Un mes después
Me hubiera gustado poder decir adiós de otra manera, especialmente por todo lo que vivimos y porque no sabía que hacer con tanto amor que me quedaba por él y también por Horus, a quien no había olvidado y al abandonarlo sentí que una parte de mi se me arrancaba del corazón, lo único que me reconfortaba era que aún conservaba el colmillo que me había otorgado, el cuál al tocarlo, me hacía sentir un poco más cerca de él.
¿Qué hacía con todo ese amor?
¿Lo tiraba a la basura?
¿Se podía destruir así como si nada?
Volver fue incluso más doloroso que irme, porque al hacerlo todas mis memorias habían vuelto, ya no me sentía Medley, ni Alice, ahora me sentía simplemente Izraíl.
Y jamás pude haberme sentido más la muerte como lo estaba haciendo ahora.
El proceso no fue para nada sutil ni lento, en el momento en el que Lucifer tomó mi mano y viajamos a través del tiempo y las dimensiones fue sólo un suspiro, pero al llegar a aquél infierno, la realidad me embistió como un camión.Los recuerdos habían aflorado acumulándose en mi interior uno tras otro, así que ya no sólo tenía que sentir el peso de todo lo que habíamos sido con Sira cuando aún era Izraíl si no que también debía cargar con mis recuerdos más recientes.
El tiempo en el infierno pasaba lento, por lo que un día aquí, eran diez días mundanos, pero yo ya había estado un mes.
Sólo había perdurado conmigo el sentimiento humano, ese que me hacía llorar todas las noches, extrañando y viviendo el presente sólo de recuerdos. Pero como bien dicen, el entorno te cambia, por lo cuál un día me decidí a volver a ser quien era, Izraíl.
No sería ya la chica que sufre por un amor, pues esa es la que debió haber muerto y vivido sólo una vida. Ya ni siquiera era una chica, simplemente era la muerte. Esa que debe tener compasión por la humanidad y no ser parte de ella.
A medida que más tiempo pasaba allí, más hostil e insensible me volvía, mi pelo volvió a tomar un color negro azabache, mis alas habían florecido, pero no como bellas flores primaverales, si no flores que nacen de los climas extremos, desérticos y espantosos. Eran del mismo color de mi cabello, brillantes y sedosas, similares a las de un cuervo.
Ya no podía caminar en la tierra como mortal, puesto que ya no lo era y sólo las personas que estaban prontas a fallecer podían hacerlo. Algunas me observaban con temor, sabiendo el futuro que les espera, otras me observan con añoranza, otras con templanza, pero cada mirada es distinta y mi compasión le pertenece a cada una de ellas, no importa que hayan hecho.
Muchas veces tuve el impulso de buscar a Sira en una de mis bajadas a la tierra en busca de almas, pero sabía que eso era insensato e ilógico ya que él no podía verme y lo que es peor, tampoco sentirme.No podía culparlo por lo que había hecho, porque lo hizo desde el amor, aunque no siempre eso sea lo mejor, pero nunca pude evitar sentirme herida.
Y mi mejor mecanismo de defensa para apaliar esos sentimientos, era bloquearlos, sólo que esta vez decidí hacerlo por siempre.
—¿Larga jornada?— Preguntó Lucifer mientras me observaba sentarme en una piedra enorme con forma de asiento y cruzaba mis piernas elegantemente, parecía una gacela.
—Lo dices como si fuera un trabajo.— Contesté sin siquiera parpadear.— O lo que es aún peor.—Lo miré.— Lo dices como si fuera un trabajo normal.—
—Bueno eso contesta mi pregunta, al menos ya hemos reestablecido el orden.—Se sirvió un vaso de Whisky.—Y tenemos nuevos invitados.—Sonrió.
—No actúes como si no te importara Lucy.—Me paré de mi asiento y le saqué el vaso de la mano para tomar un trago. —Sabes que te importan más los humanos de lo que nos gustaría.— Me lapidó con la mirada.
—Si no te conociera diría que me estás atacando porque tienes un mal día.—Paró de hablar y se acercó a mi.— Pero como te conozco sé que lo haces para ocultar el verdadero motivo de tu brutal sinceridad, extrañas el mundo de los humanos y todo lo que hay en él.—Me quitó bruscamente el vaso.
Yo sólo pude sonreír como si se tratara de una burla, pero Lucifer puede ver el interior de las almas y saber tu más profundo deseo y padecimiento, por lo cuál mentirle era estúpido.
—Dile a Lilith y a los demás que no volveré hasta mañana, quedas a cargo.—Se paró frente al espejo y colocó un pañuelo rojo de seda bien puesto en el bolsillo delantero de su saco negro.
—Por si aún no sabías soy la muerte, no la reina del infierno, ni la que se encarga de que los humanos obtengan su redención.— Ladeó su cabeza. —Sólo tomo almas.—Dijo sin expresión alguna en sus facciones.
—Me temo que tendrás que ser más que eso niña.—Alzó una ceja y antes de desaparecer entre las sombras dijo.—Para que sepas, a veces prefiero un poco a Medley antes que Izraíl y eso que jamás creí decirlo, pero aparentemente en tu ardua tarea de tomar almas, te has cargado la tuya también, tanto, que ni siquiera pareces la de antes.—
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𝕯 𝖊 𝖒 𝖔 𝖓' 𝖘
Fantasy-Recuérdame-fue el susurro fugaz que escuchó antes de sumirse en una neblina de acontecimientos pasados. Algo nunca antes visto en la historia de la humanidad y no tan humanidad. ¿Acaso el amor podía desafiar todo? ¿Acaso el amor trasciende vidas y...