Hasta más ver

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Como todo había acabado, los tres primos debían volver a su mundo. Caspian, Lyra y Reepecheep les acompañaron en barca hasta una playa en medio de la nada. En ella les esperaba el gran león.

-Una vez más debo agraderos vuestra ayuda. Narnia volverá a ser feliz durante mucho tiempo -mira a Eustace-, y si en algún momento recae, haremos sonar el cuerno. Habéis crecido como Peter y Susan. Ahora debéis continuar en vuestro mundo.

-Entonces ¿esto es una despedida para siempre? -llora Lucy.

-Nunca se sabe -intenta consolarle Lyra-. A lo mejor volvéis en algún momento.

-Pero ya no volveremos a vernos -dice Edmund apenado.

-Seré un fantasma muy pesado -ríe Lyra-. A lo mejor voy a visitaros al Reino de Londres del que tanto me hablasteis.

Fueron abrazándose unos con otros. Hubo muchas lágrimas por parte de Lucy y Eustace. Sé que parece raro, pero al final cedió, abrió su mente e hizo amigos, como el pequeño lider de los ratones.

Por otro lado, Reepecheep abandonó su espada y se fue al país de Aslan. Tras eso, los tres primos entraron por un portal abierto entre las olas y abandonaron Narnia.

-¿A qué se debe ponerle mi nombre a un futuro rey? -pregunta Aslan.

-Será bonito contarle todas las historias acerca de los reyes de antaño, historias de Narnia y los narnianos e historias sobre ti -dice Lyra fantaseando-. Si no nos hubieras ayudado, nada de esto habría ocurrido. Pero podemos cambiárselo...

-Es todo un honor -responde el león-. Felicidades. Que vuestro futuro hijo tenga salud plena.

El león les imvadió nuevamente con su aliento. De un momento a otro había desaparecido.

-¿Crees que volveremos a verlo? -pregunta Caspian.

-No.

La pareja volvió al barco. Durante el camino de vuelta a casa devolvieron a cada una de las personas a su hogar. Eso les llevó tres meses. Cuando volvieron a casa, el reino entero se quedó de piedra. ¿Cómo, dónde, cuándo y por qué habían marchado sesenta y habían vuelto sesenta y uno?

-¡Un hijo! -se alarmó Buscatrufas-. ¡Eres demasiado joven para eso! -mira alrededor-. ¿Dónde está ese muchacho? Debo hablar con él en seguida.

-Déjala -dice QA-. Dirige un reino. Ya tiene capacidad de sobra para elegir si quiere o no un hijo.

Sí, el tejón era el padre sobreprotector y el enano era el tío guay.

Por otro lado estaba Cornelius felicitándoles. Sería como el abuelo de las grandes historias. Al anciano le hacía ilusión rememorarlas y contarlas.

Aunque les hiciera ilusión volver a casa, la familia no estaba al completo. Faltaba Reepecheep. Lyra estaba feliz, él había cumplido su sueño, llegado a su meta, pero sería demasiado duro acostumbrarse s poner un plato menos en la pequeña mesa de los ratones.

-Buscatrufas -le llam Lyra-, el niño nacerá en un mes. Ya es un poco tarde para echarse atrás.

El tejón resopló y negó varias veces.

-Yo me encargaré de su alimentación y no se hable más.

-¿Le hará sus famosas sopitas? -susurra Caspian riendo.

-¡No seas malo! -riñe Lyra-. Deberías alegrarte de que no te matara. ¿Alguna vez te viste los dientes de un tejón?

Esas pequeñas y absurdas charlas eran parte de la rutina del castillo que tanto añoraban. Por un tiempo se acabaron los viajes. Ahora solo era momento de esperar un nacimiento, y sobre todo de no olvidar a aquellos cuatro muchachos que lo dieron todo por salvar Narnia. Aquellos cuatro pasajeros que habían llegado a través de un armario desde el reino de Londres. Los reyes de antaño. Los reyes de Narnia.

Las crónicas de Narnia (Caspian y tú) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora