5. 𝐶𝑜𝑛𝑓𝑖𝑑𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎

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Las noches en casa eran las más difíciles para Cielo desde la muerte de su madre.

Si bien su papá intentaba hacer lo mejor para alivianar ese vacío doloroso, ella podía notar su tristeza y sabía que la pérdida le estaba costando incluso más que a ella. Todas las mañanas en los fines de semana lo escuchaba tocar el piano de la sala haciendo sonar alguna de las melodías que Marcela soltaba cuando bebía un café, y en las noches las vibraciones de las cuerdas de su guitarra se mezclaban con su voz melancólica traspasando las paredes del cuarto de Cielo, quien sentía su corazón estrujarse de a poco sin saber como ayudar a que todo doliera menos.

Valentín elevó una ceja cuando la escuchó bufar tristemente, llevaban juntándose casi un mes y medio, y cada vez que él se quedaba hasta tarde en casa de Cielo la historia se repetía.

"Está cantando otra vez..." Murmuró ella casi inaudible sin sacar su vista de los apuntes iluminados por el velador del escritorio. "Me pesa mucho no saber que hacer para que se sienta mejor."

El chico se encogió de hombros sin saber muy bien cómo aconsejarla.

"No creo que tengas que hacer algo, cada uno tiene su tiempo de duelo."

"¿Qué sentirías si perdés a alguien que amás tanto?"

"Tendría que amar a alguien y perderlo para saber."

"Canta todo lo que cantaba mi mamá, hasta las canciones que no le gustaban a él." Prosiguió, ignorando la clara falta de interés de Valentín que solo esperaba que su papá pasara a buscarlo. "A veces cuando piensa que duermo pone grabaciones de ella cantando y él tocando algún instrumento de fondo, siento que busca una razón para enojarse."

"No sé qué querés que te diga."

Cielo suspiró parándose de su silla y caminó hasta la cama, sentándose en la punta de ésta antes de cerrar los ojos y reposar su espalda sobre el colchón con las manos sobre su pecho. No quería demostrar ningún indicio de sensibilidad ante la mirada fija de aquel castaño que llevaba más de un mes escuchándola hablar de sus problemas en casa sin demostrar mucha importancia a lo que ella contaba.

No es que fuera una clase de ser insensible, ella tampoco creía que lo fuera, pero incomodidad era lo único que lo arrasaba cuando una persona se derrumbaba frente a él, aconsejar y sostener no era lo suyo, y prefería actuar con indiferencia antes que hacer el ridículo frente a Cielo por no saber cómo ayudar con su situación.

"Quiero descargarme, no tenés que decir nada."

"¿Soy tu psicólogo?" Inquirió ladeando la cabeza.

"Uno que no dice nada, solo escucha."

Él se levantó al igual que ella y se recostó a su lado un poco inseguro, imitando su posición pero tomando la distancia necesaria de su cuerpo.

"Te escucho."

"Siento que cargo con la angustia de mi papá todo el tiempo, desde el día que el médico dijo que el embarazo era riesgoso las cosas se pusieron difíciles para él..." El ojiazul la miraba atento, su pecho se cerró con aflicción al escucharla con la voz quebrada, deseando hacer por ella algo más que solo estar escuchando. "Mamá lo llevaba bien porque estaba conciente de cómo podía salir, pero empezaron a pelear en los últimos meses porque él ya no quería tener a mi hermano por el miedo de saber lo que se venía, estaba tan enojado y triste que se olvidó de mí y de que yo quedé en el medio de todo eso, y sé que soy grande y que tengo la edad suficiente para manejar estas cosas y entenderlo, pero a veces ni se entera de que yo estoy en casa porque llega del trabajo y solo se acuesta a dormir." Exhaló tristemente.

Nubes • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora