Desamparo.

83 10 1
                                    


No durmió aquella noche, ni la otra, ni la otra. Ni comió, ni tomó agua, ni salió.  Nada de eso tenía importancia para ella, ya no sentía hambre ni sueño ni absolutamente nada, eso era para los humanos y ella cada vez se estaba alejando más de ese concepto, ya no lo quería. 

Claro que Sira se preocupó por ella y le llevó una taza de té todos los días pero fue en vano, no tomó ni una sola gota. 

De repente, muchas cosas empezó a plantearse Medley, cosas que creía irrevocables como el amor, estaban siendo secundarias. 

Todo lo que comenzó como una historia de amor inaudita, termina siendo la introspección más grande de su existencia, ahora todo giraba en torno a ella, en torno a saber quien era. 

¿Por qué decidió vivir como humana? ¿Por qué abandonó todas esas almas? 

—Me iré.— Le pronunció sin cambiar de posición alguna, simplemente habló. Ella estaba segura de que Sira estaba a sus espaldas.

—¿Cómo?—Sira se acercó hasta su lado. 

—Volveré a donde pertenezco, que aún no se dónde es pero aparentemente, todo el mundo me quiere allí, así que mi deber es allí.—Giró un poco la cabeza para encontrarse con los ojos preocupados de Sira. 

—Medley te estas dejando llevar por lo que los demás dicen, estás bien aquí, estamos bien aquí, míranos.— Le dijo señalando a su al rededor. —Mira la vista de esta ventana, mira el espacio que tenemos, el mundo que tenemos por recorrer sólo para nosotros.— Abrió las cortinas para que pudiera observar mejor. —Mira las personas, todas las que podríamos conocer.— 

—Es un mundo hermoso, así es.—Le dio la razón Medley. —Pero no es el mio.—Prosiguió.

—Pero puedes hacerlo tuyo, estamos aquí juntos, pasamos muchísimas vidas.—Le tomó las dos manos. —¿Te irás así como así?— Le preguntó. 

Medley se enderezó.

—Tú me salvaste cuando era una humana.— Le dijo. —Me dijiste que querías que viviera más vidas, que no merecí haber muerto en ese viaje, que merecía conocer más del mundo.—Prosiguió. —Salvaste mi alma.—Le tomó la cara.—Caíste por salvarme, a mi, una simple humana, tal como me lo contaste.—

—Sí y lo haría mil veces.—Algo de su expresión hizo que Medley se estremeciera y lamentablemente no en el buen sentido. Sentía que Sira estaba ocultándole algo.

—Entonces..—Midió sus palabras. —¿Cómo puedes ser tan egoísta?—Los ojos de Medley expresaron templanza.—Quieres vivir en un mundo y 'disfrutar' de los humanos, conocerlos, cuando incluso sabes que mi estadía aquí implica que sus almas sufran y queden estancadas.—Señaló hacia la ventana.—Mira, allí afuera está lleno de Alices, de Medleys, de Siras y de Zacks, como tú como yo, almas gemelas.—Los ojos de Sira se endurecieron. —¿Cómo puedes quitarles eso?— 

—No es lo que dije Medley, lo sabes.—Se alejó un poco de ella. 

—Mira..—Medley estaba pensando con mucho cuidado sus palabras. —A veces realmente creo que este mundo no te está convirtiendo en mejor persona Sira, jamás creí que dirías algo como eso. Te estas volviendo tan.. tan humano que me asusta.— 

—Lo olvidaste todo.— Sira volvió a ser la persona fría y endurecida que fue hace mucho tiempo.—Olvidaste el amor que nos teníamos, yo sí lo hubiera dado todo por tí.— 

—Claro que te amo Sira, te amo y siempre voy a hacerlo, ni siquiera dudes de eso.— Se paró y se acercó a el.—Pero..—Continuó.—¿Qué tan bueno sería nuestro amor si interfiere en la libertad de otros?—

—Te irás y jamás volveremos a vernos, no elegiría esa opción por nada.— Se alejó de ella nuevamente.

