El mundo paralizado.

141 16 0
                                    


Su cabeza latía al compás de los latidos de su corazón, se sentía exhausta, agotada, con la energía más escasa que alguna vez había tenido en su vida. 

Sólo podía dirigir su vista hacia el suelo del depósito y sus parpadeos se veían lentos. 

—Creo que va a desmayarse.— Se escuchó desde el otro lado.

—No.—Se oyó decir a sí misma. —Estoy bien.— Contestó y elevó la vista.

Pero sabía que sus palabras eran mentiras, aún sentía las voces lejanas y un leve pitido en los oídos. 

—Toma esto.— Dan le extendió un vaso de agua, el cual fue recibido. 

—Gracias.— Murmuró antes de tomar un sorbo, pero al instante creyó que lo vomitaría. 

—Entendemos por lo que pasaste Med, ese hombre se aferró a ti como si fueras el último suspiro de vida, debió ser duro.— Parloteó Aisha sentada en otra silla. 

Pero no, ellos no entendían, no entendían lo que había pasado allí ya que el mundo se paralizó. Medley sentía esa sensación de estar ajena a su cuerpo, él actuaba con su propia voluntad, como si el cuerpo fuera un mero envase. Era su alma la que actuaba y hablaba. 

Medley sólo se limitó a asentir con la cabeza.

—Ve a casa niña.— Dina habló por primera vez mientras la miraba como una madre.—Puedes tomarte unos días si quieres, los necesitarás, nosotros sabremos arreglarnos.— Continuó.— Pero te necesitamos sana.— 

—No Dina, está bi..— Fue interrumpida abrúptamente.

—Ella tiene razón.— Dan exclamó mientras estaba apoyado sobre su hombro en la pared y con sus brazos cruzados.—Estaremos bien, descansa un poco.— Concluyó. 

Ni siquiera la dejaron contestar. 

—Ven, te acompañaré a tu casa.— Aisha se acercaba hacia ella y la agarraba despacio de los hombros, impulsándola a que se levante, luego le siguió Dan. 

Medley agradeció aquél gesto y la hospitalidad, de repente sintió culpa, culpa por todo, creía que no necesitaba esa amabilidad, no se sentía una persona digna de ella. 

En todo el trayecto sintió que un pie tenía que pedirle permiso al otro para continuar, le costó demasiado pero al cabo de unos 10 minutos ya estaba en su casa. 

—Oye, me preocupé, ya estaba por salir a buscarte.— Le reprochó Sira apenas entraba al departamento luego de despedirse de Aisha y Dan en su puerta. 

—Lo siento, realmente no fue un buen día.—Tiró su mochila en el sofá.—¿Cómo está Lucy?— Preguntó con los ojos cansados.

—Bien, ya dormida, jugamos al uno toda la tarde.— Se rascó la cabeza y continuó.— ¿Estás bien?— Preguntó. 

Medley negó con la cabeza y se desplomó en el sofá. 

—Cuéntame si quieres.— la siguió.

—Un anciano murió en mis brazos.— Contestó sin reparo y Sira abrió los ojos.

—¿Cómo?—Preguntó.

—Estaba atendiendo su mesa y cuando me miró a los ojos se sintió extraño..— Achinó los ojos recordando.— Recuerdo todo el resto de las personas paralizadas, como cuando pones pausa una película pero tu sigues en movimiento.— Sira permaneció inmóvil.—Me dijo que le transmitía mucha paz, que quería irse.— Su voz titubeó.—No lo sé Sira, creo..creo que fue mi culpa.— Un nudo en su garganta la amenazó. 

𝕯 𝖊 𝖒 𝖔 𝖓' 𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora