Capítulo 23

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Una vez por semana debía acudir a mi cita con la psicóloga. Ya era mi tercera cita, las pesadillas continuaban, pero solo cuando Andrew no dormía a mi lado que las tenía. Por lo que hasta el momento llevábamos durmiendo una semana en su casa y una semana él en la mía, Andrew se había convertido en mi pilar. Pero...

-Creo que debo intentar dormir solo, o nunca lo superaré.

-Sí, concuerdo que deberías hacerlo cuando te sientas listo, no tienes por qué apresurarte -la psicóloga tomaba sus apuntes-. ¿Y en la escuela, cómo te has sentido?

-Siento que bien, aunque a veces me cuesta concentrarme. A veces siento que mis compañeros me observan, pero resulta que no.

-¿Qué piensas cuando crees que te observan?

-Siento que me ven con temor, como si yo fuera alguien malo.

-Pero tú sabes que no lo eres ¿verdad?

-Aún intento convencerme de que no...

El tiempo de mi sesión terminó, Andrew me esperaba en el parque frente al consultorio de la psicóloga, en compañía de mi padre Harry.

-Hijo, ¿todo listo? -preguntó mi padre en cuanto me vio.

-Sí, pa, listo -Andrew se lanzó a mis brazos, como era normal.

-¿Quieren ir a comer antes de que los lleve a casa?

-¿Tienes hambre, bebé? -pregunté a mi omega.

-La verdad sí, y mucha, me comería una vaca entera -se acercó a mi oído-. Pero prefiero comerte a ti -susurró.

-Sí papá, vayamos a comer.

-Perfecto, ¿qué quieren, comida china, pizza? -preguntaba mientras tomaba camino al estacionamiento.

-Después podrás comerme a mí -le dije a mi chico.

-Dejen de andarse diciendo obscenidades, no crean que no sé cómo son los jóvenes -dijo mi padre, haciendo que tanto Andrew como yo nos pusiéramos rojos de vergüenza.

-Pa, por todos los cielos -refunfuñé.

-Tu padre y yo éramos iguales, hijo, no parábamos ni un solo día.

-Y aún no paran, no crean que no me doy cuenta -dije.

-Una o dos veces por semana no es mucho, ojala pudiéramos hacerlo más.

-Pa, por favor, no quiero saber de su vida sexual.

Después de una buena comida, volvimos a casa. Alrededor de las 7 mis padres salieron para hacer las compras, obviamente Andrew y yo preferimos quedarnos en casa, y aprovechar para tener una buena sesión de sexo.

-Eso estuvo muy rico -dijo Andrew extasiado recostado sobre de mí.

-Exquisito -dije satisfecho.

Guardamos silencio por un momento, aun así no dejaba de acariciarlo pasando las yemas de mis dedos por lo largo de su espalda con delicadeza. En mi cabeza, le daba vueltas a lo que hable con la psicóloga, sobre intentar dormir solo, en enfrentar mis pesadillas.

-¿En qué piensas? -preguntó Andrew sacándome de mis cavilaciones.

-Amor, creo que... creo que debo intentarlo.

-¿Intentar qué? -me observó, confundido.

-Quiero saber, si las pesadillas aún siguen.

-¿Cómo?

-Cuando estoy contigo puedo dormir sin ningún problema, pero cuando no estás, sueño con lo que paso.

-¿Quieres intentar dormir solo y ver si dejas de tener esas pesadillas? -dedujo.

Sangre de OMEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora