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Las horas habían pasado al mismo tiempo que se entretenían con cualquier cosa adentro de la casa. Risas, gritos, chistes, abrazos, emociones, besos, entre otras cosas.
El pequeño grupo de amigos conversaban entre ellos sentados en el suelo, mientras que la pareja de la noche permanecía escondida en el sillón besándose con furor.
Cielo detuvo a un desesperado Valentín cuando colocó una mano encima de su pierna e intencionó a subirla un poco más. Él se quejó, como lo había hecho durante casi toda la noche en cada momento que ella lo apartaba. No quería parecer un necesitado, ni tampoco quería que ella pensara que todo lo que preparó no le había gustado ni le importaba, pero había estado preparado para que esa noche fueran solo ellos dos, y por momentos olvidaba que otras seis personas más se encontraban en la misma habitación.
Bufó cuando su novia le hizo un gesto de que se alejara un poco, obedeció a regañadientes y se levantó él primero para ayudarla a ponerse de pie.
Ella se acomodó la ropa y se encaminó hasta sus amigos, que la miraron con diversión al saber perfectamente lo que estaba sucediendo. Así que, antes de que ella pudiera tomar asiento en la ronda, Marina la frenó parándose con velocidad.
"Nosotros ya nos vamos a ir yendo." Habló rápido.
"¿Ya?" Su amiga asintió. "¿No se quieren quedar un rato más?"
Marina se cruzó de brazos y rió bajito, se acercó al oído de Cielo y volvió a reír antes de hablar.
"No creo que Valentín quiera."
La muchacha se volteó unos pocos centímetros en dirección al ojiazul, que permanecía sentado en el sillón con una pinta enorme de frustración absoluta. Movía una de sus piernas con total exasperación, y al mismo tiempo sostenía su cabeza en una de sus manos intentando mantener su estado calmo.
Estaba agradecido de la noche y de la pequeña sorpresa que Cielo había organizado, pero estaba tan muerto de ganas de poder tener un rato a solas que podía jurar levantarse en cualquier momento y sacarlos de su casa él mismo.
"Les abro entonces."
Marina asintió y les hizo una seña a los demás para que comenzaran a juntar sus cosas. Mientras tanto, Cielo observaba cómo Valentín se levantó de su lugar algo animado y se acercó hasta ella mirándola con un brillo de emoción en los ojos. La chica rió al notar lo entusiasmado que estaba su novio porque al fin iban a poder estar tan solos como lo había anhelado durante casi toda la semana.
Una vez que todos estuvieron listos, los acompañó hasta la puerta después de ellos se despidieran del ojiazul, no sin antes agradecerles por haber aceptado acompañarla en algo que tenía un gran significado para ella como Valentín.
"Cuidate." La saludó Luz dándole un fuerte abrazo.
"Vos también."
"No, Cielo... Cuidate."
Tardó unos segundos en comprender a lo que su amiga hacía énfasis, y sus mejillas se enrojecieron apenas captó la referencia.
"Sí, siempre." Aseguró con una tímida sonrisa. "Igual, vos también."
"Sí, siempre." La copió.
Algunas palabras y besos de despedida después, la puerta principal se cerró finalmente, y la casa entera quedó en un completo silencio que solo compartían los únicos dos adolescentes que se encontraban dentro.
Cielo giró sobre sus talones y enganchó las manos detrás de su espalda, apretó los labios en una fina línea y le dio un vistazo a todo el living. En la otra punta del mismo, Valentín la esperaba con las manos guardadas en los bolsillos de su pantalón, ni siquiera disimulaba el hecho de estar observándola como si fuese una total diosa a la que veía por primera vez.
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Nubes • 𝒘𝒐𝒔
Teen FictionEl cielo es muy revoltoso la mayoría del tiempo. Dicen que cuando está felíz sonríe mostrando una luz brillante, que cuando está triste llora gotas dulces que parecen perlas, que a veces está entre los dos y nunca sabes cuando va a explotar. Pero cu...