22. 𝐶𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛

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El timbre final sonó, y Cielo se levantó de su asiento con las manos temblando dentro de los bolsillos de la campera que Valentín le había prestado.

Guardó sus pertenencias dentro de su mochila y se giró disimuladamente a los bancos de atrás. Facundo se tocaba los bolsillos y también los de su mochila, buscando desesperado algo que parecía preocuparle perder.

Sin más, la muchacha salió del salón acompañada de sus amigas, que disimulaban el nerviosismo mejor que ella.

Se sentía observada, como si todo el mundo supiera lo que acababa de hacer con ayuda de Rocío, Marina y Luz. Cuatro cómplices de algo que era grave adentro de las puertas del colegio, y por lo que podían ser suspendidas si alguien las había visto.

Ninguna hablaba, solo se daban miradas tensas entre ellas a causa de la culpa que las comía. Todas excepto Marina, que caminaba con la frente en alto orgullosa de haberles dado la idea.

Al llegar al portón de salida, pudo visualizar a Valentín en el mismo banco de la vereda de enfrente donde la esperaba todos los días. Eso la tensó más, él no le había avisado que iba a pasar a buscarla hoy también.

Debió suponerlo...

"¿Le vas a decir?" Susurró nerviosa Rocío en su oído.

"Obvio que le va a decir, él también tiene que saber." Acotó Marina.

"No le digas, Cielo. Me da vergüenza." Rogó Luz tironeándole del brazo.

"¿Vergüenza de qué?" Volvió a decir Marina. "No hicimos nada malo, él sí. Estamos ayudando a Cielo, y Valentín no va a estar en contra de eso."

No, no iba a estar en contra. Pero de seguro iba a molestarse.

Cielo suspiró, se abrazó a la campera que la cubría y se soltó del agarre de sus amigas susurrando un 'hablamos después' para comenzar a caminar en dirección a su novio. Él la esperaba sentado con una pequeña sonrisa.

Se puso de pie en el momento que la chica estuvo al frente suyo, la tomó de las mejillas sin decir nada y la acercó a sus labios para saludarla con un beso.

"Hola." Murmuró apenas a unos centímetros lejos de su rostro.

"Hola." Dijo ella también, intentando disimular lo mejor posible los nervios que sentía.

Para Valentín, cada día que la veía era un día completamente nuevo. No había nada que tuviera que hacer en su casa, ni tampoco fuera de ésta, por lo que había puesto como prioridad más grande del momento a su relación con Cielo.

A diferencia de lo que creyó que sería debido a sus temperamentos tan distintos, casi ni siquiera discutían. Lo único que hacían era pasarse horas y horas besándose o hablando. Tenía la cierta de sensación de que Cielo lo hacía sentir más tranquilo cuando estaban juntos, ya que cuando se iba, su cabeza de nuevo comenzaba a ser un completo desastre hasta que ella se pusiera en contacto.

"¿Tenés ganas de ir a almorzar?" Una diminuta pero tierna sonrisa se curvó en sus labios, aún con los ojos conectados a los de ella.

"Sí, como quieras."

"Te estoy preguntando a vos si querés, amor."

Nubes • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora