La noche había sido bastante difícil para Valentín, no pudo cerrar los ojos de tan solo pensar en que había hecho llorar a Cielo.
Le había enviado un mensaje apenas se encerró en su habitación, quería estar seguro de que ella había llegado bien y sin problemas, y desbloqueaba su celular a cada rato esperando una respuesta que nunca llegó.
Sabía que tal vez había pasado una línea portándose de esa forma, pero el sentirse dolido y confundido por su rechazo no lo dejó pensar con claridad el limitarse con las palabras.
No podía dejar de pensar y sentirse culpable por haberla visto irse llorando y no haber hecho nada, lo más probable era que ella no iba a querer hablarle nunca más en toda su vida, y eso era lo que más le causaba que le diera vueltas el estómago, perder a Cielo por su propia culpa.
Cuando el despertador sonó, se levantó resongando de la cama por las pocas horas de sueño que había tenido, no sin antes fijarse su teléfono y largar un quejido cuando no encontró ningún rastro de alguna respuesta de la castaña. Se sintió observado por su familia en el desayuno, estaba seguro de que su cara malhumorada delataba por completo que no tenía ni un poco de ganas de cruzar palabras ni dar explicaciones, así que apenas terminó, todo lo que hizo fue levantarse de la mesa y esperar a su hermana para poder irse de una vez por todas.
Esa sensación agria lo recorrió todo el camino, ni siquiera podía disfrutar de haber llegado a besarla porque nada había terminado bien y todo gracias a él.
"¿Qué te pasa?" Tamara caminó a su lado después de abrir el paraguas, encogiéndose de hombros cuando recibió un gruñido por parte de su hermano. "Seguro pasó algo con Cielo." Sonrió orgullosa cuando el cuerpo del chico se tensó.
"No me rompas las bolas a esta hora." Refunfuñó sin sacar sus ojos de la calle, que para colmo y para empeorar su día, estaba empapada por las gotas de la lluvia que caían bajo sus zapatillas.
"¿Le gusta otro pibe?"
"No sé ni me importa."
Claro que le importaba.
Ella chasqueó la lengua y lo codeó despacio, sabía a la perfección que su corazón se hinchaba cada vez que veía a Cielo y, a pesar de ser unos años más chica y tener menos experiencia que él en temas de amor, sabía aconsejar y sacar conclusiones bastante rápido.
"Ay, dale, no te quieras hacer el macho que no tiene sentimientos conmigo porque vos y yo tenemos la misma sangre."
"El único sentimiento de macho que tengo ahora es de tirarte a la zanja si no dejás de hablar."
"Uh, ahora entiendo." Apretó los labios asintiendo y elevó las cejas como gesto de obviedad. "Se te fue la lengua y le dijiste algo que no tenías que decirle, ¿No?" La mirada avergonzada que obtuvo de él la hizo volver a asentir con más obviedad que antes. "¿Qué le dijiste?"
Valentín reprimió las ganas de estallarse la cabeza contra la pared. No quería recordar lo imbécil que había sido al soltar todas las palabras hirientes que causaron la tristeza de Cielo, lo aniquilaba acordarse de sus ojos marrones estando cristalinos por todo lo que dijo sin detenerse a pensar.
"Cosas... feas." Tragó saliva sin entender muy bien el por qué dolía tanto aquella bola que se formaba en su garganta. "Y sí, es probable que le guste otro." Asumió rendido.
"¿Y eso lo asumís porque...?"
"Porque es más bueno que yo."
"Entonces Cielo te dijo que le gusta otro chico porque es un pan de Dios y vos no."
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Nubes • 𝒘𝒐𝒔
Teen FictionEl cielo es muy revoltoso la mayoría del tiempo. Dicen que cuando está felíz sonríe mostrando una luz brillante, que cuando está triste llora gotas dulces que parecen perlas, que a veces está entre los dos y nunca sabes cuando va a explotar. Pero cu...