—¿Qué sabes?—Le preguntó.—El hecho de que vuelva a donde pertenezco no quiere decir que no volvamos a vernos, podríamos estar juntos siempre Sira, pero donde tenemos que estar.— Le tomó la mano intentando que entendiera.

—No, si vuelves a aquél lugar, jamás podríamos estar juntos, no por el lugar en específico, si no por quien eres.—

Las palabras la chocaron, fuerte. 

De repente, comenzó a soltarle la mano a Sira y comprendió todo.

—Entonces, lo sabías.—Le dijo mientras notaba como Sira empezó a darse cuenta de lo que había dicho.—Lo sabías, sabes quien soy.—Se alejó de él como si fuera veneno.

—Espera, Med, incluso aunque lo sepa, no podría contártelo jamás, sabes que el trato que hiciste con Lucifer impide que podamos decirte cualquier cosa.— 

—Me viste devastada, me viste llorar, me viste teniendo pesadillas, me viste totalmente perdida, te lo pregunté decenas de veces, DECENAS.—Gritó y se acercó a él. —¿Cómo pudiste verme a los ojos y mentirme de esa manera?—Lo empujó en el pecho.—Incluso aunque no pudieras decirme quien demonios soy, podrías haberme dicho que estaba en lo cierto, calmarme un poco.— 

—Med.—Intentó agarrarla pero ella se soltó.

—No vuelvas a mencionar mi nombre.— Lo miró con el ceño fruncido.— Sólo hubiera bastado que me dijeras que estaba en lo cierto, que no estaba volviéndome loca.— 

—No fue tan fácil Medley, no si eso implicaba perderte, lo hice por nosotros maldita sea.— Elevó la voz. 

—Pues mira.—Emitió una carcajada frustrada.—Me perdiste.— 

Aquellas palabras hicieron que Sira trastabillara, como si lo hubiera golpeado realmente y por primera vez, no tuvo palabras que contestarle. 

—Dejaste a Lucy morir.—Le dijo Medley.—Sabías quien soy, dónde podría encontrarla, qué podría hacer y sin embargo no lo dijiste para 'no perderme'.—Se paró en frente de él. —¿Pues sabes qué?—Lo miró de arriba a abajo. —Jamás podré perdonarte eso, aunque quisiera.—

Sira no tenía expresión alguna en su rostro, sólo pestañaba de vez en cuando. 

—Me iré a casa Sira, lo que siempre tuve que haber hecho, a veces deseo, que jamás me hubieras salvado, yo debí morir allí, en ese accidente.— Se dirigió a la puerta y antes de salir se volteó nuevamente, para observar la espalda de Sira. —Y tu jamás deberías haber caído por mi, deseo que recuperes tus alas y te marches por donde haz venido.— Con todo el dolor que podría expresar, cerró la puerta y por fin pudo dejar emerger las lágrimas. 

Le dolía, le dolía todo lo que estaba haciendo y diciendo, pero tenía que hacerlo para que Sira la dejara volver.
Lo cierto, es que la persona a la que más confianza le tenía, su amor, su vida, su casa, el lugar tranquilo al que podría ir siempre que su vida estuviera tormentosa la hubiera lastimado de esa manera, la dejó desamparada y ya no había nada que pudiera retenerla allí. 

De algo estaba segura y es que la humanidad que tanto había venido a buscar, era vulnerable, lastimaba, quemaba, los sentimientos eran totalmente distintos a los que ella podría recordar y jamás quiso volver a verse envuelta en ese sinfín de emociones. 

Y aunque no sabía bien que tenía que hacer para volver a su 'casa' se dirigió al único lugar que la acercaba a ella. El bosque. 



𝕯 𝖊 𝖒 𝖔 𝖓' 𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora