra estaban preparándose para dormir. Pero algo inusual ocurrió. Tenían las ventanas abiertas, y unos ruidos se escuchaban a lo lejos.

-¿Qué ha sido eso? -pregunta la chica.

-Quédate aquí -responde Trumpkin.

Ella obedeció y se mantuvo asomada a la ventana mientras sus compañeros salían.

Sólo se dedicó a observar hasta que vio a un muchacho llegar corriendo hasta la cabaña. Este era perseguido por varios hombres a caballo.

-¡No, no! -escucha gritar a Buscatrufas.

Lyra salió y vio a los hombres huyendo siendo perseguidos por Nikabrik.

-¿Qué ha pasado? -pregunta Lyra acercándose al chico-. ¿Dónde está Trumpkin?

-Nikabrik le ha golpeado -responde el tejón-, y a Trumpkin le han atrapado.

-Terminemos con él -dice el enano acercándose al chico con un tronco.

-¡No, para! -grita la chica metiéndose en medio.

-¡Es un telmarino! -se queja.

-Pero venía huyendo -dice ella.

-Llevémoslo dentro -dice Buscatrufas.

Quitaron su armadura y lo llevaron a la cama con bastante dificultad. Lyra veía asombrada al chico mientras Buscatrufas le vendaba la cabeza. Era la primera vez que veía a alguien como ella.

-Nikabrik le llamó telmarino, pero es como yo.

-Tú eres narniana -responde el enano desde la cocina en un tono alto.

-Pero es como yo -susurra para que solo le oiga el tejón.

-Digamos que os habéis criado en lugares diferentes -dice el animal-. Por eso tú eres narniana y él telmarino.

La noche transcurrió con tranquilidad. Lyra vigilaba al muchacho. A veces se quejaba del dolor, pero nunca llegó a despertarse.

-Iré a por fruta -dice ella saliendo de la cabaña con una bolsa de tela.

Apenas tardó veinte minutos. Cuando llegó, vio que el muchacho estaba despierto, el tejón estaba cocinando y el enano lo vigilaba con cara de pocos amigos.

>>¡Por fin despertaste! -se alegra-. ¿Qué tal la cabeza? -pregunta soltando la bolsa en la mesa.

-Bien -responde tímidamente.

-Soy Lyra -extiende la mano-. Encantada.

-Caspian -sujeta su mano-. I-igualmente.

-El chico nos ha contado una historia -dice Buscatrufas. Sabía de sobra que a la chica le encantaban-. Al parecer venía huyendo porque querían terminar con su vida.

Lyra le miró preocupada. No le conocía de nada, pero transmitía confianza.

>>Ayer hizo sonar el cuerno mágico de...

-¡De la reina Susan! -termina Lyra.

-He de irme -Caspian se levanta y sale de la cabaña.

-¿A dónde vas? -pregunta Lyra siguiéndole.

-A recuperar mi trono. Es mejor que no me siga, señorita.

Caspian siguió su camino. Tanto Lyra, como Nikabrik, como Buscatrufas siguieron al muchacho. Como era lógico, les escuchaba por los chasquidos de las ramas y los susurros de unos a otros.

>>Os estoy oyendo.

Lyra, que iba gateando, se puso en pie y se acercó al chico.

-No conseguirás nada tú solo.

Una flecha pasó al lado de los muchachos y estos, junto al enano y el tejón echaron a correr.

No tardaron mucho en parar porque el pequeño Reepecheep cortó las piernas de quienes les perseguían y terminó con ellos, aunque después se tiró encima de Caspian.

-¡Coged vuestra arma!

-No me batiré en duelo con vos, noble ratón.

-¡Reepecheep! -le llama Lyra.

-Bella dama -hace una reverencia.

-Él hizo sonar el cuerno -dice Buscatrufas.

-¡Entonces que nos lo muestre! -habla un centauro con voz grave y segura.

De entre varios árboles salieron varios centauros, los cuales les guiaron hasta el punto de reunión de los narnianos.

Después de un largo discurso que escucharon enanos, guepardos, ardillas, centauros, minotauros, ratones, panteras, faunos... el príncipe Caspian concluyó su discurso con estas palabras:

-Recuperaréis lo que es vuestro si me ayudáis a recuperar mi trono. Este cuerno, sea mágico o no, nos ha reunido. Prometo devolverle a los narnianos la tierra que, por derecho, es vuestra. ¿Quién está conmigo?

Todas las criaturas vitorearon a favor suya. Lyra tan solo mantuvo una leve sonrisa que comenzaba a gustar al príncipe. Sabía que si la protegida de los narnianos aprobaba el plan, las criaturas le seguirían a donde fuese.

-Tendremos que buscar un refugio mejor que nuestra cabaña -aporta la chica.

-¡Yo sé uno! -dice Piesligeros, una ardillita-. La cueva en la que se haya la mesa de piedra.

Ahí llevaron una vez a Lyra para que viera que las historias eran reales. Lo único malo es que no recordaba el camino.

-Está a un día de aquí -dice Nikabrik.

-Partiremos mañana -aconseja Buscatrufas-. Primero deberíamos reponer fuerzas.

Decidieron quedarse ahí todos juntos. Lyra trepó a un árbol donde había una rama gigante y hueca.

-Hay sitio para dos -dice desde arriba.

Y era cierto. Había hueco entre ambos porque era muy ancho.

Caspian escaló y se puso frente a la chica.

-Ha sido el mejor día de mi vida -dice el príncipe-. Mi tutor, Cornelius, siempre me contaba historia de los narnianos. Se creían extintos, y sin embargo hay más de los que me podía imaginar.

-Nunca había conocido a un príncipe -dice emocionada.

-Ni yo a una dama como tú.

-¿No hay princesas en tu castillo?

-No es mi castillo. Hace mucho que no lo es. Pero no -sonríe-, no hay princesas.

-Lyra -le llama Piesligeros-, ¿podría dormir en ese árbol? Los demás están llenos.

-¡Desde luego!

Tuvieron que terminar su conversación y dormir. Les esperaba un largo camino en el que ya tendrían tiempo para charlar.

Las crónicas de Narnia (Caspian y tú) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora